Crítica de 'Con canas y a lo loco'

Quien se atreva a franquear el título español de la tercera película de la actriz y directora Katie Aselton ya demuestra que no necesita mucha red de seguridad en la vida. No pondrá pegas, por lo tanto, a la falta de andamiaje argumental, visual o prácticamente de cualquier tipo que revela esta incorporación al fructífero subgénero de las comedias de cambio de cuerpos. En ella una treintañera (Elizabeth Lail) aficionada al estilo de vida del meme “Señoras que” acaba, por obra y gracia de un ritual inespecífico –ríete tú del de Jacuzzi al pasado–, convertida en una Diane Keaton septuagenaria capaz de conseguirle más likes en Instagram con esta nueva apariencia de ingenua jubilada que con su anterior aflicción millennial.

Aunque un rasgo básico de este recurso dramático –capaz de alimentar la creatividad artística tanto de Rob Schneider como de Aleksandre Koberidze– es llevar la empatía hasta una fisicidad absurda, poniéndote literalmente en los pies de otro para entender su visión del mundo y con eso ser consciente de los límites de la tuya, en el caso de Mack (Lail) y Rita (Keaton) el contraste se desactiva cuando la deseada nueva apariencia de la protagonista está lejos de suponer un problema. Así la premisa se diluye en una variación de Book Club (2018) y otras películas donde el cénit del humor puede codificarse en la idea de Diane Keaton haciendo pilates.