Crítica de 'Mis queridísimos hijos'
Si estamos ante el nuevo Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? o La familia Bélier, ambas de 2014, que desataron las risas de doce y siete millones de galos, las cifras son para llevarse la manos a la cabeza. Mis queridísimos hijos se ha quedado en poco más de medio millón de irreductibles, y no es ni mejor, ni peor, que aquellas.
La fórmula es similar: cómicos veteranos (Josiane Balasko y Didier Bourdon), versus otros más o menos jóvenes (Ben y Marilou Berry, hija de Balasko, también en la vida real), y un tema al que darle la vuelta, sin pasarse de rosca, ni salirse de los límites de una comedia blanca, conservadora y abiertamente populista. En este caso, se trata del manido síndrome del nido vacío, tan común en el cine tirando a silver, como palanca para una algo confusa, y no poco cínica, fábula moral que contrapone los valores del dinero y la familia, para acabar confirmándose como una película navideña con las fiestas en fuera de campo.
Las situaciones cómicas se derivan del repentino interés que un joven ejecutivo, torturado por su patrón, y la secretaria de un dentista, en pareja con este, sienten por sus padres cuando se enteran de que, supuestamente, les ha tocado el gordo… No es una película diseñada para complacer a la crítica, pero los fans de Dios mío o los Bélier no tienen por qué salir decepcionados. La pena es que el mundo ya no se parece en nada a 2014.
FICHA TÉCNICA
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Director:
Alexandra Leclère
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Género:
Comedia
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País:
Francia
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Sinopsis:
Chantal y Christian son una apacible pareja que se aburre durante su jubilación. Ansían ver a sus hijos, pero estos no les prestan toda la atención que les gustaría. Sin embargo, todo ello cambia cuando les dan una gran noticia: les ha tocado la lotería.
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Guion: Alexandra Leclère
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Duración: 95 min.
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Reparto: Josiane Balasko, Didier Bourdon, Marilou Berry, Cédric Ben Abdallah,
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Veredicto: Te lleva a pensar que el amor es un intercambio económico.
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Distribuidora: A Contracorriente
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Estreno: 1/07/2022