Mucho más que 'Top Gun': Las mejores películas de Tony Scott

Denostado por los críticos, el recién fallecido director británico nos ofreció dosis industriales de entretenimiento en pantalla grande. Le homenajeamos recordando sus filmes más explosivos. Por YAGO GARCÍA
Mucho más que 'Top Gun': Las mejores películas de Tony Scott
Mucho más que 'Top Gun': Las mejores películas de Tony Scott
Mucho más que 'Top Gun': Las mejores películas de Tony Scott

No sabemos por qué lo ha hecho. A estas alturas, los únicos en saberlo serán su esposa Donna, madre de sus dos hijos, su hermano Ridley Scott y los policías que leyeron su nota de suicidio. Pero eso no nos impide llorar a Tony Scott después de conocer su suicidio, y recordar que (por mucho que los obituarios de la prensa echen tierra sobre el asunto) el recién fallecido director fue uno de los cineastas más denostados de las últimas tres décadas. Adjetivos como "videoclipero", "insustancial" y "publicitario" eran moneda corriente en las críticas de sus filmes, y puede que tuviesen razón. Pero también tenemos razón si recordamos que el pequeño de los Scott es uno de los directores que más entretenimiento y más goce visual proporcionaron al público durante su carrera. Por ello, recordamos sus mejores obras en este informe: si cuentas ya con una cierta edad, es muy probable que fueras a ver varias de ellas en pantalla grande, y que salieras del cine habiéndotelo pasado pipa.

Boy And Bicycle (1965)

La primera película de Tony Scott que recordamos en este informe no contó con él como director, sino como actor. Estamos hablando del primer corto de su hermano Ridley, protagonizado por un Tony de 16 años... Y por su bicicleta. Sin diálogos, con ecos del Free Cinema británico, la película registra el periplo de un chaval de clase obrera por el pueblo de Hartlepool en un día de novillos hurtos menores y tristeza en la playa. Toda una rareza a redescubrir.

One of the Missing (1969)

Ahora sí que nos encontramos con el Tony Scott director, en una pieza primeriza rodada con 24 años de edad. Y, contraviniendo a quienes le acusarían de populachero en el futuro, el joven cineasta eligió adaptar para su debut nada menos que uno de los pesadillescos Cuentos de soldados y civiles de Ambrose Bierce. Durante la Guerra de Secesión, un explorador confederado sobrevive inesperadamente a una batalla... Para descubrir que esa supervivencia le condena a una agonía terrible.

El ansia (1983)

Ya talludito, con algunos trabajos televisivos y muchos spots para SR (la productora publicitaria fundada por su hermano) a cuestas, Tony Scott debuta en largo y en cine con un filme que hizo época por muchas razones. Tales que su revisión sexy y estilosa de las historias de vampiros, la posibilidad de ver a los Bauhaus dando lecciones de goticismo musical, un David Bowie que se sometía a efectos de maquillaje revolucionarios, y (por último, pero no menos importante) el espectáculo de Catherine Deneuve y Susan Sarandon dándose un lote chupasangres al son del Aria de las flores de Léo Delibes.

Top Gun (Ídolos del aire) (1983)

Si, habiendo crecido en los 80, afirmas hoy que esta película nunca te dio ganas de subirte a un F-14 Tomcat, es muy probable que mientas como un bellaco. Uno de los primeros pasos de Tom Cruise hacia el estrellato internacional, Top Gun rompió taquillas (y corazones) con la historia de su protagonista ascendiendo a la gloria de los pilotos de élite, enrollándose con la instructora Kelly McGillis y viviendo situaciones de camaradería y rivalidad con sus compañeros aviadores. Esto último, hasta el punto de que Tarantino se cachondeó de ella afirmando que el subtexto gay le salía hasta por las toberas. Scott volvería a dirigir a Cruise en Días de trueno (1990), sin tanto éxito.

El último Boy Scout (1990)

Pasamos de los iconos ochenteros a los iconos noventeros. Porque, si trabajos como Superdetective en Hollywood II, Revenge (con Kevin Costner) y Días de trueno han quedado en un mediano olvido, no ocurre lo mismo con este thriller escrito por Shane Black y protagonizado por un Bruce Willis en plenitud de facultades como tipo duro. En su guión, el futuro director de Iron Man 3 tramó un macguffin a base de asesinatos en el mundo del béisbol, pero eso nos importa menos que comprobar cuántos tacos y cuantas agudezas por minuto puede disparar la bocaza del actor principal. Y cuántos tiros puede disparar su pistola, claro.

Amor a quemarropa (1993)

Puede que Tarantino acabase renegando de esta película, dado que su guión fue reescrito para limar asperezas e incluir un final feliz. Pero, pese a ello, la historia de amor y masacre entre el criminal Christian Slater y la prostituta Patricia Arquette resulta inolvidable por varias razones. Entre las cuales destaca, cómo no, ese duelo verbal que protagonizan un Dennis Hopper sin nada que perder y un Christopher Walken muy mafioso, que no mataba a nadie personalmente desde 1984.

Marea roja (1995)

El estilo videoclipero y frenético de Tony Scott se ganó a una nueva generación de fans con esta incursión en el género bélico, variante "submarino militar en situación límite". Claro que, contando en el reparto con Denzel Washington, Gene Hackman, James Gandolfini (Los Soprano) y un Viggo Mortensen casi desconocido, muy mal hay que hacerlo para que no te salga un filme memorable. De nuevo con la participación de Tarantino (quien no aparece en los créditos, y que por lo visto sólo aportó un diálogo), Scott consiguió una historia de acción imparable y un recital interpretativo de tal envergadura que, en comparación, su Fanático (1996) se quedó en nada, por más que en ella apareciese Robert De Niro.

Enemigo público (1998)

Inmerso en su período más productivo y creativo, Tony Scott obsequió a sus seguidores con la que podría ser su mejor película. Aprovechando el tirón de la tecnología vía satélite, y con un Will Smith que ve aumentar su star power fotograma tras fotograma, Enemigo público resulta un gran ejemplo de tecno thriller e incluye un guiño a los cinéfilos más dedicados que, aún hoy, sigue causando polémica: ¿Es el personaje de Gene Hackman, un ex espía renegado, el mismo que el actor interpretó en La conversación, de Francis Ford Coppola?

Spy Game (Juego de espías) (2001)

Mentiríamos si dijésemos que la carrera de Tony Scott durante los dosmiles fue triunfante. Sus películas bordeaban las fronteras del cliché, su estilo se consideraba pasado de moda y los críticos (que nunca le habían tenido demasiado aprecio) no se cansaban de señalar que el director parecía cada vez más desganado. Pese a todo ello, este cuento de agentes secretos en los estertores de la Guerra Fría nos permite ver juntos a Robert Redford y Brad Pitt.

El fuego de la venganza (2004)

Del juego al fuego, y tiramos porque nos toca ver a Tony Scott (por última vez) plenamente en su salsa. Es decir, rodando un thriller en el cual el estilo tiene más importancia que la sustancia, y con los viejos amigos Denzel Washington y Christopher Walken demostrando lo bien que se les da, respectivamente, encarnar a un héroe sin principios y a un villano con mucho charme. ¡Ah!, y también tenemos en ella a una Dakota Fanning que apuntaba maneras de superestrella pese a su corta edad.

Domino (2005)

Como Asalto al tren Pelham 1,2,3 no dejaba de ser un remake algo funcional, y como el personaje que más molaba en Imparable era un tren sin frenos, concluímos este informe recordando uno de los trabajos más extraños de Tony Scott, y también uno de los más reivindicables. Porque la historia (real) en la que se basa Domino, la de una modelo convertida en cazadora de recompensas, todavía resulta enigmática y sorprendente, casi tanto como ver a Keira Knightley armada hasta los dientes.

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