Críticas

Ready Player One

Ready Player One

En cuanto tuvo un despacho para él solo, cuentan por ahí, Steven Spielberg mandó instalar en él una máquina de Asteroids (1979), uno de aquellos juegos que arrasaban cuando el mundo era joven y los monitores en blanco y negro. Mediante este gesto, al que siguieron otros, el autor de E. T. demostró ser uno de los pocos cineastas capaces de ver en el ocio electrónico, no ya un arte, sino algo más que un gadget o un síntoma de la decadencia de Occidente. Así pues, su encuentro con el bestseller de Ernest Cline, novela fetiche de cierta cultura jugona (y no de la mejor), tentaba y espantaba a la vez. Porque más allá de opiniones sobre los méritos literarios del original o sobre su presunta apología de la inmadurez machirula, la perspectiva de un gamer de 30 años (o de 20, o de 40) no es la misma que la de uno de 70, ni siquiera aunque este último se llame Steven Spielberg.

Así pues, lo primero que uno hace viendo Ready Player One es respirar tranquilo. Tal vez las escenas CGI ambientadas en el mundo virtual de OASIS no apabullen por su imaginación (más bien resultan olvidables, como las cinemáticas de un juego de alto presupuesto), pero también evitan la vergüenza ajena recordándonos que el cineasta puede darle collejas a todo el gremio moderno del blockbuster en lo que toca a encuadres y montaje. Asimismo, cuando explora ese mundo ‘real’ tan feo y tan precario, el cineasta emplea la misma mirada parduzca de Minority Report. Y en cuanto a la obsesión por eso que los personajes llaman “cultura popular”, y que no pasa de una retahíla de guiños ochenteros, dejémoslo en que no hará salir huyendo a quienes confundan a Mario con Pac-Man. Por mucho que imaginarse al Spielberg de 1984 escuchando a Duran Duran o Van Halen resulte difícil.

Pese a ello, uno piensa que a la película le falta algo: una pieza diminuta pero imprescindible en la máquina spielbergiana. ¿De qué se tratará? Pues de la capacidad para lograr que los personajes importen. Puede que la carencia venga de la novela de Cline, que firma el guion a medias con Zack Penn, o de los actores (por resumir: el único que cumple es Mark Rylance), pero el caso es que la búsqueda del grial a cargo de Tye Sheridan y su pandilla acaba por dejarnos indiferentes. Más allá de los recuerdos de Indiana Jones y la última cruzada o de los lamentos sobre lo bien que se le daba al director ponerle carne a los arquetipos, podemos recordar cómo en la reciente Los archivos del Pentágono los protagonistas acababan interesando menos que el proceso en el que se veían envueltos. Lo malo es que aquí el proceso en cuestión es una fantasía de poder teen con aspiraciones de sátira social y acaba resultando irrelevante pasada una hora y media. 

Usando mimbres similares a los de Ready Player One, Edgar Wright obtuvo Scott Pilgrim contra el mundo, una de sus mejores películas y su mayor fracaso de taquilla. Allí, el director inglés tuvo presente que el mérito de un videojuego no depende de unos gráficos tremendos, sino de las ideas que transmita y los desafíos que plantee. Curioso que Spielberg, jugón veterano, haya olvidado precisamente eso en esta película.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

  • Director:

    Steven Spielberg

  • Género:

    Acción, Ciencia-ficción, Aventura

  • País:

    EE UU

  • Sinopsis:

    Cuando el creador del mundo virtual OASIS muere, deja su herencia escondida. Quien encuentre el Easter Egg de ese mundo, heredará su fortuna. Wade Watts será el primero en encontrar la primera pista.

  • REPARTO: Ben Mendelsohn, Tye Sheridan, Olivia Cooke

  • GUIÓN: Zak Penn, Ernest Cline

  • VEREDICTO: Imágenes vistosas, desarrollo olvidable: la película 'gamer' de Spielberg se parece demasiado a un videojuego triple A.

  • DISTRIBUIDORA: Warner Bros.

  • ESTRENO: 29/03/2018

  • imdb: https://www.imdb.com/title/tt1677720

Redactor 'Cinemanía'

Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Sus textos se publican en la revista Cinemanía desde 2005. Ha sido miembro fundador de Canino, web dedicada a la cultura popular, y redactor en el diario ADN, además de colaborador en medios como Mondo Sonoro, Neo2 y On Madrid-El País.

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