Críticas

Crítica de 'El último viaje del Demeter' en Prime Video: Drácula en un barco para disfrutar del mal a bordo

Drácula, en 'El último viaje del Demeter'
(Diamond Films/Universal Pictures)

Cuando parecía que la maldición del barco descrito se había extendido inevitablemente a la película en lo que a su exhibición en España se refiere, El último viaje del Demeter, esperada por no pocos aficionados al género, ha llegado a nuestro país vía Amazon Prime Video.

El filme, materializado por fin en 2023 después de más de dos décadas con sucesivos cambios de enfoque y de personas involucradas en el proyecto (directores como David Slade, Neil Marshall o Guillermo del Toro e intérpretes como Jude Law, Viggo Mortensen, Ben Kingsley y Noomi Rapace), iba a estrenarse en los cines españoles el año pasado. Sin embargo, su entrada en escena se pospuso y nunca más se supo. Hasta julio de 2024, momento en el que se ha incorporado al catálogo de Prime Video, reflejo del asidero que constituyen las plataformas en estos casos de 'rescate'.

El último viaje del Demeter, de la que aquí tiene sus derechos Diamond Films, se basa en uno de los diarios presentes entre las páginas de Drácula, de Bram Stoker, el del cuaderno de bitácora del capitán de la embarcación que lleva rumbo a Inglaterra un cargamento privado compuesto por cajas de tierra, en una de las cuales descansa el monstruo.

Dirigida por el noruego André Ovredal, responsable de La autopsia de Jane Doe y, antes, de Troll Hunter, está protagonizada por Corey Hawkins (visto en algunos capítulos de The Walking Dead y rostro del reboot de 24), Aisling Franciosi (The Nightingale), David Dastmalchian (El último late night) y Liam Cunningham (el leal Davos Seaworth de Juego de tronos). Y por supuesto no hay que olvidar que el actor español Javier Botet contribuye a dar forma a la criatura.

Crítica de 'El último viaje del Demeter'

Valoración:
'El último viaje del Demeter'
Cinemanía

Una de las ideas más arrebatadoras de Drácula, la novela de Bram Stoker, magnética entre otros aspectos por la carga que le otorga el recurso narrativo de los diarios, era la del traslado marítimo de las cajas de tierra para que el rey de la noche llegara a Inglaterra. Cuidada, seductora y de la vieja escuela, El último viaje del Demeter toma y adapta el planteamiento y la situación para hacer disfrutar del terror clásico y del factor del mal a bordo.

Su estructura, proceso y elementos responden punto por punto, sin que por ello asome la sombra de las convenciones, a lo que se espera de las historias sobre el surgimiento del horror en un espacio acotado y a las que, en concreto, modulan la circunstancia desde la singularidad de un barco como escenario: el apunte inicial relativo a los que no quieren saber nada ni de la embarcación ni del cargamento, la muerte o enfermedad de los animales, la primera y extraña desaparición, los pensamientos supersticiosos, el recelo generado al darse una de las bases para la mala suerte, la sucesión de muertes en la noche, el abatimiento del menguante número de integrantes, la constatación de lo que ocurre, la asunción de la maldición y los esfuerzos por erradicarla para que no se extienda más allá de lo que pasa entre proa y popa.

El enumerado anterior entraña carácter reconocible, si buen atrae precisamente por lo clásico y porque no se percibe la incidencia de lo funcional. El desempeño de André Ovredal consigue que ese mal narrativo apenas se filtre. A diferencia de La autopsia de Jane Doe, el filme con el que sorprendió el noruego, El último viaje del Demeter no destaca por la tensión canalizada, sino por la atmósfera creada (rasgo que comparte con el título citado) y por el manejo de lo dispuesto.

Corey Hawkins y Aisling Franciosi, en 'El último viaje del Demeter'
(Diamond Films/Universal Pictures)

La obra cuenta a su vez con personajes arquetípicos pero interesantes: el médico protagonista (sólido trabajo de Corey Hawkins) que contrasta con el resto de perfiles, la polizona salvada por el doctor cuyo testimonio da pie a las contextualizaciones, el capitán noble y de los de antes (rol idóneo para Liam Cunningham dada su imagen cinematográfica), y el rígido pero más que válido primer oficial (otro buen papel de David Dastmalchian). 

Dentro de lo suscitado, hubiera gustado que el guion, en lo referente al médico como representación de la mirada basada en la ciencia, resaltara más el impacto posterior ante lo sobrenatural y que en lo relativo a Anna se hubiera desarrollado más la cuestión de su conexión con Drácula.

Para que no aparezca lo repetitivo, la dinámica de la muerte por noche cambia al introducirse el doble componente de la infección y la posesión, el cual depara uno de los mejores tramos del relato. Además de incluir un pequeño guiño a El resplandor, este pasaje llama la atención por su cierto riesgo si se atiende al tabú que en parte rompe con su plasmación de un hecho que siempre incomoda y remueve.

El último viaje del Demeter muestra a Drácula en su condición de bestia vampírica. Lo hace, también con sentido clásico, describiéndolo como el monstruo que sale por las noches, va adquiriendo fuerza conforme se alimenta y 'raciona' sus 'provisiones'. Se notan algunos movimientos digitales, pero uno se queda con su rostro a lo Salem’s Lot y con que además constituye otra participación internacional de Javier Botet.

La resolución deja detalles estupendos al reflejar su momento dramático y el epílogo ejerce sugerencia por la juguetona vía que abre mirando a cierto personaje de la obra de Stoker. La pena es que difícilmente veremos una secuela.

¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.

loading...