Santiago del Valle afirma en una carta que "hay que tener más cuidado con los hijos"

  • Añade que "luego pasan las cosas y vienen las lamentaciones".
  • Dice ser inocente del asesinato de Mari Luz y que necesita tratamiento.
  • También relata que mientras se buscaba a la pequeña "me dio igual".
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Imagen cedida por Canal Sur TV de Santiago del Valle García, a la salida de los juzgados de Sevilla.
Imagen cedida por Canal Sur TV de Santiago del Valle García, a la salida de los juzgados de Sevilla.
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Imagen cedida por Canal Sur TV de Santiago del Valle García, a la salida de los juzgados de Sevilla.
"Hay que tener más cuidado con los hijos" . Son las irónicas palabras que Santiago del Valle, el presunto asesino de
Mari Luz , escribe en una
carta al periódico La Nueva España de Asturias, donde además declara que
no asesinó a la pequeña onubense, reconociendo además que
necesita tratamiento médico, ya que se considera un enfermo.

En el escrito, Del Valle relata con total crudeza cómo se encontraba mientras se buscaba a Mari Luz y reconocía que "me dio igual, me era indiferente", añadiendo que "hay que tener más cuidado con los hijos y no dejarlos todo el día en la calle solos, que luego pasan las cosas y vienen las lamentaciones".

Cuando murió yo no estaba en Huelva ni mi mujer, sino en Sevilla y Granada
Además argumenta su inocencia diciendo que, aunque tras su detención explicó que la niña
murió "accidentalmente" al caer por las escaleras, "Todas las afirmaciones que hice fueron obligadas, porque era lo que ellos (la Policía) querían tener.
Yo no maté a Mari Luz porque, independientemente de que no la conocía, según los informes de la autopsia, cuando murió yo no estaba en Huelva, ni mi mujer tampoco. Estábamos en Sevilla y luego en Granada".

Y continúa diciendo que "En Sevilla, en la sala de urgencias del Hospital Virgen del Rocío. Yo tengo la tensión alta y fui por ello y allí pasamos la noche hasta el día siguiente, que tuve que firmar en las libertades provisionales del Juzgado. Después nos fuimos a Granada. Por lo tanto, la niña no pudo estar conmigo".

Tuvimos que marcharnos de allí por las amenazas de los gitanos
«Cuando llegué a casa con mi mujer -continúa-, ya ellos,
los gitanos, habían entrado rompiendo la puerta, buscando a la niña, sin pedir permiso alguno. Luego tuve que dejarlos entrar, pero con la Policía. Tuvimos que marcharnos de allí por sus amenazas, las de los gitanos». A la pregunta de si considera que necesita un tratamiento, dados sus antecedentes sexuales con menores, no duda: «Sí». 

La carta está escrita a mano en una hoja de libreta con un bolígrafo azul, con una letra no muy legible, durante su permanencia en el centro penitenciario de Villabona. En la misma también habla sobre la menor gijonesa a la que acosó, indicando que "Resulta que me apunté para estudiar en el colegio en que estaba ésta (la menor asturiana). Pero yo no sabía nada de esa gente".

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