Al músico y actor Bobby Troup, blanco y correctísmo (ni una gota del trago se le derrama mientras canta), le corresponde haber escrito la canción en 1946, pero quien la inflamó hasta convertirla en un himno de independencia fue el más grasiento y sexy de los rockers, Chuck Berry, que en 1961 la grabó con un arreglo picante y saltarín en el que laten la llamada eterna del Oeste y la promesa de la tierra dorada de California. (Get Your Kicks on) Route 66, algo así como Ponte en marcha por la Ruta 66, es uno de esos temas que, como dicen los yanquis, son más grandes que la vida.

La carretera madre de los EE UU es mucho más que una línea transversal de casi 4.000 kilómetros (3.945 es la longitud exacta, 2.451 millas según la extraña métrica local) entre Chicago y Los Ángeles —aunque oficialmente nunca llegó al Océano Pacífico—. Atraviesa ocho estados, fue la ruta de escape de los inmigrantes que huía de la Great Dust Bowl (gran tormenta de polvo), que desecó 400.000 kilómetros cuadrados de tierras de cultivo entre 1931 y 1937, empeorando hasta lo indecible la vida de los campesinos a los que ya había arruinado la Gran Depresión, pero también el pavimento sobre el que quemaron las llantas los primeros beats, entre ellos Jack Kerouac, que hizo de la 66 una protagonista más de la novela primordial En la carretera.

Aunque queda poco del espíritu de la ruta original —descatalogada como carretera de importancia y bien cultural de los EE UU en 1985—, la leyenda de la que todavía es llamada The Main Street of America (La calle Mayor de los EE UU) nunca ha cesado. Hay varias asociaciones sin ánimo de lucro que reivindican la reparación, el cuidado, la conservación y el estudio del trazado histórico establecido en 1926 y señalizado al año siguiente. La Administración federal de carreteras no está por la labor —EE UU lleva décadas apostando por un trazado de autopistas a la alemana y la Ruta 66 es una carretera a la vieja usanza, con un carril en cada sentido— y la vieja vía pervive de la nostalgia y los viajes organizados.

Route 66: The Road and the Romance (Ruta 66: la carretera y el romance) es una de las más completas muestras dedicadas a la icónica carretera. La organiza el Autry National Center of the American West, el museo ubicado en el parque Griffith de Los Ángeles que inauguró en 1988 el cantante-cowboy Gene Autry, estará en cartel hasta el 4 de enero de 2015 y es, dicen los organizadores, "la primera exposición que presenta la Ruta 66 desde una perspectiva estatal".

Con más de 250 objetos —desde el rollo original de papel telegráfico que usó Kerouac para escribir En la carretera con frenesí y sin necsidad de perder el tiempo cambiando folios hasta una de las guitarras Martin de Woody Guthrie, el gran portavoz de los desheredados que soñaban con un horizonte de esperanza al final de la 66—, la exposición quiere llamar la atención sobre la necesidad de no abandonar a su suerte la carretera. "Nuestra esperanza es que después de ver esta exposición los visitantes salgan con la idea de que aún hay mucho trabajo por hacer, para documentar y preservar lo que se considera uno de los grandes recursos de los EE UU", dice el comisario de la muestra Jeffrey Richardson.

El primer espacio de Route 66: The Road and the Romance es The Roots of the Route (Las raíces de la ruta), un resumen de los cambios industriales y tecnológicos que "alteraron radicalmente" la vida de los EE UU desde finales del siglo XIX y durante el primer tercio del siglo XX, con la aparición de organizaciones ciudadanas como el Good Roads Movement (Movimiento a Favor de las Buenas Carreteras), que abogó por la mejora de la red de carreteras, hasta entonces y en su mayoría  poco más que caminos sin pavimentar. De este periodo se muestran una bicicleta de 1895, una señal de la National Old Trails Road, la primera ruta interoceánica diseñada en los EE UU (1912), y un poderoso óleo de Thomas Hart Benton que captura la imparable industrialización de la época.

The Mother Road (La carretera madre) se centra en las "extraordinarias dificultades" de la Gran Depresión, con pinturas y fotografías sobre la situación límite y la desesperada migración de los jornaleros, entre ellas las muy conocidas de Dorothea Lange. Las uvas de la ira de John Steinbeck, el retrato literario exacto de estos tiempos, es diseccionado tanto en la versión literaria como en la película posterior, que será proyectada en el programa de actividades paralelas de la exposición.

Another Roadside Attraction (Otra atracción en el margen del camino) está dedicada a la revitalización cultural de la Ruta 66 llegada de la mano de la generación beat y End of the trail (El final de la senda) presenta la decadencia de la carretera, tratada en la película de animación Cars (2006) y causada, entre otros factores, por la popularización de los viajes en avión y la explosión del turismo hacia Las Vegas.

La muestra reúne artefactos históricos cedidos por instituciones y colecciones privadas de los EE UU, algunos nunca antes reunidos bajo el mismo techo. Algunos ejemplos notables incluyen el signo de señalización más más antiguo de la carrtera, una paisaje pintado por Jackson Pollock, un motor del mítico Ford T, el primer coche de precio popular; la estatuilla del Oscar al mejor director que John Ford ganó por Las uvas de la ira y un clásico Corvette de 1960. En la web dedicada a la muestra pueden verse algunos de los vídeos grabados en lugares notables de la Ruta 66.