Remontada del Barça: la teoría de lo imposible

  • Yo fui uno de los que proclamó públicamente que la remontada era imposible. Primer error.
  • El fútbol tiene sección propia en las oficinas del porvenir.
  • El árbitro, Neymar, Emery... y hasta Florentino Pérez son los responsables de la gesta azulgrana en el Camp Nou.
Los jugadores del Barça celebran el último gol, de Sergi Roberto, ante el PSG.
Los jugadores del Barça celebran el último gol, de Sergi Roberto, ante el PSG.
EFE
Los jugadores del Barça celebran el último gol, de Sergi Roberto, ante el PSG.

Era imposible y yo fui uno de los que lo proclamó públicamente. Primer error. El destino no soporta que le anticipemos los movimientos y el fútbol tiene sección propia en las oficinas del porvenir.

El funcionamiento de ese departamento es rudimentario y no precisa de tecnología sofisticada. Cada vez que un aficionado da algo por hecho, se enciende una luz roja que alguien (un elfo cabrón) apaga con un martillazo.

Era imposible, lo dijimos desde la razón y ese fue el segundo error. Para proyectar lo imposible es necesaria una sucesión de improbables.

Me explico: si hubiéramos barajado la posibilidad de que el PSG se metiera dos goles en propia puerta (leve exageración) y de que el árbitro colaborara en otro par (ligera hipérbole), la distancia con lo imposible se hubiera reducido considerablemente.

Pero, pobres ingenuos, no se nos ocurrió. Lo que detallo a continuación es la descripción de los imponderables que se conjuraron para propiciar una remontada que, una vez consumada, sigue siendo, en lo venidero, imposible.

El árbitro

Hay que decir en su descargo que nunca creyó en la remontada del Barça. La veía tan imposible como nosotros. Por tal motivo señaló alegremente penaltis discutibles, porque daba igual. Lo hizo con la única intención de ayudar al desvalido y de consolar a los espectadores. Tal vez también le guste la escalivada. Y por la misma razón negó el favor al PSG. Cuando Mister Aytekin repase las jugadas polémicas, y si es hombre de orden, se mesará los cabellos y exclamara en perfecto alemán, «de haberlo sabido, de haberlo sabido».

El PSG

El PSG es la funda de un club que no tiene nada dentro, salvo dinero. Fue fundado en 1970 con la única intención de darle a París un representante en el fútbol de élite. La falta de historia le penaliza mucho en las noches que toca invocar a los espíritus de la tribu. Ahí se le nota cartón: el PSG no tiene espíritus porque todos sus héroes son semidesnatados y están vivos.

Florentino Pérez

Dentro de las fabulaciones esotéricas hay una que no debemos pasar por alto. El 8 de marzo, a partir de ahora el Día de la Mujer Trabajadora y del Barça Remontador, es el cumpleaños de Florentino Pérez. El pasado miércoles cumplió los 70 y cuentan que el vendaval del Camp Nou apagó las velas de la tarta. El drama es considerable: por mucho que lo celebre Florentino cada año, el Barcelona lo celebrará más.

Cavani & De María

El PSG perdió porque Cavani no tiene un hermano gemelo y porque Di María entró en el minuto 55. Con una clonación nivel usuario y una alineación más coherente, los parisinos hubieran dedicado el último cuarto de hora a cantar La Marsellesa, C’est si bon y Je t’aime… moi non plus (la de los jadeos).

El marcador

En los últimos tiempos hemos visto cómo se reescribían las leyes del fútbol a doble partido. Mourinho casi nos convence de los beneficios del 0-0 en la ida (siendo anfitrión) y pronto oiremos que el 4-0 en casa es un mal resultado porque te relajas. Aunque no fue el relax la enfermedad que mató a los franceses; fue la buena vida, la pachorra de los ricos, saber que siempre les quedará París.

Emery

Es el mártir de la eliminatoria, el explorador en el puchero. Cuesta creer que tan buen entrenador lo hiciera tan enrevesadamente mal. De modo que toca especular con una rebelión de los jugadores (pasiva) o con una intromisión de ese jeque que juega al Subbuteo con futbolistas de verdad. Emery braceó poco para lo que acostumbra y eso solo puede significar dos cosas: o tiene una mano atada a la espalda o ha dejado de nadar.

Neymar

Ante el bloqueo por ansiedad de Messi y Luis Suárez, Neymar tomó el volante y condujo el Barça hasta la clasificación. Qué singulares son los genios. Hay quien piensa que Neymar necesita ser estimulado por sus compañeros de ataque, pero es justo lo contrario. Lo que precisa es que le hagan sitio y le entreguen el micrófono. Por cierto, en otro equipo que no sea el Barça su último pase hubiera dejado a nueve compañeros en fuera de juego. Quizá diez.

Sergi Roberto

Tiene el mismo problema que el madridista Nacho: parece salido de la Pandilla de los Cinco. O parecía. Todo podría haber cambiado después de conseguir el gol que practicamos con una bola de calcetín y rara vez sale. Deberíamos ser menos prejuiciosos con esta generación de barbilampiños que se dejan barba para no parecerlo.

Trapp

Los aficionados del PSG debieron acordarse el miércoles de la familia Trapp al completo. Su portero cantó en el primer gol y canturreó en el segundo. La enésima irresponsabilidad del PSG es contar con un portero blandito que incide en el desmayo general. Casillas (flor incorporada) les hubiera salido mucho más rentable y Sara lo hubiera agradecido.

Mascherano

En partidos delicados, Javier Mascherano juega en la posición teórica de Señor Lobo. Limpia y da esplendor. Llegado el caso también descuartiza y envasa al vacío. Terminado el encuentro reconoció un penalti a Di María, pero a esas alturas se oía demasiado ruido como para prestarle atención.

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