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Era un día más de trabajo en la Central térmica de Barranco de Tirajana (Gran Canaria). Unos operarios fueron a visitar en Temisas el futuro emplazamiento de una cabina para medir la calidad del aire y, de repente, salieron despavoridos al ver que alrededor de 10.000 abejas negras canarias ocupaban una cámara entre dos paredes del edifico del observatorio astronómico.

Los trabajadores no lo dudaron y le pidieron ayuda a su compañero Fernando Marrero, técnico de la central y apasionado de la apicultura. “Se encontraron un enjambre natural por sorpresa y uno de ellos incluso recibió una picadura. Como conocían mi afición por las abejas, vinieron a mí y entonces pensé en una fórmula para recuperar ese enjambre y darle otra ubicación. Y así lo hicimos. Fuimos, estudiamos cómo hacerlo y conseguimos sacar el enjambre, que acabó en el colmenar que tengo aquí en San Mateo”, apunta Marrero.

El técnico se sirvió del sistema del embudo para lograr su misión, que se basa en reducir el espacio por el que entran las abejas y modificarles la ubicación. “Las abejas, cuando salen de la colmena al nacer, hacen un primer vuelo de reconocimiento y se ubican con una precisión milimétrica. Entran siempre a la colmena por el mismo sitio y por unos orificios muy reducidos. Si tú, ese conocimiento se lo cambias, haces que les cueste trabajo encontrarlo. Entonces, se les pone un cono que desvía la salida y la entrada y al lado una caja, porque cuando ven que no pueden entrar se van quedando alrededor y formando una piña. Y, cuando llega la noche, tratan de cobijarse pero, como les hemos puesto una casa adicional donde hay panales con olor a abeja que les resultan atractivos, se refugian allí”, agrega.

Su historia constituye el decimoséptimo capítulo de #YoPueblo, un proyecto que, de la mano de Endesa, muestra una realidad a menudo desconocida pero muy presente en numerosos municipios españoles, la de la apuesta por la sostenibilidad a través de notables iniciativas que dan vida al entorno rural.

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Desde pequeñito, había apicultores cerca de nuestra casa y cuando los veías o te llevabas una picada o comías la miel que te regalaban

PASIÓN POR UNA FUENTE DE VIDA

El Pico de las Nieves, perteneciente al municipio de Vega de San Mateo, es uno de los puntos más altos de la isla de Gran Canaria y donde Marrero tiene un terreno en el que ha llegado a albergar hasta 12 colmenas. No obstante, su apiario se vio drásticamente reducido tras el incendio que asoló esta cumbre en el año 2017 y del que la zona ya se empieza a recuperar.

El veguero cuida de los insectos manteniéndolos aislados del suelo para que no les afecte la humedad y alimentándolos cuando pasan épocas climatológicamente más delicadas. En cuanto a los ejemplares de abeja negra canaria, especie en peligro de extinción, destaca lo especiales que son, al haberse adaptado muy bien a las condiciones de las islas y ser mansas y muy productivas.

Sus amplios conocimientos sobre las abejas responden a una pasión que le ha acompañado durante prácticamente toda su vida. Desde pequeñito, había apicultores cerca de nuestra casa y cuando los veías o te llevabas una picada o comías la miel que te regalaban, recuerda con alegría. Hace unos 15 años, instaló las colmenas en su finca, actividad que inició tras sufrir un problema de salud que le tuvo apartado del trabajo durante unos meses, periodo en el que se formó de manera específica en la materia.

“Si desapareciesen las abejas, en cuatro años la humanidad no tendría alimentos para comer. Son las que procuran la polinización de nuestros alimentos. De las flores salen los frutos. Si no las tuviésemos para polinizar, sería casi imposible cultivarlos. Y esto es lo que no somos capaces de ver”, resume Marrero, quien recalca lo gratificante que es convivir con la naturaleza, el beneficio de la práctica de la apicultura que más valora junto con la paz y la quietud que encuentra en ella.

Nacido en San Mateo, el apicultor tiene
una fuerte vinculación con el pueblo
en el que se crió “corriendo por los terrenos y las laderas”

RADIO Y ESCUELA-TALLER EN LA ZONA

Nacido en San Mateo, el apicultor tiene una fuerte vinculación con el pueblo en el que se crió “corriendo por los terrenos y las laderas” y donde veía la nieve con emoción al menos una vez al año. “Esos son recuerdos imborrables. Y volver ahora y tenerlo cerca para mí significa llenar la vida”, resume.

Cuando era joven, ganó el concurso para sacar adelante una emisora de radio local y, más adelante, participó formando a estudiantes en una escuela-taller de la zona. “En los pueblos pequeños hay un gran talento y un gran potencial. El problema es cuando están alejados, cuando no tienen medios suficientes, lo que les hace difícil el sobrevivir o el llevar el día a día. Pero la riqueza que tienen en sí mismos es inmensa. Vale la pena mantenerlos, hay que hacerlo. Al final, muchos acabamos volviendo, porque cuando sales te das cuenta que vas a ganarte la vida, pero te falta algo. Y no lo recuperas hasta que vuelves y te reencuentras con la naturaleza, los vecinos y la gente”, concluye Marrero.

Paraguas en Torrox

El técnico se sirvió del sistema del embudo, que se basa en reducir el espacio por el que entran las abejas y modificarles la ubicación

Fernando Marrero, el mecánico entregado a las abejas y a la naturaleza

Natural del pueblo grancanario de San Mateo, Fernando Marrero es técnico de Endesa en la Central térmica de Barranco de Tirajana y apicultor. Dos labores que en junio entraron en contacto directo cuando unos compañeros de trabajo encontraron 10.000 ejemplares de abeja negra canaria en un edificio

#yopueblo es una serie documental de Endesa que recorre los caminos de la España rural y sus comunidades, con las que la compañía ha estado comprometida desde 1944 y seguirá estando en el futuro. Nos encontraremos con iniciativas, protagonistas y gentes que apuestan por estos entornos con una energía especial.

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Idea creativa: Fedra Valderrey |
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Entrevistas y contenidos: Nicolás López Viu |
Audiovisual e imagen: Pablo Ballesteros