¿Qué ha pasado con HBO? Por qué la casa de 'Los Soprano' y las series de prestigio es un contenedor de realities con gente desnuda

HBO se ha llenado de gente en pelotas y no porque vuelva 'Juego de tronos': la conversión en Max acaba con la imagen de calidad que caracterizaba a sus ficciones y da paso a formatos de telebasura volcados en el morbo.
Marta Flich en 'Naked Attraction'.
Marta Flich en 'Naked Attraction'.
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Marta Flich en 'Naked Attraction'.

HBO completó su transformación definitiva en Max el pasado 21 de mayo en España. Desde ese día, la identidad de la compañía que lideró el cambio radical en la percepción cultural de las series de televisión a principios de siglo ha quedado relegado a un espacio secundario en la plataforma que llevó su nombre. Ahora, todo es Max; y HBO, una pequeña fracción de su oferta.

Aunque a través de Max puedas seguir accediendo a los títulos clave de HBO que ayudaron a forjar la conocida como última edad de oro de la televisión (ya sabes, Los Soprano, The Wire, A dos metros bajo tierra, Deadwood y compañía) y a sus nuevas series de éxito (de La casa del dragón y The Last of Us a True Detective The White Lotus), para encontrarlos tendrás que abrirte paso entre programas y realities que tienden a la telebasura más desenfrenada.

Un rápido vistazo a los estrenos recientes de Max: Aventuras en pelotas, concurso de supervivencia donde diez personas deben convivir desnudas 21 días en una región inhóspita (también está la edición Aventuras en pelotas: Brasil); Mi vida con 300 kilos: qué pasó después, donde se retoma contacto con los participantes en un reto de adelgazamiento; Playboy al descubierto, una docuserie sobre las historias más sórdidas de la revista; Presagio paranormal, con un ocultista que investiga sucesos extraños; Restaurante indiscreto, cámara oculta y clientes infiltrados; Control de carretera, siguiendo a agentes de la guardia civil durante su jornada.

Un menú que dejaría temblando al espectador medio de Telecinco en los años noventa, sin olvidar el programa estrella del desembarco de Max en nuestro país: Naked Attraction, la versión española presentada por Marta Flitch del programa de citas basado en la afinidad genital de participantes que se muestran completamente desnudos (con la cara tapada, para que la cosificación sea redonda) que desde su lanzamiento ha generado indignación pero sobre todo asombro en redes.

Como sabe cualquier espectador de Juego de tronos, los genitales siempre han tenido un lugar preferente en HBO, que por algo tuvo como serie insignia una titulada Sexo en Nueva York, pero hay cierta diferencia entre la ruptura de tabúes y representación de la sexualidad en la teleficción con un espacio donde concursantes 'descabezados' son reducidos al cimbreo de sus miembros.

La crisis del modelo HBO

El desembarco de estos formatos en Max, e iniciativas propias como aquel documental oportunista de El caso Sancho, responde a la fusión de WarnerMedia (propietaria de HBO) y Discovery (la casa de Discovery Channel, fuente de telerrealidad variopinta) que se completó en 2022. Esa importante operación económica llegó en un momento de cambio de ciclo radical en el ámbito del streaming; la guerra por el pastel de suscriptores ha terminado decantándose por Netflix como vencedora y su modelo se impone sin titubeos al resto.

2023 fue un año fundamental para determinar el próximo lustro de producción audiovisual en la industria del streaming. Las huelgas de guionistas y actores en Hollywood definieron la importancia de las nuevas formas de producir y diseñar ficciones: la época de la llamada Peak TV (sobreproducción y despilfarro para alimentar un mercado de apetito insaciable) ha dado paso a control de gastos, recortes de presupuesto y límites al riesgo.

Una cultura de producción que parece opuesta a lo promulgado cuando HBO se desvinculaba de lo que se entendía como vulgaridad catódica ("No es televisión, es HBO" era su lema) y los elementos responsables de su apariencia de calidad eran replicados constantemente por las producciones de prestigio de otras cadenas, como Mad Men a Breaking Bad.

El nuevo modelo a replicar que ha instaurado Netflix se fija más en el consumo rápido por atiborramiento donde los remates importan menos que facilidad de enganche. ¿Para qué gastar un dineral en valores de producción o escritura de guiones complejos cuando el índice de revisionado o pregnancia que se busca en el resultado final tiende a cero? Siempre importará más el siguiente estreno anunciado que recuperar la serie estrella de la temporada pasada.

Ante ese panorama, nada más fácil de producir barato que la telerrealidad. Son formatos que también requieren un arduo trabajo de guion, casting, producción y edición, pero es evidente que por mucha complejidad logística que implique una temporada de Aventuras en pelotas lo tiene difícil para alcanzar la resonancia emocional de un episodio de The Leftovers. 

Cuando todo el audiovisual se aplana al nivel de llamarlo 'contenido' y considerarlo intercambiable, se llega al punto actual de Max: todo es igual y nada vende más que un (puñado de) cuerpo(s) desnudo(s).

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Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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