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Auge y caída de Robert Zemeckis: ¿cómo pasó el director de 'Regreso al futuro' a ser un imán para los desastres en Hollywood?

Tom Hanks como Gepetto en el 'Pinocho' de Robert Zemeckis.
Disney

En el arte en general, y en el cine en particular, una obsesión puede ser el primer peldaño hacia una carrera gloriosa o una receta para el desastre. Algo de lo cual tenemos el mejor ejemplo en la carrera reciente de Robert Zemeckis: desde el cambio de siglo, el director de Regreso al futuro y Forrest Gump ha pasado de ser un titán de Hollywood a vivir bajo la perpetua sombra de la catástrofe crítica y taquillera. 

La recepción a su remake de Pinocho en el Festival de Venecia confirma que Zemeckis no está en vías de recuperación, que digamos. Con un escueto 40% por ciento de críticas positivas en Rotten Tomatoes, la cinta se ha llevado invectivas tales como "apenas parece una película de verdad" (IndieWire) o "destrozará a los fans y decepcionará al resto" (ComicBookMovie). Ni siquiera la presencia de Tom Hanks como Gepetto ha atraído la indulgencia de los plumillas. 

¿Cómo pudo ocurrir esto? La explicación más fácil es que la pasión de Zemeckis por las imágenes digitales ha supuesto su ruina. Si buscamos una fecha para el comienzo de dicho declive, podemos ponerla a comienzos del siglo XXI: Polar Express (2004) y Beowulf (2007), dos largometrajes realizados mediante captura de movimiento, supusieron otros tantos baches en la carrera de un autor que había solventado con brillantez una pirueta de la talla de Náufrago (2000).

Lo que la verdad esconde, un thriller tirando a ramplón estrenado también en 2000, había probado que Zemeckis no era infalible. Pero, hasta ese momento, incluso sus momentos menos álgidos  resultaban disfrutables: cuando el director estaba de buenas, te entregaba ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, y cuando sus apuestas no salían, el resultado era un filme tan reivindicable en la era de los influencers como La muerte os sienta tan bien. Como dijo el clásico, "ahí nos las den todas". 

Aun así, el amor de Zemeckis por la imagen digital pareció haber dado frutos en su adaptación de Un cuento de Navidad (2009). Pese a recibir críticas dispares, esta versión de la historia de Charles Dickens con Jim Carrey y Gary Oldman funcionó bien en taquilla: cualquiera hubiese dicho que el nadir de su autor estaba a la vuelta de la esquina. 

El nadir en cuestión atiende por Marte necesita madres, y no llevó la firma de Zemeckis, sino la del artista de animación Simon Wells. Pero el director de Forrest Gump producía el filme para Disney a través de su compañía ImageMovers Digital: cuando los datos de taquilla resultaron ser apocalípticos, él fue señalado como máximo responsable. 

La palabra "apocalípticos" no tiene por qué ser una hipérbole si recordamos que Marte necesita madres costó 150 millones de dólares y recaudó solo 39, garantizándole al filme un puesto en la lista de mayores box office bombs de la historia. 

En vísperas de dicho cataclismo, y seguramente oliéndose la que se avecinaba, Disney había puesto fin su colaboración con ImageMovers Digital. La medida resultó en la cancelación de numerosos proyectos (entre ellos, una secuela de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?) y en el despido de 450 trabajadores.

Semejante trompada causó el regreso de Zemeckis a la dirección en acción real con El vuelo (2015), un drama con Denzel Washington en el rol de un piloto toxicómano que pareció devolver las aguas a su cauce. Por lo pronto, la cinta fue nominada a dos Oscar, uno para el actor y otro para el guionista John Gatins. 

El desafío (2015) fue otra cinta de presupuesto mediano donde Joseph Gordon-Levitt encarnaba a Philippe Petit, el funambulista que cruzó un alambre tendido entre las Torres Gemelas. La acogida a este trabajo fue respetuosa, si no entusiasta, y dio a entender que a Zemeckis no le quedaba mucho para salir del purgatorio. 

Efectivamente, al cineasta no le quedaba mucho para cambiar su lugar, pero su destino iba a ser, una vez más, el infierno. Tras el mediocre drama bélico Aliados (2016, con Brad Pitt y Marion Cotillard), Zemeckis se despeñó a lo grande con Bienvenidos a Marwen. 

Basada en un caso real, y de nuevo combinando animación digital con imágenes reales, esta película parecía haber nacido con ambiciones de 'caza-Oscar' para Steve Carell, su actor protagonista. Pero sus resultados consolidaron la fama de gafe de su director: 13 millones de dólares en taquilla sobre 50 de presupuesto, y un exangüe 34% de críticas positivas en Rotten Tomatoes. 

El siguiente ejemplo de mal fario zemeckisiano fue Las brujas de Roald Dahl (2020). En este caso, a las ya habituales malas críticas (que hacían hincapié en la superioridad de la anterior adaptación firmada por Nicolas Roeg) hay que sumar que el filme estuvo entre los títulos arrollados por la pandemia de coronavirus. Finalmente, la cinta se estrenó en HBO Max, llegando a la pantalla grande solo en aquellos países que no contaban con dicho servicio de VOD. 

Vistos los primeros resultados de Pinocho, es muy improbable que esta adaptación del cuento de Carlo Collodi ayude al director a relanzar su carrera. Está por verse si el atractivo de la marca Disney, además de las presencias en el reparto de Tom Hanks o Cynthia Erivo (Joseph Gordon-Levitt y Lorraine Bracco se quedan en el elenco de voces en VO), ayudan a que la cinta funcione bien en taquilla. 

Aun así, Zemeckis tiene en la recámara otros dos proyectos: Here, un regreso a los experimentos digitales con Hanks y Robin Wright, y The King, filme histórico ambientado en Hawai y protagonizado por Dwayne Johnson. Está claro que, por mal que le vaya, el director no piensa dejar de mostrarse inasequible al desaliento. 

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