Así terminó 'Shogun' en la vida real: la verdadera historia detrás de la serie de Disney+

SPOILERS Este fue el destino en la vida real de los personajes que inspiraron a Toranaga, Blackthorne e Ishido.
Takehiro Hira, Hiroyuki Sanada y Cosmo Jarvis en 'Shogun'.
Takehiro Hira, Hiroyuki Sanada y Cosmo Jarvis en 'Shogun'.
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Takehiro Hira, Hiroyuki Sanada y Cosmo Jarvis en 'Shogun'.

Las proclamas sobre el honor samurái son una cosa, y la realpolitik, otra bien diferente. El capítulo final de Shogun en Disney+ nos lo ha mostrado a lo grande, con esa conclusión que tantas cosas revela acerca de la historia de Blackthorne (Cosmo Jarvis), el daimio Toranaga (Hiroyuki Sanada) y sus consecuencias para la historia de Japón. 

Al igual que el resto de personajes y acontecimientos del show (y, a su vez, de la novela original de James Clavell), todos estos acontecimientos y personajes tienen contrapartidas en la vida real. Lo cual presenta sus ventajas, porque si bien Shogun no va a tener segunda temporada, podemos hacernos una idea acerca del futuro de sus protagonistas basándonos en los hechos históricos. 

Así pues, si quieres enterarte de qué ocurrió con Toranaga, Blackthorne, Ishido (Takehiro Hira) y el resto de personajes tras el último capítulo, aquí te lo desvelamos. Con el aviso de que lo que leerás a continuación incluye SPOILERS sobre el final de la serie. 

La historia auténtica tras 'Shogun': este fue su final

Los últimos minutos de Shogun nos han dejado ojipláticos con la revelación de que Yoshii Toranaga ha sido la verdadera mente maestra tras los acontecimientos de la serie. El reguero de muerte y destrucción que ha tenido lugar desde el primer capítulo obedecía desde el principio a las ambiciones de este señor feudal, empeñado en llegar al poder absoluto. 

Los manejos de Tokugawa Ieyasu, la inspiración para el personaje de Toranaga, fueron menos literarios, pero revelan una astucia igual de diabólica y, sobre todo, un implacable oportunismo. 

Tras haber servido a las órdenes de Oda Nobunaga y Toyotomi Hideyoshi, sus predecesores en el empeño de unificar Japón, Tokugawa se había convertido en uno de los nobles más poderosos del país, centrando su poder en la región de Kanto y su capital Edo, la actual Tokio. Algo que le vino muy bien durante el tira y afloja que siguió a la muerte de Hideyoshi en 1598.

El principal opositor a las ambiciones de Tokugawa durante este periodo fue Ishida Mitsunari, señor feudal al que hemos conocido como Ishido en la serie. Tras haber tensado la situación sin llegar al enfrentamiento directo, y asegurándose la neutralidad de Toyotomi Hideyori (el heredero de Hideyoshi) y de su madre Yodo-dono (en la serie, Lady Ochiba -Fumi Nikaido-), Tokugawa acabó plantando cara a su rival en la batalla de Sekigahara (21 de octubre de 1600).

Si bien Shogun resuelve este enfrentamiento en una mera escena, la auténtica batalla de Sekigahara fue un memorable y sangriento caos que se libró en un barrizal velado por la niebla. Un caos cuyo resultado, a pesar de todo, parecía fácil de adivinar: Tokugawa y sus aliados contaban con 75.000 hombres frente a los 150.000 en el bando de Ishida Mitsunari. 

Sin embargo, el Ejército del Este encabezado por los Tokugawa contaba con un suministro de armas de fuego, lo cual le proporcionaba cierta ventaja táctica. Además, se las había apañado para retrasar el avance de Ishida y su Ejército del Oeste, unificando así sus fuerzas de cara al combate. Para colmo, además de tener en sus filas a grandes estrategas como Date Masamune, también contaba con el talento de su comandante en jefe para la intriga y la traición. 

Al menos seis aliados de Ishida Mitsunari cambiaron de bando en plena batalla gracias al talento negociador de Tokugawa Ieyasu. Lo cual provocó un sindiós que se saldó con la derrota del Ejército del Oeste: Ishida Mitsunari fue linchado por unos campesinos durante su retirada, mientras que el grueso de sus clanes aliados fueron, bien exterminados, bien reducidos a la impotencia.  

Tras Sekigahara, la supremacía de los Tokugawa era indiscutible, algo que quedó confirmado cuando el emperador nombró shogun a Ieyasu en 1603. Para guardar las formas, el nuevo gobernante abdicó dos años más tarde, cediendo el poder a su hijo Tokugawa Hidetada, aunque en realidad siguió rigiendo Japón entre bambalinas.

A esta tragedia, eso sí, aún le faltaba un epílogo: el asedio de Osaka (1614-1615), cuando el flamante shogun aprovechó para arremeter contra Toyotomi Hideyori y Yodo-dono, los últimos representantes del antiguo orden. Usando para ello una excusa que, desde nuestro punto de vista, puede resultar absurda: las inscripciones en la campana de un templo, interpretables como un insulto según como se leyeran sus kanji

Durante el último tramo del asedio, Tokugawa Ieyasu casi muerde el polvo a manos de su viejo enemigo Sanada Yukimura, samurái que dio uno de los pocos ejemplos reales de las virtudes atribuidas a su clase. Pero este alarde postrero no sirvió de nada: tras la rendición de la plaza, tanto la antigua concubina de Toyotomi Hideyoshi como su hijo y heredero murieron junto al resto de su familia.

Tras haber asegurado su posición, Tokugawa Ieyasu murió (posiblemente debido a la sífilis) en 1616, dejando tras de sí un régimen que dominaría Japón durante más de 200 años hasta la restauración Meiji de 1868. Un cambio este último al cual, huelga decirlo, se sumaron con entusiasmo sus antiguos enemigos de los clanes Môri, Shimazu y Chosokabe.

Y, a todo esto, ¿qué pasó con Willam Adams, la inspiración real para el personaje de Blackthorne? Pues que, tras haber permanecido en Japón obligado por los Tokugawa, este marino y diplomático tuvo la oportunidad de volver a Inglaterra 1613... pero la rechazó: tras más de una década, el 'Miura Anjin' se veía incapaz de entenderse con sus antiguos compatriotas, aceptando al archipiélago como su nuevo hogar. 

William Adams murió en 1620, habiendo asegurado el porvenir de su familia inglesa y dejando en Japón dos hijos que heredaron sus títulos y propiedades. Vete a saber si fue él, con su pragmatismo anglosajón, quien acuñó un dicho con el que los nipones resumen desde entonces el final de las guerras civiles: "Tokugawa Ieyasu conquistó el país a base de salir corriendo". 

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