Cuando Keith Haring (1958-1990) llegó a Nueva York en 1978 tenía 19 años y era un torbellino. Estaba en la ciudad para estudiar en la School of Visual Arts, donde pensaba encontrar lo que le había faltado en la escuela de diseño gráfico de Pittsburgh en la que había cursado dos cursos: viveza y fervor por el arte.

Desde su aterrizaje en la gran ciudad, que vivía una época de especial frenesí -el punk y la new wave eclosionaban en música, artes plásticas y ruptura social-, Haring se lanzó a la calle y la hizo suya como soporte, lienzo y plataforma. El activo muchacho estaba fundando las bases del street art, el arte callejero que marcaría las décadas siguientes. La huella de Haring es obvia en grandes figuras del arte contemporáneo como Banksy, Barry McGee, Shepard Fairey y SWOON.

El Museo de Brooklyn expone los primeros años en la ciudad del artista-guerrillero en Keith Haring: 1978–1982, una muestra con cuantioso material inédito y documental. La exposición, inaugurada el viernes pasado, estará en cartel hasta el ocho de julio.

Para explicar el nacimiento del riquísimo vocabulario gráfico de Haring, que fue capaz de ensamblar las influencias de Pablo Picasso, el Expresionismo, el arte ritul africano y precolombino y la cultura del hip-hop, el museo ha decidido mostrar los febriles cuadernos de notas que el creador utilizaba para expresar sus ideas y bosquejar proyectos. Además de exponerlos para los visitantes del museo, han abierto un Tumblr en el que puiblicarán una página al día de los diarios gráficos mientras se desarrolla la muestra.

En Keith Haring: 1978–1982 hay 155 obras en papel, siete vídeos experimentales y más de 150 objetos personales del artista, entre ellos los cuadernos dxe bocetos, flyers de exposiciones, carteles y fotografías. Gran parte del material nunca se había mostrado en público, como 25 aguadas en papel de formas geométricas ensambladas; el vídeo Haring Paints Himself into a Corner, con el creador pintando mientras escucha música del grupo Devo, y collages creados con fotocopias.

La muestra pasa revista a la obra más temprana de Haring, cuando se sumergió en cuerpo y alma en la vida artística y social de Nueva York, trabando amistad con colegas como Jean-Michel Basquiat. Las relaciones de Haring con los círculos musicales, literarios y de activismo social de la ciudad le sirvieron para trazar estrategias que le permitiesen difundir su trabajo en las calles, las paredes o los vagones del transporte público. En el metro Haring pegaba papeles negros sobre anuncios publicitarios viejos y pintaba encima con tiza blanca.

También hay lugar para analizar la labor de Haring como promotor de performances efímeras, con frecuencia de una sóla noche de duración, en las que ayudaba a otros artisas.

El pionero del street art murió de complicaciones derivadas del SIDA en 1990, poco antes de cumplir 32 años.