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Carlos Boyero y Pedro Almodóvar: una historia de críticas negativas y antipatía mutua

Así es la relación entre Carlos Boyero y Pedro Almodóvar
Getty Images

Carlos Boyero es uno de los tipos más seguidos, temidos y odiados del cine español. La controversia y una gran capacidad para no dejar indiferente a casi nadie le acompañan desde que hace más de cinco décadas publicara su primer artículo en La Guía del Ocio

En su libro de memorias, publicado recientemente bajo el título No sé si me explico (Espasa), y con prólogo del periodista Borja Hermoso, expone sus neuras, sus debilidades, sus conocimientos, sus enamoramientos, sus orgullos y sus arrepentimientos. Y ya desde las primeras páginas deja claro que él no hace crítica de cine, que simplemente ve las películas y cuenta y escribe de ellas lo que le parecen, con el ‘yo’ por delante para que quede claro que se trata exclusivamente de su opinión.

“Al que le gusta y se fía de mi juicio, pues cojonudo, y al que no, pues también cojonudo. Me parece muy sensato que haya gente que abomine mis opiniones. Y, por supuesto, tengo la inmensa suerte de que me hayan pagado muy bien por ellas. Al menos, intento ser honesto y no mentirme nunca a mí mismo. ¿Ustedes saben lo desagradable que me resulta manifestar en público mi disgusto ante la película de alguien que me cae de puta madre o que incluso es un gran amigo? Sería mucho más fácil fingir y mentirte a ti mismo. Pero no me sale, no puedo”, comenta el periodista.

A nadie le sorprenderá que uno de los capítulos esté dedicado a Pedro Almodóvar, un cineasta de quien siempre ha renegado públicamente. “Está hasta en la sopa, no paran de hacerle homenajes y de darle premios. Me produce mucha fatiga. Lo que me encantaría es que su nombre me sugiriera un cine emocionante y brillante, que me conmoviera. Me ha ocurrido alguna vez”, afirma.

También da el nombre de los cuatro filmes del manchego que sí le gustan bastante: ¡Átame!, Qué he hecho yo para merecer esto, Mujeres al borde de un ataque de nervios y Volver. A renglón seguido, eso sí, especifica que el cineasta ha realizado demasiados que directamente le dan “grima”. 

Y añade que su personajes masculinos “son casi siempre horrorosos”, aunque reconoce que determinadas actrices están magníficas en algunas de sus cintas, “como Penélope Cruz, Carmen Maura o Victoria Abril”.

María Barranco y Carmen Maura en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios'.
LaurenFilm S.A.

Los inicios de una relación complicada

Boyero conoció a Almodóvar a principios de los ochenta, cuando le hizo una entrevista para una revista, Casablanca. Papeles de Cine, que dirigía Fernando Trueba y en la que él escribía. El director acababa de hacer Laberinto de pasiones (1982), que a Boyero no le había interesado lo más mínimo, a pesar de que el personal ya empezaba a asegurar que Almodóvar era el máximo representante de un nuevo cine fresco y transgresor según sus comentaristas. “Yo no conectaba nada con él, ni con sus cortometrajes ni con su experimentalismo, ni con su audacia. No le pillaba la gracia”, apunta el periodista.

Desde hace años, ante cada nuevo estreno de una película suya, el salmantino se suele preguntar ‘a ver qué nuevas moderneces se le han ocurrido’ a Almodóvar: “Porque, eso sí, él está siempre al loro de todas las modas, las tendencias, lo que hay que enseñar, lo que hay que contar, lo que se lleva [...] Aunque él pretenda otorgarle siempre una pátina como de locura, desenfreno, angustia y tal y cual, es un cine enormemente calculado e impostado. Y a medida que le han ido confirmando a nivel universal que su cine era genial, pues se lo ha creído. Tiene mucho más de fenómeno sociocultural que de cine. Es una marca y la explota hasta el delirio”.

Cualquiera diría que, en realidad, Boyero y Almodóvar se profesan una fuerte antipatía mutua desde hace tiempo. No obstante, fue en 2009 cuando el cineasta colgó en su blog un post en el que criticaba duramente la cobertura del Festival de Cannes que habían escrito los enviados especiales de El País, el entonces redactor jefe de Cultura de ese periódico, Borja Hermoso, y el propio Boyero. 

Entre otras cosas, cuestionaba las aptitudes de Boyero como crítico de cine y aseguraba que ni él ni su compañero tenían la sensibilidad suficiente para cubrir festivales. “Con esto no inicio un diálogo, mucho menos pretendo crear polémica. He permanecido mucho tiempo callado y estoy harto. Vivimos en un país libre. Los críticos y los periodistas no son intocables. Ningún ciudadano debe serlo”, terminaba su texto.

'No sé si me explico', la biografía de Carlos Boyero
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Para Boyero, lo único que pasó en aquella ocasión fue que Almodóvar no soportó su crítica de Los abrazos rotos en El País y, “bajo el pretexto de la libertad de expresión [...] lo único que buscaba y exigía era que nos despidieran a los dos, cosa que muy probablemente habría sucedido de no estar al frente de El País Javier Moreno y su subdirector Goyo Rodríguez”, quienes le contaron al cineasta manchego que ellos no se dedicaban a decirle cómo tenía que hacer sus películas, y que solo faltaba que él les dictara cómo había que hacer el periódico.

“Convencido de ser un artista trascendente, su cine es cada vez más ampuloso, más pretencioso”, apostilla en el ensayo. “No lo aguanto, me resulta insoportable, es cosa de piel y de alma. Que le concedan todos los honoris causa del mundo y que le construyan multitud de estatuas en el Partenón. Su actitud me enerva, siempre tan moderno y siempre hablando de lo que conviene hablar en cada momento [...] Asegura demasiada gente que es un genio. Nada que ver con mi idea de la genialidad. No aguanto su cine. Él a mí tampoco”.

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