Es el hombre que mejor ha moralizado desde Heidegger ("el diablo no existe, es Dios cuando se emborracha"), el más elegante desde Cantinflas ("un caballero es alguien que sabe tocar el acordeón pero no tiene el mal gusto de tocarlo"), el asesino de Amelie ("la luna no es romántica, es intimidante e infernal"), la garrapata socióloga ("todas las marcas de donuts tienen nombres de putas")...
Con ustedes, en fin, el único ser humano capaz de llevar pantalones rojos y bailar una polka como un hombre de verdad: Tom Waits. Tío Tom, el Viejo Tom, la Laringe de Cristo crucificado...
Mapa en los zapatones
Thomas Alan Waits. Tres sangres: Escocia, Irlanda, Noruega. Nació el 6 de diciembre de 1949, octavo aniversario del bombardeo de Pearl Harbor. En Pomona (California), tramo final de la espina dorsal los Estados Unidos, la Route 66.
Afirma en todas sus recientes entrevistas que practica una suerte de examen de conciencia antes de afrontar la decisión de componer: "¿No estaré cayendo en la autoparodia? ¿Vale la pena esta canción o es un burdo ejercicio de estilo?".
Es decir, estamos en el terreno de la propia exigencia, que en el rock, sobre todo en el establecido de las estrellitas fugaces y serviciales para con sus amos, suele tener el mismo valor, con frecuencia incluso menos, que la marca favorita de cerveza o el estampado de la camiseta para salir a escena.
Siempre buscando
Con Waits nos enfrentamos a un caso único: durante dos décadas buscó una voz propia. Cuando la había depurado -One from the Heart (1982)-, convirtiéndose en el mejor crooner del fin de siglo, el poeta de las lunas de porcelana china que te astillan el corazón, decidió cambiarla por otra -Swordfishtrombones (1983)- y otra -Bone Machine (1992)- y otra más -Mule Variations (1999)-... Ahora incluso canta como un rapero con fiebre del heno -Real Gone (2004)- .
En ese camino sigue: mudando de glotis, con una camisa para cada noche, in excelsis deo, revolviendo la basura de los contenedores para encontrar lechuga tierna, el pendiente de tu hija adolescente, la toalla higiénica de tu novia, la lista de cosas por hacer que nunca haces, las viejas cartas metafísicas, el dictamen judicial de todos los divorcios, los nombres secos del pasado, el celular muerto, el cuchillo leproso, los zapatos de angora, la manzana dorada que perdiste al renunciar...
Su Yoko Ono
La mujer de Waits desde 1980, Kathleen Brennan -la Yoko Ono de esta historia pero en clave irlandesa, es decir, pegada a la tierra y no a las alturas celestiales del Arte de la Estupidez-, le tira de las orejas con frecuencia, juzgándole sin compasión, obligándole a ser él mismo, es decir, otro, es decir, él.
Le lengua insólita del tándem matrimonial (ambos componen a medias desde hace años) es una de las maravillas por las cuales vale la pena despertarse cada mañana. Un vértigo de ruido profundo, un infierno delicioso, hip hop del lago Tanganica, Kingston en el cuarto de baño, boogaloo en el corazón, hotel Hush Hush, dedos de roble negro, labios tártaros, conjuros en La Habana... Donde Manu Chao imita una guaracha, Tom Waits es la guaracha.
Bacon en la sartén
Rito para la alquimia: "El mundo está haciendo música todo el rato". Para Waits el sentido de la creación es acústico y está dispuesto a sustentar la idea con ejemplos. ¿Quieres música?. "Predicadores callejeros, caballos y trenes acercándose, niños cuando suena el timbre de fin de clase, multitudes hambrientas, una orquesta afinando, una lección de piano a través de la ventana de una casa, la cocina de un restaurante, el bacon en la sartén, una estampida de elefantes, un mechero Zippo, tractores, lechuzas...".
Desde entonces es otro. Más limpio orgánicamente, pero también más audaz y duro. Como siempre, sigue fuera de la cultura pop: cuando mandaban las flores, miraba a Charlie Parker y Johnny Mercer; cuando los vaqueros post hippies descubrieron que también en el campo molaba la cocaína, regresó a Raymond Chandler y la melancolía épica de los callejones; cuando el rock se convirtió en un videoclip de alta peluquería, adoptó modos de cromagnon y empezó a tocar con martillos y huesos... Lo ha transgredido todo. Surreal + rural = surrural. Mark Twain con una pistola en el sobaco. William Burroughs con arado
Tom Waits dará en julio 15 conciertos en Europa. Los presentó hace unas semanas en una singular conferencia de prensa virtual. Tres de ellos tendrán lugar en San Sebastián y Barcelona. Con ellos se solventará el mayor de los déficits de la programación de actuaciones musicales en España, donde han tocado todas las grandes figuras de la música popular de las últimas décadas. Excepto Tom Waits, algo más que un cantante. Una obligatoria religión.
Un disco
Bone Machine (Island Records, 1992) / 12,50 €
Un libro
Tom Waits. Conversaciones, entrevistas y opiniones / Mac Montandon (Global Rhytm Press, 2008) /23,90 €
Una película
Corazonada ('One from the heart') / Francis Ford Coppola, 1982 (Manga Films, 2004) / 12 €
Momento decisivo
Una boda liberadora: En 1978 Tom Waits escapó desde su California natal a Nueva York ("yo no era un hombre bebiendo una copa, sino un hombre bebido por una copa"). En el set de la película de Sylvester Stallone Paradise Alley, en la que Waits actuaba como secundario, conoció a Kathleen Brennan, que era analista de guiones y había trabajado para Francis Ford Coppola. Se casaron dos años después y siguen enamorados como adolescentes. "Encontré la capilla de Matrimonio en las páginas amarillas, al lado de Masajes. El nombre del pastor era Watermelon (Sandía) y no dejó de llamarme "señor Watts" durante toda la ceremonia". Se siguen adorando ("yo soy el recolector, ella es la cocinera") y tienen tres hijos: Kellesimone (1983), Casey Xavier (1985) y Sullivan (1993). El segundo es ahora el percusionista del grupo de su padre.
Entre 100 y 125 € y con DNI
Las entradas para ver a Tom Waits salen a la venta el lunes a las 9 h. Sólo se pueden comprar en Telentrada , en el teléfono 902101212. Costarán entre 100 y 125 €. Pese al precio y si el sistema no se colapsa, se agotarán en minutos. Los conciertos, los primeros del músico en España, país al que sólo ha viajado como turista, se celebrarán en el los auditorios Kursaal de San Sebastián (12 de julio) y del Forum de Barcelona (14 y 15 de julio). Saldrán a la venta unos 1.800 tickets para el primero y unos 6.000 para los otros dos. Los interesados sólo podrán comprar dos por persona. Deben aportar el número de DNI o pasaporte, que será cotejado a la entrada de los conciertos para, según la empresa productora (Cap Cap), evitar la reventa. La gira, titulada Glitter and Doom (Brillo y condena), proseguirá con 12 conciertos más en Milán, Praga, París, Edimburgo y Dublín.
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