¿Y ahora qué? Las grandes incógnitas tras el acuerdo de investidura en Cataluña

  • El acuerdo para investir a Carles Puigdemont ha evitado repertir elecciones catalanas, beneficiando a CDC, aunque con un coste: la cabeza de Artur Mas.
  • La CUP, aunque logró apartar a Mas de la presidencia, ha tenido que ceder dos de sus 10 diputados a JxSí y relevar a otros dos de sus escaños.
  • Por su parte, Artur Mas ha dejado la puerta abierta a presentarse en un futuro y ha recordado que quiere afrontar la renovación de CDC.
El candidato de Junts pel Sí a la Presidencia de la Generalitat, Carles Puigdemont (c), pronuncia su discurso en el pleno del Parlament de Cataluña.
El candidato de Junts pel Sí a la Presidencia de la Generalitat, Carles Puigdemont (c), pronuncia su discurso en el pleno del Parlament de Cataluña.
EFE
El candidato de Junts pel Sí a la Presidencia de la Generalitat, Carles Puigdemont (c), pronuncia su discurso en el pleno del Parlament de Cataluña.

Se ha tenido que llegar hasta el último día de plazo, este sábado, para que finalmente Junts pel Sí lograra un acuerdo con la CUP para investir como presidente de la Generalitat a Carles Puigdemont (CDC) y evitar así convocar nuevas elecciones en marzo. Artur Mas, quien ha encabezado hasta ahora el desafío soberanista en Cataluña, decidió dar "un paso a un lado", tal y como lo llamó, para poder desbloquear las negociaciones, que permanecían hasta el viernes encalladas.

No obstante, este acuerdo de investidura deja tras de sí una serie de incógnitas sobre la hoja de ruta que tienen sobre la mesa los partidos soberanistas, o el papel que jugará Artur Mas a partir de ahora.

¿Quién gana y quién pierde?

El acuerdo 'in extremis', alcanzado un día antes de la convocatoria de nuevas elecciones catalanas para el mes de marzo, ha supuesto una victoria para CDC, partido que concurrió junto a ERC bajo las siglas de Junts pel Sí en los comicios catalanes, y que en las últimas elecciones generales, donde también cambió de nombre y se denominó Democracia y Llibertat, perdió hasta 8 diputados (tenía 16). Una nueva cita electoral hacía prever la pérdida de apoyos para los convergentes en Cataluña y el impulso de otras fuerzas no independentistas, como En Comú Podem.

Eso sí, la victoria para CDC ha tenido un precio: Artur Mas, que ha decidido apartarse de la carrera por la presidencia de la Generalitat en aras de la estabilidad del futuro gobierno catalán y ha cedido el testigo a otro dirigente de CDC, Carles Puigdemont. El hasta ahora alcalde de Girona, de marcado perfil independentista —también es presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI)—, ha sido la persona propuesta personalmente por Mas para encabezar este nuevo gobierno.

En el otro lado se encuentra la CUP, que pese a haber logrado que Mas no sea reelegido como presidente de Cataluña, ha tenido que ceder dos de sus diez diputados a la dinámica de Junts pel Sí para actuar conjuntamente en el parlament. Además, dos diputados serán relevados por otras personas de la organización y dejarán sus actas de parlamentarios. La formación también se ha comprometido a no votar nunca en el mismo sentido que los grupos no independentistas.

Sin embargo, han recordado que seguirán teniendo "voz propia" en el parlament y han advertido de que el acuerdo "es reversible y sólo se mantendrá si se avanza en la implementación de los anexos de la resolución de ruptura".

¿Cuál es el papel de Mas en el nuevo gobierno?

El hasta ahora presidente en funciones, Artur Mas, ha reiterado que su renuncia a la reelección no supone el fin de su carrera política: "Sigo estando, cuento para el presente, cuento para el futuro", insistió este domingo ante el Consell Nacional de CDC, celebrado horas antes de la investidura de Puigdemont.

De este modo, Mas ha recordado implícitamente que quiere afrontar la anunciada renovación de CDC, una labor que definió el sábado como necesaria y urgente.

Tampoco ha descartado volver a ser candidato a presidir la Generalitat algún día. Eso sí, ha negado que vaya a formar parte del nuevo gobierno de Puigdemont, aunque se ha mostrado dispuesto a colaborar con las instituciones catalanas. "Ayudaré sin reservas en todo lo que se me pida y sin pedir ningún cargo", dijo este sábado.

La hoja de ruta independentista... o nuevas elecciones

Según ha explicado este sábado la CUP en un comunicado, tras el apoyo a la investidura de Puigdemont se abre un plazo de 18 meses en los cuales se establecerá la hoja de ruta hacia la "desconexión de España". Este sería, previsiblemente, el tope máximo para unas hipotéticas nuevas elecciones si no se alcanzan las pretensiones independentistas.

En ese tiempo, tal y como han explicado en la nota, la CUP "seguirá luchando contra los recortes, las privatizaciones y la corrupción" en la elaboración de un plan de choque, que prevé aplicarse en paralelo al proceso de "ruptura". Finalmente, la hoja de ruta concluirá con la proclamación de una "república catalana".

¿Qué mecanismos tiene el Estado para contrarrestar el desafío?

Si todo este proceso sigue adelante, el Gobierno español se vería obligado a responder. Según los expertos, una declaración unilateral de independencia sería claramente incostitucional y atentaría contra la actual legalidad democrática.

Sin embargo, todos coinciden en que la respuesta jurídica no resolvería el problema. Por insuficiente, primero, y por las dificultades que en sí mismas entrañan las distintas opciones que contempla el Gobierno: recurrir a la recién aprobada reforma del Tribunal Constitucional (TC), que le da capacidad para actuar contra los cargos públicos que incumplan sus resoluciones, y en últimas instancia, aplicar el artículo 155 de la Carta Magna, que podría suponer la suspensión temporal de la autonomía.

Esta última medida es la que más incógnitas abre. Según el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid Javier García Roca, "el artículo 155 es una medida muy grave y no tiene vuelta atrás. Es la pura fuerza. Si se suspende el Parlament y la autonomía las cosas no mejorarían, seguramente habría algaradas en las calles. Es como pretender curar un cáncer con una aspirina. ¿Sería la solución o el principio del fin?". Es difícil responder, puesto que no se ha aplicado nunca.

¿Cómo afecta todo esto a la formación del Gobierno de España?

A nadie se le escapa que el terremoto político que se inicia en Cataluña afectará de una manera u otra al proceso abierto tras las elecciones generales del 20 de diciembre en España, que arrojan una incertidumbre sin precedentes respecto a la formación del nuevo Gobierno de España.

Artur Mas, este mismo domingo, ha sido el primero en relacionar ambos casos: "ha advertido de que a Cataluña y a toda España no le conviene un gobierno central del PP ni de PP-C". No obstante, ha matizado que rechazar ese tipo de gobierno central no implica que CDC "vaya a echarse a los brazos de nadie en especial", aunque reconoce que "tenemos la idea clara de que no queremos otro gobierno del PP en Madrid ni del PP y C's", en un guiño al PSOE para buscar alianzas de Gobierno.

Respecto a los partidos de corte nacional, el desbloqueo de la presidencia del Govern provocado por la salida de Mas puede provocar que PSOE o Ciudadanos pidan a Rajoy que haga lo mismo que el líder de CDC y haya un presidente del Gobierno alternativo. A Pedro Sánchez, por otro lado, sus opositores internos le pueden presionar para que favorezca un Ejecutivo que pueda hacer frente al desafío catalán, incluso con un acuerdo PSOE-PP. Y Pablo Iglesias puede ver cómo el PSOE y algunos aliados como Compromìs le pidan que rebaje el tono de sus simpatías pro-referéndum.

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