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'El caballero oscuro: La leyenda renace': ¿la peor película de Christopher Nolan?

El caballero oscuro: La leyenda renace
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2012 fue un año fundamental para el cine de superhéroes. En primer lugar, porque llegarían Los Vengadores de Joss Whedon, un título que significaría la implantación y la optimización de una incipiente Marvel Studios. En segundo lugar, que es el que nos ocupa aquí, con la llegada de la tercera (y última) entrega del Batman de Christopher Nolan, titulada El caballero oscuro: La leyenda renace.

Si la fórmula de Marvel era el futuro del cine superheroico, la película de Nolan era el canto del cisne de la otra fórmula que convirtió a los superhéroes en la máquina de hacer billetes y fenómeno sociocultural que es a día de hoy, con perdón del Spider-Man de Sam Raimi. Aunque si la fórmula Marvel se basaba en una suerte de fábrica de productos tan eficiente como impersonal (salvo casos muy puntuales), ligera y para todos los públicos, la del Batman de Nolan era todo lo contrario.

La saga de El caballero oscuro, al menos en sus dos primeras y más que notables entregas, eran cine de autor al 100% que además se alineaba perfectamente con los intereses de Warner Bros. Cine de qualité que funcionaba excepcionalmente bien en las taquillas mundiales. Y si Batman Begins fue un éxito menor -373 millones de dólares en todo el mundo- la llegada tres años después de El caballero oscuro reventaría la taquilla mundial con 1.006 millones de dólares de recaudación en todo el mundo.

El caballero oscuro: La leyenda renace
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La apuesta de Nolan, vista a día de hoy parece fácil. Pero lo que hizo no lo fue tanto. Recuperar a un personaje devaluado por las dos entregas de Joel Schumacher a finales de los 90, convertido en parodia kitsch y veneno para la taquilla y rescatarlo como el héroe que nos merecíamos los espectadores de un mundo post 11- S no era tarea fácil.

Un Batman para los horrores del siglo XXI

Y es que este Batman y sus dos primeras entregas eran el perfecto exorcismo de una sociedad todavía en estado de shock por el atentado de las Torres Gemelas y el subsiguiente terror al extremismo islámico. Nolan supo leer el zeitgeist de los tiempos y, adaptando y reactualizando con bastante pericia para la sociedad del siglo XXI los preceptos del Batman: Año uno de Frank Miller y David Mazzucchelli, La saga de R’as Al Ghul de Denny O’Neil y Neal Adams y Batman: El largo Halloween de Jeph Loeb y Tim Sale.

Las dos entregas (sobre todo El caballero oscuro) también consiguieron convertir a Nolan de director de cine independiente a nombre de clase A para Hollywood en general y Warner Bros en particular. Era el nuevo chico de oro del estudio (como lo habían sido anteriormente las hermanas Wachowski y, sobre todo, Stanley Kubrick). Directores con personalidad autoral, estilo definido, e impronta, que, además, proporcionaban al estudio ingentes cantidades de dinero.

Christopher Nolan: del indie a la clase A

No es extraño que el éxito sin paliativos de El caballero oscuro cambiara a Nolan y su relación con Warner, para bien y para mal. Su siguiente proyecto, Origen, podríamos definirlos como la piedra de Rossetta del Nolan del futuro, también para lo bueno y para lo malo. 

El caballero oscuro: La leyenda renace
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Con Origen, Nolan demostró también que podía reventar las taquillas sin necesidad de apoyarse en franquicias. Tanto esta última, como sobre todo Interstellar, estrenada en 2014, dos años después del estreno de La leyenda renace, demostraban que Batman se le había quedado pequeño y que era más un lastre que una bendición.

Es posible que la tercera entrega de Batman fuera una imposición o por lo menos un peaje a pagar para que Warner le produjera sin ambages tanto Origen como Interstellar (esta última también coproducida por Paramount). Digo posible porque Nolan nunca se ha pronunciado acerca de esto, pero todo parece apuntar que el rodaje de esta tercera entrega se parece mucho a lo ocurrido dos décadas antes entre Steven Spielberg y Universal. Para poder hacer La lista de Schindler con todas sus condiciones, debía dirigir primero Parque Jurásico.

El caballero oscuro entre Dickens y Scorsese

Por supuesto, estamos hablando de Nolan. Y nada de lo que hace es menor. Las ambiciones de este tercer Batman eran gigantescas. El propio cineasta definía, antes del estreno, que era su versión de Historia de dos ciudades de Charles Dickens. O, en símil cinéfilo, hacer con Batman lo que intentó Martin Scorsese con Gangs of New York: un fresco histórico y social, donde los secundarios eran tan, o más importantes que los personajes principales.

Algo que ya Nolan había comenzado a introducir en la secuela de su trilogía. Si Batman Begins estaba total y absolutamente centrada en el hombre murciélago, en El caballero oscuro su protagonismo se diluía centrando más la atención en el villano de la función -un excepcional Heath Ledger como Joker- y también en otros personajes supuestamente secundarios como Harvey Dent o el comisario Gordon. Todos ellos rivalizaban en minutos de metraje e importancia con el supuesto protagonista de la función.

Si el fantasma del terrorismo integrista y el 11-S se integraban sin mácula en el ADN de las dos primeras entregas, el crack bursátil de 2008 y la crisis económica subsiguiente -que estaba en pleno apogeo en julio de 2012, fecha de estreno de esta tercera entrega- debía estar en el centro de una saga que, de manera muy inteligente, había sabido introducir en su interior los miedos y preocupaciones de sus audiencias contemporáneas, en una supuestamente “simple” película de superhéroes.

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Para ello, como hizo anteriormente, volvió a reunirse con su hermano Jonathan Nolan -coguionista del libreto de la segunda entrega- y David S. Goyer -guionista de Batman Begins- para cerrar su etapa al frente del hombre murciélago. Y de nuevo se acercó al material original del que proviene el personaje para construir su propio relato. En concreto, tres relatos más que conocidos: Batman: El regreso del caballero oscuro de Frank Miller, la saga Batman: La caída del murciélago publicada entre 1992 y 1994 y finalmente Batman: Tierra de nadie, otro evento editorial, como La caída, que se publicaría durante el año 1999 en las cuatro series regulares de las que disponía el personaje.

De El regreso del caballero oscuro, Nolan recuperaba la figura de un Bruce Wayne que abandonaba su cruzada, hastiado de ver como no había servido para nada, para volver más totalitario que nunca; de La caída del murciélago, la introducción del archivillano de la función, Bane y la fractura de la columna vertebral del héroe en manos de este último; y finalmente, de Tierra de nadie, la idea de aislar Gotham City del resto del mundo y convertirla en una ciudad sin ley.

Una receta con demasiados ingredientes

Como punto de partida, la idea no era nada mala. Pero a lo mejor eran demasiados ingredientes incluso para una película que fue la más larga de la trilogía, 164 minutos. Sobre todo, porque además de las influencias mencionadas la película también quería, en primer lugar, responder a los cabos sueltos que dejaba el clímax de la anterior entrega (la mentira de Gordon y Batman para encubrir a Harvey Dent; la carta de Rachel no entregada a Bruce por Alfred; la condición de forajido de Batman en sus compases finales).

Además, La leyenda renace introducía a personajes de nuevo cuño procedentes del canon del personaje en las viñetas. En primer lugar, cerrando el círculo con La liga de las sombras de Batman Begins -con el mencionado Bane y Talia A’l Ghul- o las primeras apariciones de una Catwoman en la piel de Anne Hathaway y un muy sui generis Robin, a partir del John Blake interpretado por Joseph Gordon Lewitt. Sin olvidar la idea de Nolan de convertir a los habitantes anónimos y a la ciudad de Gotham en protagonistas del relato. Too much, incluso para él...

El caballero oscuro: La leyenda renace
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Esta cantidad de ideas e intereses cruzados se dejan entrever en el endeble guion de Goyer y los hermanos Nolan. Cierto es que si hay un elemento que con los múltiples visionados saltan a la vista del cine del británico son sus tan efectivos como efectistas guiones. Sobre todo porque en ese afán de aparente perfeccionismo kubrickiano que pretende impostar en sus enrevesados y meticulosos guiones, siempre se encuentran decisiones narrativas que te hacen poner el grito en el cielo. 

Por ejemplo, desde el exceso de sobreexposición del primer acto de Origen, pasando por el electrizante pero inverosímil plan del Joker en El caballero oscuro a poco que indagues en él. Sin olvidar la ensalada resnaisiana que es Tenet, tan compleja en su pedante superficie, como simplona en su interior.

Pero en ninguna de las obras de Nolan sus trampas de guion llaman tanto la atención como en La leyenda renace. Desde lo forzado del plan de Bane, reconvertido en un sosias del Joker de Ledger sin el carisma y el poderío de este último (sin olvidar ese giro final en su identidad que molesta más por su aparente exceso de importancia y trascendencia), pasando por la introducción con calzador de ese pseudo Dick Grayson que es John Blake. Todo ello resumido en una vergonzosa secuencia en la que se planta en la mansión Wayne, revela que él (por ciencia infusa) conoce la identidad de Batman y ni Bruce ni Alfred se inmutan.

Peor aún es el conocimiento total de todos y cada uno de los personajes de la ficción de la existencia y peligro de un Bane que supuestamente es habilidoso por haberse introducido en Gotham durante ocho años en el interior (literalmente) única y exclusivamente para que la trama pueda seguir su curso a trompicones; o la indecisión anímica, emocional y sentimental de un Bruce Wayne/Batman que no solo está fuera de personaje desde el punto de vista del original del medio gráfico, sino confrontándolo con el que el propio Nolan nos definió excelentemente en las dos entregas anteriores.

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Un Bruce Wayne/Batman desdibujado

Y es que Bruce Wayne/Batman es lo peor de El caballero Oscuro: La leyenda renace. No solo porque su decisión para retirarse sea endeble: la muerte de Rachel Dawes sería un acicate más para que una persona tan obsesionada redoblara sus esfuerzos contra el crimen. Pero son aún peor los motivos de su regreso: su deseo por Selina Kyle/Catwoman y una amenaza de la que nadie sabe realmente nada porque “trabajan en las sombras”. 

Igualmente, la manera burda de provocar la ruptura de Bruce y Alfred para que la caída de Batman sea mayor a nivel dramático está del todo fuera de personaje. Sobre todo porque el propio Nolan nos ha recalcado desde el principio que sus dos padres adoptivos son Alfred y Gordon.

En la supuesta caída de Batman, Nolan hace de nuevo trampas para provocar un doble giro de guion chusco con los dos intereses amorosos de Bruce (que funcionan más por el legado de los tebeos originales que por las decisiones narrativas del libreto). El primero, el relacionado con el personaje de Marion Cotillard, la filántropa Miranda Tate que en ese retruécano narrativo de primero de guion se revela como Talia A’l Ghul. Por ello, Nolan hace que entablen una más que superficial relación sexual y sentimental en el segundo acto.

Marion Cotillard en 'El caballero oscuro: La leyenda renace'
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Un elemento que choca con la introducción de la otra femme fatale de la película, la Selina Kyle/Catwoman de Anne Hathaway. Una seductora ladrona con tintes de la prostituta presentada por Miller en Año uno que, aun con mil y una traiciones hacia el peor detective de Gotham, este sigue confiando ciegamente en ella. Todo para que tengamos en sus compases finales el cierre de trilogía que el director quería desde un principio, aunque esto rompa en mil pedazos la suspensión de incredulidad.

Todos estos elementos y muchos otros como la incapacidad de trasladar el paso del tiempo en la Gotham sitiada por Bane (algo irónico para un cineasta tan preocupado por el tiempo y su relatividad) o la transformación de este último de amenaza imponente a simple esbirro del personaje de Cotillard, hacen que El caballero oscuro: La leyenda renace se disfrute más como comedia involuntaria que como el gran cierre de trilogía que debía haber sido. Pero Nolan siempre nos la ha colado en trabajos previos y no nos habíamos (o no habíamos querido) darnos cuenta. ¿Por qué?

Una puesta en escena impersonal e irregular

La razón, que la puesta en escena y las decisiones formales de esta tercera entrega posiblemente podrían ser las más toscas y chuscas de la filmografía de Nolan. Tanto las decisiones argumentales de Dunkerque como Tenet son más que cuestionables. Y en trabajos infinitamente más redondos como Batman Begins, El caballero oscuro, Origen o Interstellar, si rascamos en su brillante superficie podemos encontrar decisiones y retruécanos argumentales que nos chirrían. Pero Nolan en ellas entrega un acabado formal y narrativo excelso.

Todo lo contrario en La leyenda renace. Exceptuando secuencias puntuales (el primer enfrentamiento de Batman y Bane, crudo y áspero, arriesgado por dejarlo desnudo del score grandilocuente de Hans Zimmer); el regreso de Batman a las calles de Gotham a lomos de su motocicleta; o la emocionante coda final con el destino de todos los personajes del relato (incluso proviniendo de unas decisiones narrativas y argumentales más que cuestionables), el resto de la cinta es de una enorme mediocridad compositiva y formal.

El caballero oscuro: La leyenda renace
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Entre la fotocopia de secuencias de los mejores momentos de las dos entregas anteriores (cualquier discurso engolado de Bane ya lo habían hecho mejor Harvey Dent, R’as Al Ghul o Joker), las repetidas hasta la saciedad que sitúan a los personajes en dos extremos imposibles (Joseph Gordon Levitt en uno de los puentes de Gotham con el autobús de niños es la mejor comedia involuntaria de los últimos años) o la acción final en las escaleras del ayuntamiento... Se demuestra que Nolan no estaba poniendo todo su interés en una cinta que era mero trámite para poder haber hecho Origen y luego Interstellar.

El resultado, aunque más que deficiente, fue un éxito de taquilla sin paliativos, superando la taquilla mundial incluso de El caballero oscuro, con 1081 millones de dólares recaudados en todo el mundo. Aunque en el momento de su estreno la crítica y gran parte de los aficionados recibieron con los brazos abiertos esta entrega final del Batman de Nolan, el paso del tiempo y los sucesivos visionados (además de la desaparición del hype de la época) han hecho que todos nos sigamos lamentando y pensando en lo que podía haber sido esta tercera entrega y no fue.

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