'Donde comen dos': lecciones de vida con el humor de El Langui y Pablo Pineda

  • El Langui y Pablo Pineda protagonizan 'Donde comen dos', un 'docu-reality' sobre gastronomía que rompe esquemas.
Pablo Pineda y El Langui, en un momento de 'Donde comen dos', en Roma.
Pablo Pineda y El Langui, en un momento de 'Donde comen dos', en Roma.
ONZA / TVE
Pablo Pineda y El Langui, en un momento de 'Donde comen dos', en Roma.

"No. Nunca dejes que te digan que no puedes, si estás convencido ve a por ello". Estas palabras de Juan Manuel Montilla, más conocido como El Langui son pura inspiración. Las de Pablo Pineda, "siempre me he visto útil, no minusválido", son una demostración. Ambos protagonizan Donde comen dos (La 1. V. 23.15 h).

Donde comen dos es un viaje de "colegas", creado por Curro Velázquez y producido por RTVE en colaboración con ONZA ENTERTAINMENT y Fisherman Media. En él, El Langui y Pineda visitan los mejores restaurantes de España y del extranjero, cocinan con personajes famosos y hacen deportes de adrenalina, entre otras aventuras.

Hacen un programa donde comen gratis, hacen cosas divertidas, con gente interesante y les pagan... ¿Es el trabajo de su vida?

Langui: Sí. Estábamos tardando, macho.

Pablo: Sí.

¿Cómo surgió?

L.: Yo conocí a Pablo hace como dos años, en el rodaje de una publicidad de la Fundación Adecco. Y lo flipé con él, aluciné. Me dije que yo tenía que conocerle más, pasar tiempo con él, que este tío me va a inyectar power. Pero somos de ciudades diferentes, no eramos amigos, así que la única forma de pasar tiempo con él era trabajando juntos. Cuando acabé el rodaje de Que baje Dios y lo vea le dije al director, Curro Velázquez: ponte a darle vueltas a la cabeza e ingenia una serie, una peli o lo que sea para trabajar con Pablo. Y un día me llamó y me dijo: Ya lo tengo. Vais a hacer un docu-reality en el que tú y Pablo vais a recorrer el mundo visitando restaurantes con estrellas Michelin. Nos reunimos con Pablo y...

P.: Yo me lo pensé un poco más, porque había que hablarlo con la familia, con Adecco, con la Universidad... y al final dije ¡venga vamos a la aventura!

¿Y qué tal se están llevando?

P. ¡Faltal, fatal!

L. Lo que pasa es que él tiene la Concha de Plata, yo tengo dos Goya y es normal que interpretemos bien y parezca lo contrario.

¿Qué han aprendido?

L.: Ya hemos aprendido a hacer esferificaciones y nos han enseñado a hacer las mejores pizzas. Nos hemos metido en la cocina de muchos restaurantes. Han sido conocimientos para flipar a los colegas o hacer una tortilla deconstruída.

P.: Cómo usar una manga pastelera... o cómo tirar una pizza a posta (risas). Pero todas las cosas de vanguardia que hemos aprendido Langui las puede aplicar, porque su hijo es como él, le gusta la comida moderna, pero yo no, porque mi a mi madre no la veo haciendo esferificaciones con 80 años.

L.: ¡Pero para eso estás tú! (risas).

¿Cómo han vivido la pelea entre cocina tradicional y moderna?

P.: No hay pelea, pueden y deben convivir. Puedes comer todos los días algo tradicional y un día pegarte un pedazo de homenaje. Se trata de disfrutar de ambas cocinas, viendo sus diferentes cualidades.

L.: O al revés, comer todos los días de qualité fina y un día meterte unas migas o unos torreznos. Al final todos los grandes chefs te dicen que ellos parten de la cocina tradicional.

¿Cuál es el objetivo del programa?

P.: El objetivo está claro, es normalizar y visibilizar a las personas don diferentes capacidades, con otras capacidades. Porque hay que empezar a quitar lo de discapacidad. Queremos mostrar a la gente que con otras capacidades se puede disfrutar tanto y más que las personas normales.

L.: Y que nosotros podemos mostrarlo por la tele igual que cualquier otro. Vamos y hacemos un reportaje. Que si hay un hotel, que si se hace paramotor, que un pueblo es así... somos capaces de enseñarlo a nuestra manera.

¿Qué invitados les han marcado más?

P.: Quizá los actores sean los que más nos han marcado, como Karra Elejalde, aunque el que se lleva la palma por altura y envergadura es Fernando Romay.

L.: La verdad es que todo el mundo se ha portado muy bien, han jugado, han estado muy por la labor y hemos descubierto cosas que en otras entrevistas no habrían contado.

¿A quién traerían la próxima temporada si pudieran elegir sin limitación?

P.: A mis artistas favoritos, como Pablo Alborán o Malú, que nos canten una canción y nos dejen locos.

L.: Yo... podíamos ir a comer con Snoop Dogg. O podríamos ir a comer con Donald Trump y con Kim Jong-un, un a cuatro.

¿Y qué les cocinaríais a estos últimos?

L.: Pues directamente cianuro (risas). Pero bien presentadito, que son muy pájaros.

¿Cómo fue conocer al Papa?

L.: Independientemente de si eres creyente o no, impresiona. Ese día yo iba un poco rebelde, porque había tenido que madrugar mucho y pensaba que por qué no venía el Papa a verme a mi. Estaba renegón. Pero de repente no deja de ser un momento único, seas creyente o no. Tiene un aura... todo lo que le rodea. Es como cuando vas a Nueva York por primera vez. Impacta mucho.

Me puse muy nervioso y me fui corriendo y justo antes de entrar le compré a un hombre un rosario, para que me lo bendijera para mi madre.

¿Y Pablo?

L.: Pablo no estaba nervioso. Se llegó a echar una cabezadita, que lo tengo grabado.

P.: Es que la audiencia pública duraba mucho. Fue el personaje que más destacó. Él no es un famoso, da un punto serio al programa. Al final es un jefe de Estado. Y aún así nos lo puso muy fácil y acabó riéndose a mandíbula batiente.

L.: Claro, pensaría que eramos dos malitos más y Pablo acabó preguntándole que un Papa con síndrome de Down para cuando. Se portó. Con nosotros se paró, le solté el rosario y la película de Que baje Dios y lo vea, que lo teníamos pendiente y Pablo le preguntó.

¿Qué virtud destacarían el uno del otro?

L.: Pablo de mi no te va a sacar más que defectos. En serio, yo llegaba en un momento en el que me estaba pasando la factura el estrés. Llegaba al programa planteándome muchas cosas, pensando en dejar algunas... y Pablo me ha recordado a ese crío que yo era que llegó a El truco del manco y que no se quejaba de nada. Que no iba ni a mear en todo el día. Pablo no tiene nada que envidiar a ningún profesional. La palabra No para él no existe. No le gusta defraudar. Tiene sensibilidad y empatía. Y eso falta mucho en la sociedad.

P.: Yo de los defectos de Langui saco muchas virtudes que ojalá yo tuviera. Es un tío protestón y a mí me hace falta eso, porque nunca impongo lo mío. Hay que saber decir que no y pelear y batallar por lo tuyo.

Ahora que la citáis, ¿la empatía es importante?

L.: Debería haber una asignatura de empatía en Parvulitos y que se trabajara en todos los cursos en las escuelas y así haríamos una sociedad inclusiva total y solidaria total.

¿Se sienten a gusto con el título de 'ejemplos de superación?

L.: Más que a gusto es una responsabilidad, porque hay mucha gente que sigue ese referente. Y es una grandeza, pero también una responsabilidad. Si yo entré en barrena y nada me motivaba descubrí el rap y que con un boli y un papel podía sentirme útil. Pero yo no tenía referentes en el mundo del rap. Sólo había un patrón de chicos y chicas guapas, yo no veía un torcido ahí cantando. Ahora cualquier chaval con capacidades especiales sabe que puede hacerlo, hay un referente. Pero no sólo ocurre con los que venimos así de fábrica. A mí me motiva ir a un sitio con mil niños o jóvenes y que me conozcan, y que hayan visto una serie o una peli o hayan escuchado una canción mía y les gusta y delante no tienen al típico actor prototipo. Tienen a un tío al que las cosas le cuestan.

Eso también vale para cualquiera...

L.: No hay que dejar que te digan que no puedes. A muchos se nos ha dicho que no podíamos, se nos han puesto pegas, o se ha tenido miedo a la hora de darnos un papel o un curro. No. Nunca dejes que te digan que no puedes, si estás convencido ve a por ello.

Pablo, usted es además un pionero, ¿no?

P.: Sí, porque mis padres eran la excepción de aquellos padres de los 70 que eran ultraprotectores, que tenían un hijo con Down y se tenía que quedar en casa o iban a un internado. Mis padres dijeron "Pablo, tú puedes, inténtalo, y por qué no" y ese mensaje me ha calado y me ha llevado a hacer miles de cosas: el colegio, el instituto, una carrera, dos libros, la Fundación Adecco, la Concha de Plata, este programa... siempre me he visto útil, no minusválido.

De eso se trata Donde comen dos, al fin y al cabo, ¿no?

L.: Es humor, es divertido y a la vez da lecciones y toques de atención, a nuestro sector, pero también a los políticos y a la sociedad. A tu hijo, tenga Down, parálisis o nada, no le sobreprotejas.

En el programa se han alejado del drama...

L.: Siempre, no habría permitido otra cosa.

P.: Nunca lo habría hecho si hubiera sido así, porque mi vida no es un drama.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento