Siete días de alerta por el ébola y Teresa Romero: temor y dudas tras la gestión ineficaz de la crisis

Rueda de prensa con la ministra de Sanidad, Ana Mato, para informar sobre la tercera persona española contagiada por ébola.
Rueda de prensa con la ministra de Sanidad, Ana Mato, para informar sobre la tercera persona española contagiada por ébola.
Ballesteros / EFE
Rueda de prensa con la ministra de Sanidad, Ana Mato, para informar sobre la tercera persona española contagiada por ébola.

Este lunes se comple una semana desde que Teresa Romero, la auxiliar de Enfermería contagiada por ébola, fuera ingresada en el hospital Carlos III de Madrid para iniciar su tratamiento y desde que España se pusiera en el ojo del huracán de la actualidad internacional. La gestión de la crisis por parte del Gobierno, la falta de información para la ciudadanía, el caso de Excálibur, el perro de Teresa, y la guerra política abierta han convertido la primera semana de octubre en una de las más agitadas del año en el panorama de la actualidad.

El lunes 6 de octubre se encienden todas las alarmas: una de las profesionales sanitarias que atendió en el Hospital Carlos III al misionero Manuel García Viejo, fallecido el día 25 por ébola contraído en África, da positivo por la enfermedad. El positivo tiene lugar en el Hospital de Alcorcón, adonde se dirigió la auxiliar, de nombre Teresa Romero y natural de Becerreá, Lugo.

Teresa es trasladada ese lunes por la noche al Hospital Carlos III de Madrid. Sobre las 20.00 horas de ese día, llega la esperada comparecencia de la ministra, Ana Mato, ante los medios de comunicación. La expectación es grande debido a la confusión y al calado de la noticia, pues se trataba del primer contagio de la terrible enfermedad, que causa miles de muertos en África, en territorio europeo.

Primera comparecencia

La comparecencia de Mato, acompañada por el director general de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid, Antonio Alemany, no ayuda a despejar muchas dudas. Pese a que Mato manda un mensaje de "tranquilidad", admite que se desconoce la fuente y las circunstancias del contagio. La falta de datos (cuántas personas han podido estar con la mujer, el riesgo que corren, el número de sanitarios que han contactado a la paciente y qué medidas se tomaron) hacen aumentar la sensación de inseguridad en la opinión pública. En esa rueda de prensa, además, se explica que tras atender al misionero fallecido, la auxiliar infectada estuvo de vacaciones.

Esa misma noche, comienzan las críticas al Gobierno. La Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública e Izquierda Unida atacan al Gobierno por la gestión del ébola. En el horizonte, la polémica decisión, tomada por Rajoy y su equipo, de traer a España a los dos misioneros infectados con ébola en Sierra Leona, que en su día fue muy criticada por el riesgo que suponía traer a España a dos enfermos con avanzado estado de contagio. Para más inri, Mato defendió esa decisión porque estaba descartada, según sus propias palabras, la posibilidad de un contagio en España. El director del Hospital La Paz, Rafael Pérez Santamaría, admitió que el contagio de la auxiliar les había pillado por sorpresa.

Al mismo tiempo, los sanitarios comienzan a hacer revelaciones acerca de los protocolos que se llevaron a cabo. Algunos de los que atendieron a los sacerdotes fallecidos denuncian que las condiciones en las que trabajaron no eran las adecuadas: dicen que sus trajes no eran herméticos y que la formación que recibieron para tratar el caso fue escasa y se habla de "improvisación" y "falta de medios". Ya el martes, el sindicato UGT informa de que trabajadoras del Hospital de Alcorcón, donde se trató primero a Teresa Romero, se niegan a limpiar la zona donde la auxiliar estuvo.

El primer parte médico es tranquilizador: Teresa está estable y sin riesgo vital. Empieza a ser tratada con suero procedente de la religiosa Paciencia Melgar, que estuvo sufrió en agosto por la enfermedad en África. Además, el marido de Teresa es aislado en el Hospital Carlos III y su caso se trata como el de un sospechoso de contagio. Aún así, la alarma se dispara: se cancelan citas programadas en el Carlos III, mientras las autoridades tratan de reunir a todos aquellos que pudieron estar en contacto con la auxiliar, al tiempo que insisten con la escasa posibilidad de que se produzca un contagio a mayor escala.

Los trabajadores del Hospital de Alcorcón vuelven a la carga: denuncian que no se siguió el protocolo de atención establecido para un caso de ébola. Dicen que carecían de equipos aislantes de protección individual y publican fotos de las escasas medidas de seguridad en el centro, tales como puertas con un simple precinto o biombos para separar las zonas de riesgo. Por su parte, el gerente del Hospital La Paz, del que depende el Carlos III, explica que la Comunidad de Madrid mantiene bajo vigilancia a 22 personas y dice que durante sus vacaciones, Teresa Romero no salió de Madrid. Admite que aún se desconoce las circunstancias del contagio.

Ese martes, día 7, aumenta la presión sobre el Gobierno: todos los grupos de la oposición exigen la comparecencia de Ana Mato en el Congreso y la depuración de responsabilidades, mientras que cada vez son más las voces que piden su dimisión. Mientras, la ministra de Sanidad se reúne con representantes de la Comunidad de Madrid para hacer un seguimiento del caso y anuncia su comparecencia, a petición propia. Al mismo tiempo, el Hospital de La Paz es el escenario de una protesta de sus trabajadores pidiendo la dimisión de Mato y denunciando la falta de formación y recursos. Aunque se empieza a rumorear que el turismo empieza a resentirse por el positivo, agencias de viajes y hoteles niegan que el sector se resintiera.

Mientras, siete personas personas permanecen ingresadas: Teresa, su marido, un ingeniero que viajó a Nigeria y tres enfermeras, mientras se hace seguimiento de 52 personas. La paciente asegura desconocer cómo se pudo producir el contagio. Se conoce que entró en dos ocasiones a la habitación del infectado y se refuerzan las dudas acerca de cómo se gestionó el caso de Teresa. El coordinador del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, admite que lo mejor hubiera sido aislarla desde un principio, habida cuenta de su contacto con el misionero. Al contrario, Teresa fue enviada a casa por tener sólo fiebre baja y un poco de astenia y hasta el mismo lunes, cuando los síntomas eran peores y la fiebre más alta, la maquinaria no se puso en marcha.

Excálibur

El martes por la tarde tiene un protagonista absoluto: Excálibur. Se trata del perro de Teresa Romero y su marido, Javier Limón. Este, desde el Hospital Carlos III, hace un llamamiento en vídeo, vía redes sociales, para salvar la vida del can, después de que la Comunidad de Madrid ordenara su sacrificio por precaución y por considerar que "upone un posible riesgo de transmisión de la enfermedad al hombre", ya que "vivía en estrecho y permanente contacto" con la paciente. En una nota de la Consejería de Sanidad remitida a los medios se explica que, según la información científica disponible, "existen datos que confirman el hallazgo de perros con anticuerpos positivos del virus del ébola", por lo que estos animales "pueden sufrir un proceso de viremia aunque se muestren asintomáticos". Limón es claro: Estoy en el hospital y hago un llamamiento a toda la población para que ayuden a salvar a mi perro. Lo quieren matar así por las buenas, sin seguir ningún procedimiento. Gracias".

El mensaje del marido de Teresa cala y las asociaciones animalistas se ponen inmediatamente en marcha y se concentran en la puerta del domicilio de Teresa Romero, donde sigue Excálibur, el perro. El partido animalista PACMA establece turnos en la puerta del domicilio de la auxiliar en Alcorcón para evitar que se sacrifique al perro. En unas pocas horas, se recogen más de 150.000 firmas que piden que Excálibur no muera. El perro se convierte en 'trending topic' mundial en Twitter.

En la mañana del miércoles 8, la Policía desaloja en Alcorcón a los manifestantes que salen en defensa del perro Excálibur, que ya han recogido un cuarto de millón de firmas. Pese a estos gestos y al apoyo de varios famosos, Excálibur es sacrificado. La furgoneta que sacó el cuerpo del animal del domicilio lo hizo entre escenas de mucha tensión: gritos de "¡Asesinos!" y dos heridos leves es el balance de las protestas.

Desde el punto de vista sanitario, Sanidad empieza a barajar como hipótesis la manipulación del traje como el hecho que provocó el contagio de Teresa Romero. Tampoco se descartan otras posibilidades, como que Teresa sufriera un pinchazo, que entrara en contactos con los fluidos del misionero o que se produjeran fallos en el protocolo. Mientras la Fiscalía anuncia que se investigarán si hubo delito (y quién lo cometió) en el contagio de ébola de la auxiliar, Germán Ramírez, doctor del Hospital de La Paz, revela en una rueda de prensa que la propia paciente sospecha que pudo contagiarse cuando se tocó el rostro con los guantes que llevaba mientras atendía al misionero.

Javier Rodríguez y sus acusaciones

Al tiempo, comienza uno de los episodios más polémicos de la semana: las declaraciones de Javier Rodríguez, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Rodríguez compareció en la Comisión de Sanidad de la Asamblea y acusa a Teresa Rodríguez de ocultar a su médico de cabecera que hubiera estado en contacto con un misionero infectado por ébola. Rodríguez empeoró la situación diciendo que "tan mal no debía de estar para ir la peluquería" o despejando dudas sobre el funcionamiento de los protocolos con la frase "para explicarle a uno cómo se tiene que quitar y poner un traje no hace falta hacer un máster". El consejero de Sanidad, no obstante, rectificó y negó que acusara a Teresa de haber mentido.

Las críticas arrecian contra Rodríguez, incluso procedentes del Partido Popular. El consejero, ante el torrente de críticas, responde con altanería: "Si tengo que dimitir por el ébola dimitiré; tengo la vida resuelta. Yo llegue a la política comido, no tengo apego al cargo".

Mientras, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, asegura que los líderes europeos lo felicitaron por su gestión del caso y respaldó el trabajo de Ana Mato. Dos días después, no obstante, la relega cuando decide darle a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el mando en un comité especial para la gestión de la crisis. El viernes, Ana Mato no comparece en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

Antes de estos cambios en su estado, Sanidad convocó al Comité Interterritorial de Salud y se anuncia una modificación del protocolo de actuación contra el ébola: este procotolo, creado "en base a las recomendaciones de la comunidad científica y la experiencia adquirida" considera a persona de alto riesgo a aquellos que hayan estado en contacto con un ifnectado y baja el umbral de la fiebre a los 37,7 grados para ingresar a contactos de riesgo. Mariano Rajoy se trasladó el viernes al Hospital Carlos III para dar un mensaje de tranquilidad, aunque fue abucheado por los trabajadores del centro.

Sobre el estado de salud de la auxiliar, el jueves hubo malas noticias. Teresa empeoraba. Su vida corre peligro e incluso algunas informaciones hablan de fallo multiorgánico. Se habla de "situación muy crítica" y reina el pesimismo. Este empeoramiento lleva a los médicos que atienden a Teresa a probar con otro tratamiento, con un suero llamado ZMab, componente del ZMapp y que de manera experimental han ofrecido resultados positivos. Se trata del tercer tratamiento que recibe la paciente. Mientras, se habilitan más plantas en el Carlos III para vigilar a las personas aisladas. Además de Teresa, a fecha de domingo hay 16 ingresados y ningún positivo más. Precisamente, el domingo se conoce una leve mejoría: la auxiliar no tiene fiebre y la carga viral en su organismo baja.

Una semana después de que comenzara esta crisis, sigue habiendo incógnitas y algunas certezas, sobre todo en cuanto a los fallos que se produjeron: sigue poniéndose en duda la conveniencia de repatriar a los misioneros. Los protocolos que se pusieron en marcha demostraron ser insuficientes, así como los trajesy la formación que se proporcionaron a lo sanitarios. Salud Pública ha admitido que hubo relajación y que en algunos momentos se actuó con "imprudencia". También ha habido fallos de comunicación, como que Ana Mato apenas interviniera en su primera comparecencia o las polémicas salidas de tono del consejero madrileño del ramo. Y de fondo, las quejas de los profesionales que ven en los recortes sufridos por el sector uno de los motivos clave para el desarrollo de una crisis sin precedentes en España.

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