No dejan de surgir novedades en el caso del monstruoso secuestro de Austria. Josef Fritzl, el ingeniero retirado de 73 años sospechoso de haber encerrado en un sótano en la ciudad austríaca de Amstetten a su hija Elisabeth durante 24 años, haberla violado sistemáticamente y haber tenido con ella siete hijos, ha confesado hoy esos delitos ante la Policía.
Ahora se ha sabido que los niños, después de toda una vida sin ver la luz del sol, padecen distintos problemas de piel.
El caso ha causado un gran revuelo mediático, con periodistas llegados de todo el mundo para informar sobre este suceso, que se produce menos de dos años después de la liberación de Natascha Kampusch , otra joven austríaca que estuvo encerrada por su captor durante ocho años en un sótano cerca de Viena y que ahora ha ofrecido ayuda a las víctimas de este caso.
Las claves del caso
Siete hijos (uno de ellos, fallecido) y 24 años de cautiverio. Ése es el balance que a día de hoy puede hacer de su vida Elisabeth Fritzl, de 42 años, que el 28 de agosto 1984 fue secuestrada, drogada y esposada por su padre que la recluyó en una celda donde dio a luz a los siete hijos, que son fruto de las violaciones de su progenitor, que ya ha reconocido el incesto, según fuentes de la investigación.
El padre de Elisabeth, que tenía otros seis hijos con la madre de la secuestrada, dijo a toda la familia que su hija se había fugado, que se había adherido a una secta (la obligó a escribir una nota en la que pedía que dejaran de buscarla).
Sin embargo, la mujer permanecía recluida en un zulo de 80 m2 con cuatro estancias, dos pisos por debajo de donde han vivido durante estos años su padre, su madre y sus cinco hermanos, además de tres de los hijos que tuvo la secuestrada.
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