Antonio, el pederasta culturista y que se desbocó en agosto con una agresión y dos intentos

Su último mensaje en su cuenta de Facebook era del 3 de julio. Había firmado en Change.org la petición desesperada de unos padres que tienen un hijo con una discapacidad del 75% y al que han retirado la prestación. Junto a este aparente acto solidario, algunas fotos de Antonio Ángel Ortiz Martínez, 42 años, haciendo pesas y practicando artes marciales. Presumía de músculos. Hasta este miércoles, cuando los GEO de la Policía Nacional se le echaron encima en la casa donde se escondía desde hace un par de semanas, en el número 79 de la Bajada de San Juan, en Santander. Caía así el pederasta de Ciudad Lineal, que ha tenido en jaque durante meses a varias unidades de la Policía Nacional, que pidieron ayuda incluso al FBI.

Antonio, separado y sin hijos, está acusado de cinco agresiones sexuales y tres tentativas. Era un "peligroso depredador sexual", según señaló ayer el ministro del Interior, Jorge Fernández, que había desbocado sus peores instintos durante el mes de agosto, aprovechando las vacaciones. Una agresión, la del día 22, cuando secuestró a una menor dominicana de siete años, y dos intentos, los días 8 y 25 de agosto, este último en Coslada, ampliando su radio de acción a fuera de la capital. Tres de los ocho delitos en solo un mes. Se había vuelto más impulsivo y más descuidado, lo que ayudó a su arresto.

Antonio Ortiz es un tipo peligroso y violento, señalan fuentes policiales, que llevaba una doble vida. Estuvo en prisión en los años 90, donde cumplió siete años por agredir sexualmente a una menor de seis años. Pero sus antecedentes policiales son largos, unos antecedentes y un pasado delictivo que le habían convertido en un gran conocedor de los procedimientos policiales y de las técnicas forenses, lo que ha dificultado su detención. Ha mostrado incluso una actitud desafiante ante los agentes que la han detenido en Santander. Antonio tiene antecedentes por secuestro, robos con violencia, robo con fuerza, delitos de violencia de género y la agresión sexual a la menor de seis años. De hecho, uno de los problemas de la investigación ha sido que en su ficha policial aparece que ingresó en prisión por detención ilegal y no por la agresión sexual a la menor.

Había colaborado con bandas organizadas e incluso había hecho de 'matón' en algún momento. Ahora se ganaba la vida vendiendo y comprando coches usados, un trabajo que le ha ayudado en sus fechorías. También compraba y vendía material informático, y había trabajado recientemente para una empresa que cobraba a morosos. Era además un experto en artes marciales, y un gran aficionado al culturismo.

Vivía en Madrid, pero se refugió en Santander en casa de sus tíos Nacho y Gladys tras la gran alarma social desatada por sus raptos y agresiones en la capital. En Santander no se relacionaba con nadie, salía de vez en cuando a la acera, junto a la puerta de la casa de sus tíos, a fumar cigarrillos. Frecuentaba un bar de la misma calle. También había puesto a la venta un Totoya Yaris con el que supuestamente cometió parte de sus delitos. Ahora se movía en una furgoneta Citröen Berlingo de color gris. En Madrid, su familia tenía dos casas, las dos en el distrito de Hortaleza. Una en la calle Montearagón (donde más tiempo pasaba) y otra en la calle Santa Virgilia. En esta última tenía previsto instalarse junto a su madre en una semanas. La madre se enteró de las 'andanzas' de su hijo cuando se lo comunicaron los agentes.