Crítica de 'Regreso a Córcega': redonda como un vinilo

Resulta como mínimo curioso que Catherine Corsini, una realizadora que ha desarrollado su carrera entre el indie y el mainstream, siempre tratando de dar una forma fluida a temas reivindicativos, se haya sentado a escribir esta película a cuatro manos con Naila Guiguet, que además de guionista también es DJ profesional. 

La película es redonda como un vinilo: nos habla, ya lo dice el título, del retorno a Córcega de una mujer que, tras dar a luz a sus hijas, tuvo que salir por patas de la isla. Y los temas se van entrelazando, más o menos armoniosamente, como en una sesión para la pista: la rivalidad entre hermanas, amor interracial entre dos chicas, transfuguismo social, secretos de familia y reconciliación con el pasado…

Tampoco falta la escena de discoteca, aunque resulta algo moralizante. Como siempre en el cine de Corsini, la prioritaria necesidad de pasar el mensaje hace que tienda al subrayado y a que los personajes devengan funcionales, pero en contrapartida sabe captar la sensualidad del paisaje estival de la isla que también representa sus orígenes, y cuenta con un trío protagonista maravilloso: Aïssatou Diallo Sagna, Esther Gohourou y, sobre todo, Suzy Bemba, que va camino de convertirse en una auténtica estrella.