Carta de Fernando Vicente a Jacinto Pellón

La nao Victoria acaba de arribar a su amarre en el Gualdaquivir tras dar la vuelta al mundo. No se me olvida el día que tocó agua por primera vez en un astillero de Huelva. Había allí dos o tres docenas de personas incluidos los periodistas que habían acudido a cubrir la noticia de su botadura.
La nao estaba en su rampa, se soltó el cabo y arrancó su descenso. A medio camino se paró. Alguien se había olvidado de quitar uno de los calzos de seguridad para evitar que se deslizara antes de tiempo. No paso nada. No se la remontó al punto de salida; se retiró el calzo y se la dejó volver a caer por su propio peso. Entre aplausos la nao entró en el agua. Todos nos regocijamos y nos volvimos hacia las cervezas y platos con productos de la sierra onubense. A mi lado estaba Jacinto Pellón, entonces responsable máximo de la Exposición de Sevilla del 92 que poco después iba a abrir sus puertas, y que contaba con la nao como uno de sus elementos expositivos.

También andaba por allí, pero lejos de nosotros Luís Yáñez, entonces responsable de las conmemoraciones del V Centenario, institución que había tenido la idea de construir la Nao y la había llevado adelante.

De repente, un fuerte murmullo nos hizo levantar la vista para ver la preciosa nave de madera inclinarse poco a poco hasta volcar. La primera reacción de los periodistas, una vez captado el vuelco por sus cámaras en una imagen que dio la vuelta al mundo, fue rodear con sus micrófonos a Luís Yañez, responsable final de la nave.

Jacinto Pellón no dijo palabra, sólo echó a andar para cubrir la treintena de metros que lo separaban de Yañez y colocarse junto a él ante las cámaras en el mayor gesto de apoyo y solidaridad que he contemplado hasta ahora.

Recuerdo también como le enfadaba a Jacinto Pellón la campaña que siguió sobre la suerte de Luis Yañez. Pellón era un hombre de mar cuya principal virtud fue siempre la de conseguir que todos los que le tratamos acabáramos queriéndolo.

Yo, que reconozco que por mi cabeza de ayudante suyo de prensa en aquel momento pasó la idea de impedírselo, aprendí una lección que espero no olvidar mientras le sobreviva. Somos muchos lo que le echaremos de menos.

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