Entrevista

¿Y ahora qué?: la vida de Enzo Vogrincic después de la avalancha de 'La sociedad de la nieve'

El uruguayo, que acaba de alzarse con el Premio Platino a mejor actor por el filme de Bayona, aborda una nueva etapa profesional tras decir adiós, ahora sí, a Numa Turcatti.
Enzo Vogrincic en los Oscsar 2024
Enzo Vogrincic en los Oscsar 2024
ASSOCIATED PRESS
Enzo Vogrincic en los Oscsar 2024

Enzo Vogrincic (Montevideo, 1993) nos cuenta una conversación que compartió con J. A. Bayona en un bar durante el rodaje de La sociedad de la nieve. "Le pedí: 'Por favor, somos muchos actores, igual hay algunos a los que les guste hacer entrevistas. ¿No habría la posibilidad de que yo no las haga? Puse mi cuerpo, puse mi tiempo, puse todo de mí para esto, ¿y además tengo que poner aspectos personales de mi vida ahora también? Me parece exagerado".

El director se rio, "se me rio en la cara", rememora: "Me contó toda una anécdota sobre cómo a él la promoción de su primera película lo ayudó a llegar donde estaba hoy, a poder hacer La sociedad de la nieve. Y después de eso me dijo: 'Enzo, si vamos a los Oscar, vas a tener jornadas de 30 entrevistas por día". 

Ahora, escuchándolo sentado frente a una docena de periodistas, cuesta creer esta historia. Contesta con confianza, sin eludir preguntas, tomándose su tiempo para reflexionar las respuestas. Hay algo tremendamente magnético en él que va más allá de un atractivo físico o el carisma de estrella que puede desprender en este momento de su vida. Despierta una cercanía natural cuando afirma que prefiere vivir cerca de sus amigos que mudarse a Hollywood o se ríe asombrado ante la obsesión que provoca.

Será que la fama exacerbada le ha llegado en la treintena, con los pies bien fijos en la tierra, consciente de lo que realmente significa ser actor. Será que proviene de un país en el que el arte se entiende de una forma totalmente opuesta al engranaje mercantil norteamericano. Tras La sociedad de la nieve, a Enzo Vogrincic sigue sin gustarle "figurar", pero ha aprendido a asumir que "sucede por consecuencia de la película".

Desde que se estrenara con una sonora ovación en el Festival de Venecia 2023, la ambiciosa producción de J. A. Bayona sobre el Milagro de los Andes lanzó a la fama mundial a su protagonista, en la piel de Numa Turcatti. Ahora acapara portadas, las marcas se lo rifan y sus seguidores se han multiplicado en redes. 

Tras años de rodaje y meses de promoción ininterrumpida, a Vogrincic le toca cerrar esta etapa dorada. Lo hace abrazado al Premio del Público y al Premio Platino a mejor actor que acaba de ganar en los galardones del cine y las series iberoamericanas. Lo entrevistamos en XCARET-Riviera Maya para hablar con él sobre el ocaso de La sociedad de la nieve y su futuro tras la avalancha. 

El presente de Enzo Vogrincic

Vogrincic se define como una persona "insegura". Necesita formarse para hacer algo; si no, no lo hace. Por eso, cuando entendió que tenía que hacer entrevistas, pidió a un amigo que estudiaba periodismo que le hiciera preguntas: "Las grabé, las escuché, las corregí y le pedí que me preguntara otra vez, y así estuvimos trabajando para todo lo que iba a venir. Hay gente que es kamikaze; Dolores Fonzi empieza a hablar y va atropellándose, pero no importa, es una personalidad que en la actuación te salva mucho. El tímido pierde".

Para el uruguayo, la actuación, lejos de las grabadoras de un periodista, ha sido una vía de autoconocimiento y de comprender al otro. Antes de que Bayona lo descubriera, compaginaba el teatro con pequeños papeles en el mundo del cine y la televisión (La noche de los 12 años -2018-, 9 -2021-, Noctilucas -2022-). No es de extrañar que, durante el rodaje de La sociedad de la nieve, estuviera convencido de que el filme no lo convertiría en una personalidad pública. 

"Durante los ensayos, mis compañeros me decían: '¿Cómo vas a hacer cuando te pidan una foto?'. Yo les respondía: '¿Quién te va a pedir una foto? La película va por otro lado, la va a haber gente adulta, trata de otra cosa. Hay un respeto, no se van a acercar'. Me decían: '¿Vos sos tarado? ¿Sabes la película en la que estamos trabajando?", nos cuenta entre risas. 

Aquella conversación le hizo replantearse el alcance del filme, pero ni siquiera así pudo prepararse para lo que se avecinaba. "Esa sensación de ir a una sala de cine en España y que 900 personas griten como si estuviera entrando Justin Bieber", revive aún asombrado, enumerando los elementos en los que ha encontrado su imagen impresa, de tazas y estampitas a colchas ("Hay una persona que duerme con mi cara tapándose") y figuras de cartón a tamaño real ("Estoy en cumpleaños que no me invitaron a mí, pero sí a mi cartón").

Asegura poder seguir haciendo una vida normal en Uruguay, pero ahora tiene que calcular 10 minutos extra para llegar a un sitio en el que ha quedado. Para él, salir al supermercado implica sacarse una foto y conversar con alguien. Si un día no tiene energía para interactuar, opta por quedarse en casa. 

También lo asombra la legión de seguidores adolescentes que se han obsesionado con su personaje y con la película en redes. Aunque, sin duda, lo que le ha supuesto una "encrucijada complicada" ha sido adentrarse en el mundo de las marcas que lo quieren como imagen, algo que, como él mismo afirma, "no tienen nada que ver conmigo, ni con mi trabajo, ni con lo que a mí me interesa promover o difundir", pero le permite contar con dinero para sus proyectos artísticos y personales. 

Eso sí, aclara que tanto las redes como estos acuerdos que inevitablemente levitan en torno a la actuación dan a menudo una versión distorsionada de lo que significa ser actor: "Terminan los Oscar y me saco el disfraz; me saco esas prendas que deben valer 15 o 20 mil dólares, las devuelvo y me pongo mi ropa", se ríe Vogrincic: "En redes se genera un avatar de una parte de lo que es uno. Hay una mezcla entre el personaje de Numa y esta visión recortada de las fotos, que generalmente está asociada al lujo y al dinero, y nada más lejos de la realidad".

Ahora, tras tres años, varios meses de promoción y con el estatus de estrella, le toca decir adiós a Numa y a La sociedad de la nieve, un proceso en el que "morí varias veces". La 'muerte' más "dura" fue la primera, tras finalizar de rodar en Sierra Nevada: "Siempre hay depresión en mi caso, siempre cuando termino de rodar entro en un pozo. Ahora es el final final, y es necesario también que llegue. Lo voy a terminar agradeciendo y extrañando".

El futuro de Enzo Vogrincic

Con el Premio Platino a mejor actor, Vogrincic pone el broche de oro a La sociedad de la nieve, listo para afrontar una nueva etapa profesional. No tiene miedo al encasillamiento. Tampoco tiene prisa por volver a la pantalla si no encuentra un proyecto que le interese, donde sienta que tiene algo para contar: "Al final es mucho tiempo de vida y me gusta vivir la actuación como un lugar de descubrimiento, no desde una óptica comercial o de trabajo". 

Entre lecturas de guiones y producciones que se concretan, no deja de crear. Nos cuenta que ha compuesto música para obras de teatro previamente y ahora trabaja en un proyecto teatral experimental en su casa. También desvela que está escribiendo junto a un amigo un libro de memorias sobre "este proceso delirante" que ha sido La sociedad de la nieve y no cierra las puertas a dirigir, añadiendo que le gustaría ver filmadas algunas ideas que ha tenido. 

Lejos de dejarse cegar por el brillo de Hollywood, prefiere vivir en Montevideo, "a una, dos o tres cuadra de mis amigos, frente al mar", y moverse temporalmente si el trabajo lo exige. Si bien reconoce que el mercado anglosajón tiene "más disciplina y formación", asegura que le parece más "orgánica y sana" la forma de trabajar en la industria hispana: "Un director de casting de México me decía que a veces solo le daba tiempo a mirar los headshots y, a partir de eso, decidía si miraba la prueba. Me decía: 'En EE UU, están todos hiper formados, pero también pagan 3.000 dólares para que les hagan ese retrato y pasar la primer fase del casting".

En el mercado de habla hispana, los escollos son otros, como la situación precaria del sector en países como Uruguay, donde ser actor es "una pasión" ya que los presupuestos y recursos son muy limitados y la coproducción es indispensable: "No hay subsidios como en Alemania, donde tienes un sueldo aunque no estén trabajando. En Uruguay, los actores dan talleres, clases, tienen otro trabajo y dedican poco tiempo a la actuación. Actuar no es prioritario y se desarrolla más lento".

En ese contexto, se ha referido a la situación crítica que atraviesa la industria audiovisual argentina, referente en Latinoamérica, debido a los recortes del Gobierno de Javier Milei. "No termino de entender por qué esa obsesión con algo tan liberador como el cine, que complementa, que no interfiere con otros aspectos económicos", afirma, y se muestra esperanzado en que "será momento de un tipo de cine distinto, de renacer por otro lugar".

Vogrincic mira a su futuro incierto con calma, centrado en actuar, pero no a toda costa. Sigue prefiriendo la tranquilidad de Montevideo. Ya no teme las entrevistas. Asegura que podrían pasar uno o dos años hasta que lo volvamos a ver en un nuevo proyecto y no tiene miedo de que nos olvidemos de él. Todo lo contrario. "Me gusta desaparecer, no pretendo ser un santo adorado", asegura.

"Para mí, los actores deberían ser simplemente personas que aparecen en películas", explica: "No sabes ni su nombre, ni dónde viven, nada, no importa. Vivimos en un mundo donde hay estrellas y premios que también mueven los números de la industria y hay que fomentarlo. Uno termina cayendo en esas redes que no puedes evitar. Pero si yo pudiera elegir, elegiría invisibilidad total".

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