Según César, «ambos utilizan la tecnología de los ultrasonidos, que son imperceptibles por el oído humano». El primero es el que más se vende: «Se pone en funcionamiento al detectar los ladridos del perro, emitiendo al instante unas potentes ondas ultrasónicas. El perro asocia sus ladridos a la aparición de este estímulo desagradable y deja de ladrar».

Sin embargo, para que sea efectivo, debe colocarse en un lugar fuera del alcance

de la mascota y orientado adonde se encuentre. Su precio ronda los 64 euros.

En el caso del modelo ahuyentador-adiestrador, «tiene dos funciones: la de adiestrar a los cachorros mediante el uso de los ultrasonidos para una mejor convivencia con el hombre y la segunda, para la protección de las personas frente la actitud ofensiva de los canes», asegura César.

La ventaja de este modelo reside en que sus reducidas dimensiones lo hacen ideal para llevarlo encima en paseos, en parques o en la bicicleta y evitar así que se te acerque cualquier perro (es la función más habitual).

El aparato sólo se vende en grandes superficies. Para más información: www.radarcan.es.

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Se usan contra el animal del vecino

Los responsables de Radarcan aseguran que estos aparatos son totalmente inofensivos para los animales: «Los dos modelos producen en el perro una molestia no dañina que lo invita a ceder al momento en la acción inadecuada que está realizando. Ambos han sido desarrollados junto con veterinarios colegiados», explican. Mientras, algunos vecinos consultados por 20 minutos aseguran que lo usan para que se calle la mascota del vecino, y que funciona bien, aunque «hay que situarlo en un lugar cercano al can sin paredes de por medio».