Diez años después de la tragedia de Biescas, los afectados siguen esperando las indemnizaciones

Las claves:
  • Una riada arrasó el camping de las Nieves, en Biescas (Aragón) el 7 de agosto de 1996.
  • 87 personas perdieron la vida.
  • Una sentencia de 2005 obliga a Medio Ambiente y a la Diputación a pagar las indemnizaciones.
La Guardia Civil inspecciona una caravana del camping de Biescas tras la tragedia, en agosto de 1996 (Foto: Reuters)
La Guardia Civil inspecciona una caravana del camping de Biescas tras la tragedia, en agosto de 1996 (Foto: Reuters)
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La Guardia Civil inspecciona una caravana del camping de Biescas tras la tragedia, en agosto de 1996 (Foto: Reuters)

Una década después de la tragedia del camping "Las Nieves" de Biescas, en la cual una riada arrasó por completo el área de acampada dejando 87 víctimas mortales, familiares de los fallecidos todavía están a la espera de recibir las indemnizaciones.

Los pagos, valorados en un total de 11,2 millones de euros, corren a cargo del Ministerio de Medio Ambiente y el Gobierno de Aragón.

Ninguna de las dos administraciones recurrió la sentencia.

El Ejecutivo autónomo aprobó recientemente un proyecto de ley de crédito extraordinario por valor de seis millones de euros para abonar las indemnizaciones, y ha manifestado su interés en que los afectados cobren cuanto antes.

Los familiares cobrarán 180.000 euros por fallecido, salvo en el caso de un menor cuyos padres y hermanos murieron en el siniestro y que recibirá 210.000 euros.

Sentencia de 2005

La Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional condenó, en diciembre de 2005, al Ministerio de Medio Ambiente y a la Diputación General de Aragón a indemnizar de forma solidaria con un total de 11.265.987 euros a los familiares de 62 de las 87 víctimas mortales de la riada que arrasó el camping el 7 de agosto de 1996. La sentencia eximió de responsabilidad a los otros dos demandados: Luis Bardají, director del camping, y al Ayuntamiento de Biescas, y condenó a Medio Ambiente, órgano del que depende la Confederación Hidrográfica del Ebro, y al Gobierno de Aragón.

A ambos se les imputaba haber autorizado la adjudicación e instalación de la zona de acampada cuando tenían medios suficientes para acreditar las condiciones y el riesgo que conllevaba la zona en la que se estableció, que no era la más idónea para la seguridad de las personas y de sus bienes.

Los hechos eran "previsibles y evitables"

La previsibilidad de ese riesgo fue advertida por escrito, con carácter previo y en el correspondiente expediente administrativo necesario para autorizar esa ocupación, por un funcionario de la Diputación General de Aragón, indicaba el contenido de la sentencia.

El camping era una instalación "muy frágil" que ocupaba la parte más activa del cono de deyección o abanico aluvial de un barranco de fuerte torrencialidad.

Flecos pendientes

Por otra parte, existe un grupo de afectados que reclaman indemnizaciones, y que no se personaron en el recurso de la Audiencia Nacional, por lo que sus representantes legales han presentado una petición de amparo.

La Audiencia Nacional no contempló indemnizaciones para algunas de las personas que padecieron daños físicos y morales, como es el caso de Antonio Espinosa, que sufrió la amputación de un brazo, y que ha recurrido la sentencia ante el Tribunal Supremo.

Aquella tarde, se originó una "tormenta persistente, con alto nivel de precipitación" en la cuenca del río Arás, "que dio lugar a una riada" que destruyó la mayoría de las presas de contención, dos puentes e incrementó la anchura y profundidad del barranco o torrente de Arás, señalaba la Audiencia Nacional. El caudal torrencial arrastró lodo, rocas y arrancó árboles, por lo que a causa del arrastre masivo de todo ese material sufrió

una obstrucción que motivó que la riada se dirigiera hacia su parte derecha, donde estaba situado el camping.

La tragedia de Biescas dió la vuelta al mundo. La zona de acampada quedó totalmente destrozada, y durante semanas, los equipos de rescate estuvieron rastreando la zona para recuperar cuerpos de las víctimas. Una año después de la riada aparecía el cadáver de un niño, la víctima número 87.

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