Vivir mutilado por una bala de goma: "Han pasado 20 años y sigo sin reconocerme en el espejo"

Tres víctimas de las pelotas de goma, tras la presentación del informe de Irídia y Novact en Madrid.
Tres víctimas de las pelotas de goma, tras la presentación del informe de Irídia y Novact en Madrid.
Jorge Paris
Tres víctimas de las pelotas de goma, tras la presentación del informe de Irídia y Novact en Madrid.

Ya era noche cerrada, la manifestación había seguido su curso y Ester Quintana debatía junto con el grupo de amigos con los que había acudido al centro de Barcelona aquel día de huelga general cómo regresar a casa.

En ese momento, Quintana, que entonces tenía 42 años, describe una escena caótica, con furgones policiales llegando en distintas direcciones y gente corriendo buscando una salida.

"Llegaron furgonetas por arriba cortandonos el paso en el Paseo de Gracia y fue cuando bajaron los escopeteros. Me asusté y crucé el Paseo de Gracia. Mi pareja venía detrás, me vio correr y él corrió detrás de mí. Yo me giré para ver si venía y fue cuando recibí el impacto en la cara".

- Luis, creo que me han dado, ¿qué tengo en el ojo?

- En el ojo... no hay nada.

Ester Quintana sufrió una mutilación de su glóbulo ocular aquel 14 de noviembre de 2012 como consecuencia del impacto de una pelota de goma disparada por un agente de los Mossos d’Esquadra. Su imagen, con un parche de color carne cubriendo su herida, inundó los medios de comunicación y las redes sociales en los meses siguientes, cuando inició una batalla judicial por esclarecer la verdad sobre lo que había ocurrido.

"Lo que llevaba peor era el que me vieran sin el parche", recuerda ahora, ocho años y medio después. "Me costó muchísimo quitarme ese parche, mi cara ya había cambiado y es cierto que con el parche ya no tenía el ojo ni veía ni nada, pero estaba tapado. El momento de quitarme el parche fue el momento decisivo y eso ocurrió como tres años después de lo que me pasó".

Ester Quintana perdió un ojo durante una manifestación por la huelga general del 14 de noviembre de 2012.
Ester Quintana perdió un ojo durante una manifestación por la huelga general del 14 de noviembre de 2012.
Jorge Paris
"El momento de quitarme el parche fue el momento decisivo y eso ocurrió como tres años después de lo que me pasó".

Nunca llegó a haber condenados, porque el juez determinó que no se podía demostrar qué agente de los Mossos d’Esquadra había disparado el arma que destrozó el ojo de Quintana, pero la Generalitat admitió su culpabilidad, indemnizándola con 260.931 euros. En diciembre de 2013, el Pleno del Parlament aprobó la prohibición de estos proyectiles en Cataluña.

Quintana es una de las 24 personas documentadas que han necesitado tratamiento médico por impacto directo de bala de goma en España desde el año 2000, según un informe presentado el pasado miércoles por las organizaciones de defensa de derechos humanos Irídia y Novact. De esas 24 personas, una falleció, siete sufrieron la mutilación del globo ocular y cuatro, la pérdida de visión en un ojo.

Una experiencia traumática

Carles Guillot tenía 29 años cuando perdió su ojo derecho. Han pasado 20 años. "Te sigues mirando en el espejo y no te reconoces. Sigo teniendo la imagen mía con dos ojos, puede que te reconozcas, pero no te gustas".

Se estaban produciendo disturbios en el desalojo de una casa okupa en Barcelona y él se dirigía hacia la zona cuando, según relata, un agente de la Policía Nacional se asomó detrás de un furgón y él pudo ver cómo disparaba la bocacha: "Desde el primer momento yo sé que es el impacto de una bala de goma. De ahí voy al hospital inmediatamente me dicen que voy a perder el ojo".

Las "cefaleas terribles" que describe pasaron tras unos meses, pero ciertas secuelas le han quedado para siempre. "No calculas las distancias porque no tienes profundidad de campo, me cuesta subir y bajar los escalones, te empiezas a fijar en las sombras para ver a qué distancias están los objetos, se convierte en dificultoso hasta ponerte agua en un vaso si el cuello de la botella no está en contacto con el vaso".

Carles Guillot fue mutilado en el año 2000 durante el desalojo de una casa okupa en Barcelona.
Carles Guillot fue mutilado en el año 2000 durante el desalojo de una casa okupa en Barcelona.
Jorge Paris
"Afecta a las relaciones sociales, a las relaciones sexo-afectivas, a la inseguridad contigo mismo, si te van a encontrar atractivo o no..."

La mutilación de un órgano en una zona de alta visibilidad como es el rostro supone una experiencia extrema de orden traumático, sorpresivo y repentino. El mencionado informe describe consecuencias como estrés postraumático, ansiedad y depresión, además de la pérdida de confianza y cambios en la identidad de las personas que lo sufren.

"Te genera inseguridad el verte, la estética que sacas hacia el exterior sin un ojo. Esto afecta a las relaciones sociales, a las relaciones sexo-afectivas, a la inseguridad contigo mismo, si te van a encontrar atractivo o no, la gente te mira porque de alguna manera siempre nos llama la curiosidad y todo eso lo tienes que trabajar", declara Guillot.

El debate sobre la prohibición

Además de en Cataluña, este tipo de proyectiles fueron prohibidos en otras dos comunidades autónomas: País Vasco (en 2015) y Navarra (en 2017), pero siguen siendo empleadas por Policía Nacional y Guardia Civil en el resto del país y también fue documentado su uso por parte de la Policía Nacional durante su intervención el 1 de octubre de 2017 en Cataluña.

"Amnistía Internacional se opone al uso de las pelotas de goma y está a favor de la prohibición en todo el Estado español por su alta imprecisión y el elevado riesgo que tienen de provocar lesiones graves", declara Daniel Canales, miembro de Amnistía Internacional que acudió a la presentación del informe.

"La ONU dice que se tiene que utilizar únicamente para hacer frente a una amenaza inminente contra la vida o la integridad física y que hay que disparar a la parte inferior del abdomen o a las piernas", añade Canales, que subraya que la circular de Interior de 2013 que regula el uso de estas armas en España "ni coincide con los supuestos que establece la ONU ni recoge directrices sobre las partes del cuerpo que no deben impactarse".

Pablo Pérez, portavoz de JUPOL, el sindicato mayoritario de la Policía Nacional, admite que "puede ser que haya una falta de precisión en el lanzamiento de las bolas, pero las bolas nunca van dirigidas a la masa ni a los manifestantes ni a las personas que están violentando el orden público".

El representante policial incide en que las balas son "disuasorias" y "siempre se disparan contra el suelo, no se busca pegar de lleno a una persona" En cualquier caso, Pérez se muestra abierto a la utilización de "otro tipo de materiales que se pongan en manos de la Policía" en sustitución de estos proyectiles.

Heridas que cuentan una historia

El 1 de octubre de 2017, Roger Español tenía 39 años y se encontraba haciendo una sentada para obstaculizar la salida de los furgones de la Policía Nacional, que acababa de retirar las urnas del colegio Ramón Llull, en el centro de Barcelona.

Se produjo una carga policial y se dispararon balas de goma. Cuando se encontraba, según describe, de pie, parado junto a un grupo de periodistas, esperando para subir a su casa, una bala de goma le alcanzó en la cara y le mutiló el ojo.

"Yo ya estaba en un proceso de cambio vital. Había dejado mi trabajo para dedicarme a mi pasión de toda la vida, que es tocar el saxofón. Me metí a estudiar en el Conservatorio del Liceu y había conseguido trabajo en la misma escuela para pagarme los estudios”, declara Español. "Dentro de un cambio vital que ya había decidido hacer me vino forzado otro por parte de la violencia del Estado".

Roger Español recibió un disparo con una pelota de goma en el ojo durante la jornada del 1-O de 2017 en Barcelona.
Roger Español recibió un disparo con una pelota de goma en el ojo durante la jornada del 1-O de 2017 en Barcelona.
Jorge París
"No intento disimular los efectos de esa bala de goma porque quiero concienciar a la gente solo con verme".

Según señala el informe de Irídia y Novact, de los 40 casos identificados entre los años 2000 y 2020, ninguno ha supuesto una condena para el autor material del disparo. Solo en el caso de Íñigo Cabacas, el único fallecido a causa del impacto directo de una bala de goma en este periodo, fue condenado por homicidio imprudente un mando de la Ertzaintza que no detuvo la carga policial.

En el caso de Español, el juzgado de instrucción número 7 de Barcelona descartó, el pasado 4 de febrero, que el impacto de una pelota de goma que mutiló su ojo fuera intencionado o imprudente, descartando convertir la causa judicial en un proceso de sumario. Sin embargo, el recurso interpuesto por Español fue aceptado la semana pasada por la Audiencia de Barcelona por lo que el caso será investigado.

"Evidentemente no me gusta estar así. Se podría suavizar físicamente un poco todo el impacto, pero he decidido no hacerlo porque, de momento, esta cara y esta lesión explica una historia que quiero que la gente sepa", declara Español. "No intento disimular los efectos de esa bala de goma porque quiero concienciar a la gente solo con verme".

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