Los manifestantes aseguraron que fueron golpeados y registrados por la policía, sin llegar a ser torturados, según la fiscalía. La reunión del G8 de 2001, fue una de las más violentas en la historia del grupo de los ocho países más industrializados del mundo. Los enfrentamientos entre activistas antiglobalización y las fuerzas de seguridad dejaron un muerto y centenares de heridos.
Los 45 procesados fueron acusados de brutalidad en una escuela donde los manifestantes acamparon durante la cumbre y en el cuartel donde fueron conducidos los detenidos durante las protestas. Patrizia Petruziello, una de las fiscales del caso, ha denunciado que muchos sufrieron "trato inhumano y degradante", según los criterios del Tribunal Europeo.
Se espera que la defensa apele contra los veredictos de culpabilidad. Ninguno de los acusados podrá ir a prisión antes de que el proceso haya concluido.
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