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'Avatar: El sentido del agua': ¿Cuánto ha tomado James Cameron de este cómic para su película?

'Avatar: El sentido del agua' y 'Aquablue'.
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Una cosa es admitir que James Cameron tiene una mano inigualable para los espectáculos visuales, y otra pensar que el cineasta canadiense se lo saca todo él solito del magín. Avatar: El sentido del agua nos recuerda esto, añadiendo a las fuentes de inspiración de la primera entrega otras incorporaciones que se suman al ya completito paisaje de Pandora. 

Si bien algunas de dichas referencias son de dominio público (¿cuántas veces se han traído a colación las palabras "Pocahontas" y "Bailando con lobos" en relación a la saga?), algunas pueden ser más recoletas. Sin ir más lejos, la nueva aventura de Sam Worthington como Jake Sully recuerda poderosamente a un cómic francés muy conocido en su país de origen, pero sin apenas difusión fuera de sus fronteras. 

Se trata de Aquablue, una serie escrita por Thierry Cailleteau que comenzó a publicarse en 1988. Su éxito en el país galo, donde la bande dessinée siempre ha sido un mercado pujante, fue lo bastante considerable como para justificar la aparición de 15 volúmenes, dibujados primero por Olivier Vatine y después por Ciro Tota. En España solo hemos podido leerla completa a partir de 2016, cuando Yermo Editorial publicó una edición integral en tres tomos. 

Imagen del cómic 'Aquablue'.
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La cuestión es que, al igual que Avatar, Aquablue aspira a lanzar un mensaje de paz, amor y ecologismo... a partir de premisas muy cuestionables. Tan cuestionables, de hecho, como la narrativa del 'salvador blanco' que ayuda a una cultura menos avanzada a liberarse de la opresión.  

En este caso, el salvador de marras atiende por Nao, un niño humano que llega (naufragio espacial mediante) al planeta que da título a la historia. Cuando su astronave se estampa contra el acuoso mundo de marras, el chaval no solo es acogido por los nativos, sino que también desarrolla un vínculo especial con los uruk-uru, enormes bestias marinas (con apariencia entre la ballena azul y la mantarraya) veneradas por estos como tótem. 

Elipsis mediante, el primer volumen de la historia nos muestra a Nao convertido ya en un rubiales cuyos musculitos de surfero han conquistado a Mi-Nuee, la hija del jefe de la tribu. Justo cuando a ambos les va tocando formalizar su relación, Aquablue es invadido por una megacorporación terrestre que, apoyada por un ejército de mercenarios, pretende apropiarse de los recursos naturales del planeta. 

Imagen del cómic 'Aquablue'.
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Y, para rematar la suma de topicazos, tenemos una revelación súbita: resulta que el verdadero nombre de Nao es Wilfried Morgenstern, y se trata del heredero de la empresa que está asolando Aquablue y que ahora administra su malvada tía Ulla. La ensalada de tiros, aliñada con misticismo chamánico, está asegurada.  

De álbum en álbum, la historia de Aquablue va mucho más allá, incluyendo el regreso de Wilfried/Nao a la Tierra y visitas a otros planetas. Pero seguro que has reconocido tropos empleados por Avatar, en general, y por Avatar: El sentido del agua en particular. 

De hecho, las similitudes entre el filme de Cameron y los cómics de Cailleteau es algo que se ha hecho notar desde el estreno de Avatar en 2009. Y no solo por el hecho de que, al igual que los Na'vi, los alienígenas del cómic sean de color azul. Ahora que El sentido del agua apuesta por mostrarnos el lado marino de Pandora (introduciendo en la ecuación el factor 'criatura marina enorme e inteligente', a través de los tulkun), es muy posible que volvamos a leer comentarios al respecto. 

Imagen del cómic 'Aquablue'.
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A esto conviene añadir un par de matices. El primero, que Aquablue tiene bastante más sentido del humor que Avatar, incluyendo referencias a la idiosincrasia francesa y a la invasión y colonización de Polinesia por parte del país galo. Si has visto El sentido del agua, te habrás dado cuenta de que los Metkayina están muy, pero que muy inspirados en las culturas de esa parte del globo, algo indicado por detalles como sus tatuajes.

Por otra parte, cabe señalar que Cailleteau y sus dibujantes también tuvieron sus propias fuentes de inspiración... y que una de ellas fue Aliens, la secuela xenomorfa estrenada por Cameron en 1986. Sin los marines coloniales y los exoesqueletos de aquel filme, el look del tebeo sería muy diferente. Lo cual lo vuelve todo más paradójico (y más divertido). 

Asimismo, James Cameron nunca se ha cortado en 'pedir prestadas' ideas de lo más variopinto para sus películas. Algo que sabemos desde que el escritor Harlan Ellison le llevó a juicio por haberse inspirado más de lo aconsejable en dos de sus guiones para la serie Más allá del límite a la hora de escribir Terminator. 

En el caso de Avatar, las reacciones a esta costumbre suya fueron desde las demandas judiciales (como la del dibujante Roger Dean) hasta los elegantes pullazos de Ursula K. LeGuin, cuya novela El nombre del mundo es bosque tiene mucho, muchísimo en común con la película. En el caso de que Thierry Cailleteau se pique tras ver El sentido del agua, es posible que el canadiense tenga que llamar de nuevo a su equipo de abogados... y que las ventas de su cómic suban como la espuma: eso que se lleva.

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