En su primera cena de gala de 2009, Doña Letizia fue, de nuevo, blanco de todas las miradas.
La cita, que tuvo lugar el lunes en el Palacio Real con motivo de la visita oficial del presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, y su esposa, Svetlana Medvédeva, reunió a los Reyes de España y a los Príncipes de Asturias en una noche de cuento de hadas.La Princesa de Asturias deslumbró por su elegancia regia realzada por su espléndido vestido de raso y pedrería y una tiara muy especial, reservada sólo para las grandes ocasiones.
Un regalo del káiser
Para tan solemne encuentro, Doña Letizia lució la diadema prusiana, la misma que llevó el día de su boda, hace casi cinco años. Se trata de una de las mejores joyas de la Familia Real, regalo del káiser Guillermo II de Prusia a su hija Victoria Luisa, quien la cedió a su hija Victoria Federica, madre de Doña Sofía. Ésta la llevó en su boda con Don Juan Carlos, en 1962.
Se trata de una diadema de estilo neoclásico de platino y diamantes con un brillante que cuelga en forma de lágrima. Sus columnas, que recuerdan al Partenón, y las hojas de laurel han hecho que sea conocida como la tiara helénica.
Tiara floral
Por su parte, la Reina Sofía escogió un distinguido vestido drapeado en color rojo a tono con un collar de rubíes, dos pulseras de brillantes y la conocida tiara floral.
La pieza, de platino y diamantes, es un diseño de la firma francesa deLa tiara está compuesta por cinco flores -dos exactamente del mismo tamaño, en los lados, y una central, mucho mayor, a modo de corona- con su tallo y sus hojas en distintos grosores.
No es tan antigua como la tiara prusiana, pero tiene un significado especial para la reina: se trata del regalo de boda que recibió por parte del Gobierno español. Su hija la Infanta Cristina la lució en sus desposorios en la catedral de Barcelona, en 1997.
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