Crítica de 'Un caballero en Moscú': Ewan McGregor con bigote en un retrato de la resiliencia ante la adversidad

La serie de SkyShowtime protagonizada por Ewan McGregor adapta la novela de Amor Towles y nos traslada a la Rusia bolchevique de los años 20.
Ewan McGregor y Alexa Goodall en 'Un caballero en Moscú'
Ewan McGregor y Alexa Goodall en 'Un caballero en Moscú'
SkyShowtime
Ewan McGregor y Alexa Goodall en 'Un caballero en Moscú'

SkyShowtime estrena Un caballero en Moscú, la serie basada en la novela del norteamericano Amor Towles que desde su publicación en 2016 se ha convertido en un éxito en ventas alrededor de todo el mundo. Ahora, los directores Sam Miller y Sarah O’ Gorman la traen a la pantalla en forma de miniserie de ocho capítulos.

La ficción sigue la historia del conde Aleksander Ilich Rostov, condenado a muerte por los bolcheviques en 1922, y que tras eludir este destino por un poema que escribió diez años antes se ve sometido a un arresto domiciliario en el hotel Metropol, su antiguo hogar y modelo de la ostentación rusa que el nuevo régimen se ha propuesto erradicar.

Un elegante y cuidado retrato de la resiliencia humana ante los infortunios de la vida, combinado con un excelente diseño de producción y unas grandes interpretaciones. Te contamos lo que nos han parecido los tres primeros capítulos, a partir de ahora con algún que otro SPOILER.

Ewan McGregor, un perfecto aristócrata

El aristócrata ruso Aleksander Rostov, protagonista absoluto de esta historia, iba a ser interpretado en un principio por Kenneth Branagh, intérprete característico de este tipo de personajes clásicos. Posteriormente, Ewan McGregor recogió su testigo, algo que no defraudó a la audiencia, pues el escocés también es especialista en crear sujetos amables, refinados y carismáticos.

Así, el actor nos lleva por el viaje de emociones y curiosas vivencias de Aleksander Rostov, “Sasha” para los amigos, en este encierro al que el protagonista se somete sin rechistar, y con el que nos enseña que todo fracaso en la vida es una nueva oportunidad. Despojado de su suite y relegado a una fría y pobre buhardilla, Aleksander pasará miles de días en este hotel, descubriendo recovecos y personajes en él que jamás olvidará.

Ewan McGregor está exquisito y sus ojos reflejan la tristeza y la melancolía de los días pasados que añora el personaje, que se siente especialmente culpable por la muerte de su hermana (a quien recuerda, junto al resto de su familia, por medio de flashbacks). También su gusto refinado, su delicadeza y su fuerte personalidad, así como su gran sentido del humor. El intérprete cumple con creces su trabajo, llenando la pantalla y ofreciéndonos tanto momentos muy divertidos, como terriblemente tristes.

Ewan McGregor protagoniza 'Un caballero en Moscú'
Ewan McGregor protagoniza 'Un caballero en Moscú'
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El hotel Metropol y sus huéspedes

Este hotel de la capital rusa en el año 1922 se convierte en un protagonista más, ya que la acción de Un caballero en Moscú se desarrolla, casi en su totalidad, dentro de él. En su interior, gracias a un ostentoso diseño de producción orquestado por el español Víctor Molero y a una bellísima dirección de fotografía que recuerda al mejor Wes Anderson, se observan sofisticados salones, elegantes relojes de pared y muebles de orfebrería o deliciosos manjares.

En el hotel Metropol, la Revolución Rusa no ha terminado de llegar del todo, y dentro el lujo y los placeres de los ricos están mucho más presentes de lo que muchos desearían. Allí encontramos al agente de la policía secreta Ósip (Johnny Harrys), quien está obsesionado con encontrar pruebas que afirmen que Aleksander debería ser condenado a muerte; a Nina (Alexa Goodall), una inteligente y perspicaz niña de nueve años que sabe todo del lugar y que se convertirá en la mejor amiga del protagonista, o a Anna Urbanova (Mary Elizabeth Winstead), una actriz que supondrá el interés amoroso del conde y que por ello verá amenazada su carrera.

Además, en los primeros tres episodios el aristócrata vive dos reencuentros con viejos amigos que desatan todo un torbellino de sentimientos en él: el primero, con Nicolai Petrov (Paul Ready), un antiguo príncipe y actual violinista, con quien planea fugarse del hotel (con un terrible y trágico desenlace). El segundo, Mishka (Fehinti Balogun), antiguo compañero de la universidad y uno de los líderes del nuevo régimen, con quien Aleksander tuvo diferencias en el pasado por sus ideas y, especialmente, por el amor que ambos profesaban a la hermana del protagonista.

Ewan McGregor y Fehinti Balogun en 'Un caballero en Moscú'
Ewan McGregor y Fehinti Balogun en 'Un caballero en Moscú'
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Un importante contexto histórico

Un caballero en Moscú no se olvida de su importante contexto histórico y, aunque no profundiza demasiado en él, sí que ofrece capítulo tras capítulo pinceladas de la Rusia bolchevique post-revolucionaria, de su inicial estancamiento social y político o de los posibles siguientes movimientos de Lenin, Trotsky y sus camaradas del Partido. Todo está en constante transformación, también dentro del hotel Metropol.

Así, vemos cómo Aleksander, quien en su día disfrutó de los privilegios de la nobleza e incluso no consideró a su mejor amigo digno de su hermana por su humilde cuna, va perdiendo su altivez y empatizando con los sirvientes y demás personajes que conoce en el hotel para mostrarnos su cara más modesta y respetuosa, su amor por el pueblo y su creencia en la igualdad de oportunidades. Sin embargo, también le vemos quebrarse y pasar momentos difíciles al defender sus ideales, especialmente en el tercer episodio.

El protagonista y el resto de los personajes, esencialmente bien construidos a través de los diálogos creados por Ben Vanstone, reflejan tanto los sueños como los tormentos que dejó a su paso esta revolución sin precedentes en la historia, aunque las vivencias que atraviesan no caen en un dramatismo excesivo gracias a las buenas dosis de humor y ternura que el guionista no olvida introducir.

Mary Elizabeth Winstead en 'Un caballero en Moscú'
Mary Elizabeth Winstead en 'Un caballero en Moscú'
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Los tres primeros capítulos de Un caballero en Moscú destacan por su admirable diseño de producción y las magníficas interpretaciones de su elenco (gracias a los interesantes y bien construidos personajes que tienen la oportunidad de representar). El recuerdo de la Revolución impregna cada plano, subrayado por la maravillosa banda sonora de Federico Jusid, que la ficción combina con la canción tradicional rusa.

Es una serie pausada, sin grandes giros de guion, para deleitarse en ella y saborearla poco a poco. Quizá no deja un poso muy profundo, pero es una historia entrañable que gustará especialmente a los fans de la historia, del género de época y, por supuesto, del mejor y más emblemático Ewan McGregor. Los cinco episodios restantes determinarán el futuro del conde en el Metropol, que seguro no dejará indiferente a nadie.

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