Crítica de 'A diente de perro'

Con el marco del paisaje poligonero levantino como escenario, el alicantino José Luis Estañ ha levantado su ópera prima ciñéndose a los códigos del thriller asfixiante de personajes atrapados y callejones tapiados. Darío, el protagonista interpretado notablemente por Miguel Ángel Puro, se asemeja a un animal arrinconado, sin más posibilidad que la huida hacia delante. 

La película, de hecho, comienza con furia y disparada, siguiendo las últimas horas de Darío en el trabajo: del almacén de mercancías al sexo con la hija de su jefe en el despacho, varias rayas de cocaína mediante. La caída que está por venir, no hace falta señalarlo, será tan dura como el subidón al que vive agarrado el personaje, pero Estañ, tras el golpe vital, prosigue interesado en escudriñar a un protagonista con más deudas que futuro.

¿Cómo redimir a un tipo cuyo tiempo parece estar agotado desde el minuto uno? El nervio y el ánimo de síntesis de la propuesta restan algo de contundencia al guion, que hacia el desenlace comienza a mostrar ciertas lagunas narrativas y algún que otro peaje por los lugares comunes del género, pero de lo que no cabe duda es del buen ojo de Estañ a la hora de dibujar a unos personajes repletos de brío y de un compás rítmico ajustado a los tiempos. Ojalá el alicantino continúe más allá de su debut, nuevo y convincente capítulo en la historia del thriller patrio.