El Gobierno ha acusado de homicidio negligente a un hombre y su esposa por 34 muertes en un asilo de ancianos en Nueva Orleans, en el primer caso de la aplicación de la ley penal en relación con el huracán Katrina.

Según el último informe del Departamento de Salud de Luisiana, el balance total de víctimas mortales en ese estado, uno de los más golpeados por el huracán Katrina hace 15 días, ascendió el martes a 423.

La cifra eleva a 659 el número oficial de muertos por el huracán, incluyendo 218 muertos en el estado de Misisipi, 11 en el de Florida, dos en Alabama y otros dos en Georgia.

El anuncio del número aumentado de víctimas mortales y de medidas judiciales contra los propietarios del asilo de ancianos se conoció en momentos en que una nueva tormenta amenazaba al territorio de Estados Unidos.

"Se les advirtió repetidamente que venía la tormenta. Su negligencia tuvo como resultado la muerte de estas personas", dijo. El fiscal manifestó que Salvador Mangano y su esposa, Mable, se entregaron el martes a las autoridades y se les ha acusado de 34 cargos de homicidio negligente.

Cada uno de esos cargos conlleva un castigo de cinco años de prisión. "Tenían el deber y la obligación de cuidar a personas que no podían valerse por sí solas", indicó el fiscal. Foti no aclaró si los acusados permanecieron en el asilo de ancianos durante la tormenta o si huyeron antes de que hiciera impacto sobre la ciudad.

En el asilo, que estaba en una de las zonas más devastadas de Nueva Orleans, había aproximadamente 60 personas, algunas de las cuales fueron rescatadas o huyeron caminando.

Según el diario "The New York Times", hasta la semana pasada en el asilo todavía quedaban 14 cadáveres de los ancianos, en avanzado estado de descomposición.

El fiscal manifestó que también se está investigando la muerte de 45 pacientes de un hospital de Nueva Orleans cuyos cadáveres fueron encontrados el lunes por los equipos de rescate.

La semana pasada las autoridades de Luisiana advirtieron de que aplicarían el peso de la ley a quienes se dedicaron al saqueo tras el paso del huracán y antes de la llegada de los equipos de rescate.

Entre tanto, en la región oriental del país, la población de los estados de Carolina del Sur y Carolina del Norte observaba con preocupación el avance del huracán Ophelia que trae lluvias intensas.

Ante la emergencia, miles de personas comenzaron el martes una evacuación hacia el interior, mientras más al norte, en Virginia, el gobernador Mark Warner declaraba el estado de emergencia.

Los vientos máximos y sostenidos de Ophelia aumentaron el martes a 120 kilómetros por hora, con ráfagas más fuertes, y los de fuerza con tormenta tropical se extendían a 257 kilómetros desde su centro.

Según las proyecciones por ordenador del Centro Nacional de Huracanes, el ciclón podría tocar tierra en cualquier momento de hoy, miércoles, posiblemente cerca de Wilmington, en Carolina del Norte.

Ante la amenaza, las autoridades de ambas Carolinas ordenaron el cierre de escuelas y comenzaron a evacuar a la población de las islas más vulnerables frente a sus costas. Ophelia es el séptimo huracán de la activa temporada de huracanes del Atlántico norte de este año, que comenzó el uno de junio y terminará el 30 de noviembre, en la que se han formado quince tormentas tropicales y otros seis huracanes.

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