La sombra de la traición

No hay que buscarle tres pies al gato, pero empezar una crítica preguntándose por qué Richard Gere sigue haciendo cine es tan desolador como intentar comprender el rocambolesco argumento de La sombra de la traición. Con un título que confunde aún más al personal: en español, porque Gere protagonizó en 2007 ¡La sombra del cazador!, y en inglés (The Double, el doble) porque da más información de la que debiera, este thriller de espías del debutante Michael Brandt se marca un farol a la media hora de metraje, con un giro sorpresa que, paradójicamente, se nos desvela en el tráiler. Con un argumento trillado donde los haya –un agente de la CIA retirado colabora con un novato del FBI para capturar a un criminal ruso– tampoco favorece la falta de precisión en ciertos aspectos técnicos (y no hablamos del sospechoso tinte de pelo que comparten Richard Gere y Martin Sheen). Porque, ¿cómo es posible que en el flashback que explica el origen de la relación entre ambos personajes los actores no hayan rejuvenecido ni un ápice? O ese look vampirizado de Stephen Moyer al que sólo le faltan los colmillos de True Blood. Nada ayuda. Si Richard Gere consiguió que un perro le hiciera sombra en Siempre a tu lado (Hachiko), aquí se supera a sí mismo: estarás más atento a lo que hace con su reloj (no se lo cree ni él) que a sus acostumbrados (y manidos) mohínes.

MARILÓ GARCÍA