Once años y seis discos, Manuel Carrasco (Isla Cristina, 1981) no lleva mala carrera. El sexto, Bailar al viento, a la venta el 30 de octubre, es, según él señala "más luminoso, porque en el anterior estaba en una época de más turbulencias".

Su canción adelanto A qué ya no viene muy bien para empezar: ¿a qué ya no que antes sí?

Ya no a decir que no. Cuando dices que no por miedo, prefiero que esos no ya no me coarten las ganas de hacer algo.

En este disco ¿a qué ha dicho que sí?

Es otra época completamente, es mucho más luminoso todo, el otro estaba mucho más turbulento. La vida sube y baja.

¿La vivimos eligiendo o ni nos damos cuenta?

Cuando empecemos a ser conscientes de la vida se nos habrá pasado.

¿Tiene la sensación de que pasa sin darse cuenta?

Sí, veo qué de cosas con las que yo me comía la cabeza y que ya....

¿Con cuáles?

Con lo que pensaría la gente, por ejemplo. Ahora soy mucho más dueño de mí mismo.

¿Qué le molestaba?

Cuando estás tan expuesto todos opinan, y tienes que encajar eso bien, sobre todo cuando eres más joven. Y creo que más o menos lo tengo pillado.

¿Lo peor que ha escuchado de usted?

No te sabría decir. Ahora con las redes te dan caña a veces, por ejemplo con La Voz.

¿Lo peor que le podrían decir?

Cuando yo actúo de una manera sana y como la pienso me importa poco lo que opinen los demás. No suelo mirar para atrás.

¿Ni se enfada?

No. Antes más, y cuando eres más joven eres más inseguro e inexperto, y con los años vas viendo lo que tiene sentido y lo que te están diciendo para darte por saco.

Este disco le pilla en un momento más luminoso, ha dicho, ¿por qué?

Porque estoy en un momento vital mucho más sereno y tranquilo, personalmente estoy viviendo un momento tranquilo, y me gusta que sea así. Cada disco es del momento en el que estás.

Pero el amor, más o menos turbulento, está siempre...

Tiene que estar por todos lados y para mí lo más importante. El disco pasado le escribí menos y este más. Escribir sobre el amor es complicado.

Como se pase: sensiblería...

O ñoña, que suele pasar.

¿Le pasa?

Sí, claro que me pasa y hago canciones ñoñas pero esas no las enseño. Las dejo y me digo déjate de gilipolleces. De desamor no es que sea más fácil sino que se identifican más, en el amor te lo tienes que currar.

¿Se podría trazar una biografía con sus discos?

Sí, la evolución musical y la personal. Estoy en otro registro mucho más amplio incluso cantando. Antes estaba mucho más encasillado.

¿Se arrepiente de alguna canción?

Sí, me arrepiento de las canciones del primer disco sobre todo. Y con algún videoclip, que me veía fatal. Pero bueno, así no pasas más por el mismo error.

¿Cuentas pendientes?

Me he respetado bien mis ritmos. Igual he querido llegar antes y me he respetado mi ritmo y cuando he llegado me he sentido conforme. La intuición me hace tomar bien las decisiones.

Bueno, es que parece que se acierta más en las decisiones con la intuición que con la razón...

Yo cuando no he seguido mi intuición, me ha salido mal. Lo he comprobado. Las grandes decisiones... Suelo pensarlo, pero la intuición me ha llevado a acertar.

¿Cuánto de talento, de trabajo y de azar?

No sé por qué pero creo que tengo buena estrella, si no, no lo entiendo. Y un 60% de talento y un 40% de trabajo, creo que debería currar más. Hay más talento, tengo que currar más.

¿Se ve presentándose a La Voz siendo un niño? (Jose María, el pupilo de Manuel Carrasco, se proclamó este lunes vencedor del concurso)

Sí, empecé cantando a los 11 años en un sitio grande. Tenía esa inquietud, ya me gustaba cantar y mostrarme, en clase era el que me subía la mesa.

¿Hay que tener un punto de histrionismo?

No, es que hay artistas de todas las clases, a mí me gustan los que son artistas y se bajan del escenario son normales. Si te subes a un escenario para cantar a 10.000 personas no todo el mundo se atreve a hacerlo, tienes que sentir algo especial. El Manuel normal no sé si se subiría.

¿Antes de subir piensa: pero por qué me metería yo en esto?

Todo el rato pero luego lo entiendes, por eso que no te sé explicar y que es una sensación bestial que te vuela la cabeza.

¿Cómo es la primera vez que el público le devuelve la canción?

Para mí siempre es como la primera vez: bestial.

¿Agobia la vida personal? No debe de ser fácil tomarse una copa el viernes...

No queda otra que tomártelo con naturalidad e ir donde te apetece llevándolo bien y creo que lo llevo bien, pero al principio me costó. He encajado bien eso. Es difícil porque si no te apetece mucho... Intento no privarme.

¿Se pasa de hacer canciones para ligar a decir basta ya?

Yo lo encajo, hay compañeros que no salen de casa. Pero yo no. Hay una parte difícil.

¿Y desconfía más?

Sí, pero eso forma parte de esto. Hay cierta coraza, hay mucho ruido alrededor.

¿Crece la coraza?

No, eso es lo guay, va menguando. Uno ve cada vez venir más de lejos a la gente y a las situaciones.

¿Si pudiera no participar en La Voz lo haría por evitar tanta fama?

No, en absoluto, yo cuando digo que sí es con todas las de la ley. No me afecta ni sufro con que me paren, no siento que me haya cambiado la vida, voy a los mismos sitios, si me tengo que emborrachar me emborracho...

Con los niños ¿qué es lo más complicado?

Es lo peor dejarlos fuera. Es la final y ya estoy sufriendo porque haga lo que haga es injusto, la mayoría son buenos. Si fuera por mí se ampliaba el cupo y no echaba a nadie.

¿Y qué le parece el debate de la hora del programa para los niños?

Entiendo a la gente que dice eso. Pero también creo que el programa transmite buenos valores, fuerza, ilusión, compañerismo, emoción. Y es un juego. Esta noche con la final estaré pensando que es un juego. Ellos nos enseñan a nosotros.