'Todo sobre mi padre': italo comedia familiar con mucha pasta, pero poco espíritu

Sebastián Maniscalco es uno de los cómicos más exitosos del panorama estadounidense actual. Sus logros incluyen varios especiales de Netflix, un sinfín de apariciones televisivas, o haber llenado el Madison Square Garden varias noches seguidas. Además, desde hace unos años, comienza a rascar apariciones en prestigiosas películas como Green Book (2018) o El irlandés (2019). 

Todo sobre mi padre, la película que llega ahora a nuestros cines, es una herramienta más para su lucimiento, empujada por él y por su manager y productora, Judi Marmel. La historia está basada en su vida real, suyo es el papel protagonista, su pareja de baile es Robert De Niro y el guion, del que es coautor, está estructurado para permitirle incluir material original de sus monólogos entre línea y línea de diálogo.

Hasta aquí, todo son buenas noticias. El éxito de Maniscalco no es inmerecido: su comedia física es devastadoramente divertida y combina tan bien con el lenguaje cinematográfico como con los escenarios. Sus rants (verborreas enfurecidas) son divertidísimos y conectan con un Robert De Niro que, a pesar de tenernos acostumbrados a jugar en piloto automático cuando se trata de comedias familiares, parece estar divirtiéndose y esforzándose en regresar a aquella forma de despotricar que le hizo célebre. 

Cuando ambos actores se juntan, salvando cierta distancia, se convierten en tímidos reflejos de aquellas secuencias eternas e hilarantes que Joe Pesci y el propio De Niro firmaban en Toro Salvaje (1980). Por desgracia, la fórmula se impone. Su directora, Laura Terruso, habitual en televisión y acostumbrada al encargo, prioriza el lucimiento de sus estrellas a cualquier indicio de personalidad.

Así, se echa de menos algún recurso visual que acompañe a la comedia, deliciosamente escrita pero abandonada en la puesta en escena. La estructura es tan aburrida que recuerda a cualquier otra y los secundarios, aunque célebres (es divertido ver a David Rasche, el Karl de Succession, haciendo un papel mucho más familiar), están como adornos.