BIO Nació en L’Hospitalet de Llobregat en 1965. Trabajó en el grupo teatral La Cubana. Fichó por El Terrat y colabora con Buenafuente.
Pues sí, porque este proyecto no nos ha dado más que alegrías. Hacer una primera película y que te nominen como director novel es una enorme satisfacción.
¿Se siente hombre orquesta?
No, no creo que lo sea. Más que hombre orquesta, soy alguien afortunado. Parece que el cine, el teatro, la televisión y la vida son mundos separados. Yo creo que al final siempre es lo mismo: intentar explicar algo a alguien que te escucha.
Se ha atrevido con el cine...
Juan Cruz y yo teníamos claro que esta historia la queríamos explicar en cine. Hemos tenido la oportunidad de hacerlo y la cosa ha salido bien.
Empezó en La Cubana. ¿El teatro es una buena escuela?
En este oficio todo vale. A mí, los 15 años que estuve en La Cubana me han servido para aprender muchas cosas. Hacíamos un trabajo global y todos participábamos en el guión, en los montajes... Eso ayuda a tener una perspectiva amplia del mundo del espectáculo. En Tapas he aplicado muchas cosas que aprendí entonces.
¿Echa de menos subirse a un escenario?
Sí, aunque el teatro es muy disciplinado. Algunas veces no te apetecía, un sábado, hacer una función a las seis de la tarde y otra a las diez. Pero el contacto con el público es mágico.
¿Cómo descubrió su vis cómica?
No lo sé. Mi padre dice que más vale caer en gracia que ser gracioso. Mi capacidad cómica es algo que he ido encontrando y he tirado por ahí.
¿Con qué directores le gustaría trabajar?
Con Fernando León, Isabel Coixet y Pedro Almodóvar. Y con Woody Allen, aunque fuera para llevarle los cafés al rodaje.
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