The Equalizer (El Protector)

Adaptación de una teleserie de los 80, esta reunión entre el director de Training Day y su protagonista convierte a este último en un hombre que solía ser un asesino y que lo sigue siendo pese a lo mucho que se esfuerza en esconderse tras las páginas de El Quijote, un libro que por cierto describe como “acerca de un hombre que intenta ser un caballero pese a que vive en un mundo donde los caballeros no existen”. ¿Se pilla la metáfora?

The Equalizer: El protector no es una película sutil y sí una llena de clichés. Incluye un asesino del gobierno que se retiró por trágicos motivos personales y se comporta a la manera de un samurái, gánsteres rusos que regentan prostíbulos y varias de esas escenas en las que el héroe camina a cámara lenta sin inmutarse ante las explosiones que suceden a sus espaldas.

En todo caso, aquí Fuqua despliega un estilo más refinado del acostumbrado en su cine. En la mayoría de las escenas de acción pone énfasis en la claridad y la comprensión, y se toma su tiempo a la hora de establecer las circunstancias de su protagonista y enfatizar la calma y el aislamiento que utiliza como escudo contra su pasado. Tanto es así que los momentos entre secuencias de acción a menudo son estirados más allá de lo que la paciencia aconseja. Si nada de eso acaba estropeando la diversión es gracias a Denzel Washington, héroe de acción capaz de comunicar sensibilidad y emoción incluso mientras contempla a sus víctimas manar borbotones de sangre.