No hace mucho la fantasía épica era un género de adolescentes y 'frikis', salvo quizá algunos clásicos como C.S. Lewis o J.R.R. Tolkien.  Quizá ese tópico se empezó a romper con las adaptaciones cinematográficas de El Señor de los Anillos y sigue su proceso con la serie Juego de tronos que estrena este lunes Canal +.

Si viajan en metro estas semanas no resulta raro ver a personas de muy diferentes aspectos y edades leyendo uno de los voluminosos tomos escritos por el norteamericano George R. R. Martin. En España esta serie compuesta de siete volúmenes (llamada Canción de Hielo y Fuego, que inició con Juego de tronos en 1996 y cuyo quinto libro saldrá en julio en su país) se ha convertido en un long seller, que vende y vende silenciosamente y gana magnitud con el boca a boca.

No en vano, la prestigiosa cadena generalista estadounidense HBO se ha dejado el dinero (mucho) en grabar esta lujosa serie y, con apenas tres capítulos emitidos, ha anunciado su segunda temporada.

Si el gran 'inventor' moderno del género fantástico, el sudafricano Tolkien, levantara la cabeza y leyera los libros de este barbudo 'discípulo' suyo, vería alguna similitud con su obra -espadas, héroes,  criaturas mágicas,...-, pero muchas diferencias. La heroicidad sin límites de los habitantes de la Tierra Media se ven sustituida por la ambición y la crueldad de los que pueblan Poniente. El estilo preciosista y un punto naif cambia por otro más visual, violento y directo.

Los tiempos y los gustos han cambiado también para los mundos de fantasía. Martin es ahora la referencia, como muestran los odiosos reclamos de diversos libros de fantasía que rezan "al estilo de Canción de Hielo y Fuego", pero no es el único que ha decidido conquistar al público dejando atrás las influencias tolkenianas y dando su propio toque al género.Y no son todos anglosajones.

El polaco Andrej Sapkowski es otro rara avis de éxito en el género fantástico.  Su saga del brujo Geralt de Rivia le convirtió en un auténtico fenómeno en su país: fue el autor más vendido de la década de los 90, se hicieron películas y series sobre el personaje y, más recientemente, videojuegos (van a lanzar la segunda parte del mismo:  The Withcer 2). No es para menos, la bizarra mezcla de referencias (cuentos tradicionales, mitología centroeuropea, etc.) con un rico y flexible dominio lingüístico, un peculiar sentido del humor y de la tragedia, la convierten en una obra única. En España, los ocho libros de esta saga los ha publicado Alamut/Bibliópolis, iniciándose con El último deseo y ha encontrado una legión -aunque no tan numerosa como la de Martin- de seguidores.

El fantástico autóctono también ha salido del armario en las últimas dos décadas. Un buen ejemplo es Javier Negrete y su exitosa saga de Tramórea, que concluye este mes con el lanzamiento de El Corazón de Tramórea. El autor, ganador de los premios Ignotus y Minotauro, ha sabido ganarse a sus lectores con un mundo donde hombres, espadas mágicas y dioses mitológicos se mezclan y luchan entre ellos sin descanso.

Los autores y obras, buenas, malas y regulares, son muchas y parece que, con la inestimable ayuda del sector audiovisual, están logrando sacar del nicho minoritario al género fantástico.

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