JOSE ÁNGEL GONZÁLEZ. PERIODISTA
OPINIÓN

Carta a Berlín, ciudad sangrante

José Ángel González, escritor y periodista.
José Ángel González, escritor y periodista.
JORGE PARÍS
José Ángel González, escritor y periodista.

El fin de semana pasado me llevaron al mercadillo navideño al que un camión convirtió en degolladero unos días después. Las casitas alpinas de los puestos —los alemanes son bastante Disney— estaban empapadas por el hedor del chucrut fermentado —también son bastante dados a alimentos inexplicables— y el glühwein, el vino azucarado, caliente, especiado y metílico que se bebe cada diciembre.  El ‘perfume del invierno’, según dice la propaganda sobre los mercadillos, no incluía la presunta protección de los más de 250.000 agentes de policía del país, el más patrullado de la UE según Eurostat. No vimos a ninguno, ausencia chocante en una ciudad en alerta antiterrorista donde cada apiñamiento congrega a centenares de robocops —los alemanes son bastante Petronio cuando se meten en un uniforme—.

El reportero de la BBC Wynford Vaughan Thomas, volando en un Lancaster en uno de los 314 raids aliados contra Berlín de la II Guerra Mundial —sobre la capital nazi cayeron más de cien mil toneladas de bombas que generaron 30 metros cúbicos de escombros por habitante—, trasmitió al mundo este mensaje: "Vamos hacia la más gigantesca exhibición de fuegos artificiales silenciosa del mundo". Creo que el conductor del camión pudo secundar la alocución. Esta ciudad sabe mucho sobre estampidas, explosiones, alfombras de muerte, silencio...

El mercadillo de la tragedia está situado en un lugar elocuente sobre lo poco que cambian las circunstancias pese a la aparente desaparición de los escombros: entre la Gedächtniskirche, la iglesia rota por los bombardeos, y el Bikini Berlín, un moderno mall de tiendas para privilegiados que resume la idea futura que los especuladores han diseñado. Berlín debe de ser un nuevo Londres de minimalismo, start ups y alteridad gentrificada. A Robert Musil y Rosa Luxemburgo les sería negado el empadronamiento.

Ciudad en la que resido, me duele la tragedia como me duelen todas, individuales y colectivas. Cuando llegue el momento de seleccionar culpables de la matanza del 19-D quizá debas revisar, por mucho que duela, el "todos cabemos aquí" de la señora Merkel, aunque tampoco convendría olvidar que la jefa de Gobierno, al igual que otros —entre ellos los Borbón españoles—, fueron hasta ayer aliados de la pareja más atroz el mundo: el torturador Bashar al-Ásad, que siembra de cadáveres Siria desde 2000 (y su padre, de quien heredó la autarquía, desde 29 años antes), y la coqueta ‘rosa del desierto’ Asma.

Tuyo y sin atributos, Jose Ángel González

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