Marbella tiene tantas realidades como habitantes, pero siempre hay un tipo de historias sobre la ciudad que están más representadas en la ficción: las del narcotráfico. Aunque no se han contado todos los puntos de vista, pues lo habitual es tener a los señores de la droga o los policías que les persiguen como protagonistas. En Marbella, la nueva serie de Dani de la Torre y Alberto Marini, el foco está en César, un abogado que se encarga de esconder el polvo debajo de la alfombra y evitar que los mafiosos acaben en la cárcel.
La idea original es de los periodistas Nacho Carretero y Arturo Lezcano, que realizaron una investigación sobre el crimen organizado en la ciudad. Hugo Silva fue el elegido para el papel protagonista, y con motivo de su preparación para el personaje, acudió al municipio de la Costa del Sol junto a De la Torre para ver con sus propios ojos lo que allí sucede en ciertos puntos. “Tengo que decir que la realidad supera a la ficción”, afirma el actor, a la vez que señala que esta no es una serie documental, solo está inspirada en aspectos reales.
En Marbella, el actor pudo apreciar el contraste entre la sencillez de las familias locales y la opulencia de los círculos relacionados con el tráfico de drogas. Pero su objetivo no era meterse en la piel del delincuente, sino del que se las arregla para salvar a los malos. César es un abogado con años de experiencia en escurrir los bultos que dejan los criminales y que siente una clara inclinación por el lujo.
Todo lo contrario a la sencillez y honestidad del madrileño, quien sin embargo se siente cómodo en este tipo de papeles: “Cuando no entiendo a un personaje desde el punto de vista moral es cuando más me divierte. Cuando hace cosas que yo no haría nunca. César es todo lo contrario a mí”. Es un personaje ambiguo, que muestra su lado bueno a su familia a la vez que no se le caen los anillos por trabajar para gente peligrosa. “Tiene demasiadas contradicciones y un lado oscuro, lo que más me gustaba era su parte infantil. Tiene muchas inseguridades y juega al límite en un mundo inestable”, explica Hugo Silva.
César también es alguien divertido y exigente que sabe utilizar la palabra. La usa hasta con el espectador, al que se dirige rompiendo la cuarta pared. “Se toma muchas licencias y se puede permitir el lujo de mirar a cámara y explicar las cosas. Para mí tiene mucho sentido”, afirma Silva, plenamente de acuerdo con esta narrativa tan estadounidense que se emplea en Marbella. Pero ni el descaro de su personaje puede hacer que se sienta completamente a salvo en “la ONU del crimen organizado”, como varias veces se denomina en la serie a la ciudad donde hasta los más listos deben andar con cuidado.
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