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La carísima banda sonora de 'Cruella': 5 aciertos y 5 obviedades

'Cruella'
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Cuando Sean Bailey, actual presidente de producción de Walt Disney Studios, se acercó al director Craig Gillespie para tantearle con el objetivo de que se hiciera cargo del proyecto de película de orígenes para Cruella de Vil que se les estaba atascando, tenía algo muy claro. Quería que el filme estuviera dotado de espíritu musical.

Por eso Bailey acudía al director de Yo, Tonya (2017), esa película con forma de colección de hitazos ininterrumpidos que forman el esqueleto de la historia de una protagonista de comportamiento no demasiado ejemplar. "Me habló de las canciones de Yo, Tonya y cómo quería que Cruella estuviera empapada de música de esa manera", ha explicado Gillespie en Den of Geek.

Antes de que él llegara a Cruella el proyecto llevaba unos cuantos guionistas a sus espaldas y acababa de perder a Alex Timbers como director. Teniendo en cuenta su historial dirigiendo musicales de Broadway, parece que la idea de Disney estaba clara y solo les faltaba encontrar a un cineasta en su misma frecuencia musical. 

Por supuesto, ese era Craig Gillespie, acompañado por Susan Jacobs, la supervisora musical de cabecera de David O. Russell (El lado bueno de las cosas, La gran estafa americana) y Jean-Marc Vallée (Alma salvaje, Big Little Lies; por la que ganó un premio Emmy). Jacobs, que también está detrás de la selección musical de otra mix-tape reciente incontestable como Una joven prometedora, había trabajado con Gillespie en Yo, Tonya, así que sabía exactamente lo que se iba a encontrar.

Pide temazos y se te darán

Tal y como ha relatado en entrevistas el propio Gillespie, su proceso consiste en rodar con las canciones ya en mente –o sonando por el móvil en el plató–, aunque luego no consiga los derechos para ese tema en concreto. "Llego al set con cientos de canciones en el móvil", cuenta el director. "De esas a las que ningún supervisor musical ni siquiera se quiere acercar por el precio que tienen: los Rolling Stones, The Doors, Queen...".

Solo que, en el caso de Cruella, Gillespie y Jacobs contaban con el talonario de Disney. No se ha especificado cuánta parte de los 200 millones de dólares de presupuesto del filme ha ido destinada a pagar por licencias musicales, pero las más de 30 canciones ultrarreconocibles que suenan en la película (y que puedes escuchar en su banda sonora oficial) no son precisamente baratas. Y eso sin contar la versión de Call Me Cruella que hacen Florence + The Machine como tema oficial del filme.   

La mayoría de las canciones de Cruella son directamente la primera opción de Gillespie, la que pensaba que era inalcanzable. ¿Cuál es el problema de esa facilidad de acceso? Que el discurrir musical de la película es una continua sucesión de temazos tan reconocibles y ultrapopulares como obvios. 

En vez de rastrear composiciones más desconocidas con un efecto similar, se ha apostado por sumir a los espectadores en una suerte de greatest hits radiofónicos que a veces consiguen su propósito al arropar las imágenes y otras muchas suenan como elecciones facilonas y desaprovechadas. 

Vamos a repasar algunos ejemplos de cada una de esas categorías teniendo en cuenta que podrían ser fácilmente otros; la banda sonora es tan prolija que da muchas opciones.

5 aciertos de la banda sonora de 'Cruella'

Entendiendo por acierto no necesariamente que la canción en cuestión sea más sorprendente, sino que su aparición en la película resulte agradable y apropiada sin caer en la pereza ni el bochorno.

Five to One, The Doors. Es el caso de este nada desconocido temazo de los Doors, que cerraba su álbum Waiting for the Sun, y que acompaña la entrada en escena a cámara lenta de la Baronesa de Emma Thompson con una fuerza que te hace pensar que Jim Morrison va a salir del coche. Si queda tan bien puede ser porque esta era una de esas primeras opciones que Gillespie ni soñaba siquiera que pudiera conseguir.

Watch the Dog that Bring the Bone, Sandy Gaye. He aquí un buen ejemplo de recuperación de una canción añeja (extraída de un recopilatorio de funk y soul de finales de los años 60) que además encaja a la perfección con la película (temática canina) y queda perfecta en la secuencia en la que se ha montado: la huida de la policía de las versiones infantiles de Estella, Jasper y Horace por las calles de Londres. ¡Así, sí! 

She's a Rainbow, The Rolling Stones. De nuevo, no estamos ni mucho menos ante una decisión atrevida, pero se nota que Gillespie quiso darle a esta preciosidad un lugar de honor en el filme usándola para la secuencia de montaje que nos muestra el crecimiento de Estella, la primera aparición de Emma Stone y el desarrollo de sus actividades delictivas junto a sus amigos. Además, y no poco importante, el director permite que la canción suene durante un tiempo, un privilegio que no tendrán otros temas igual de top (¿verdad, Bowie?).

Love Is Like a Violin, Ken Dodd. Ese problema suele repetirse a menudo en la banda sonora de Cruella: cuando aparece alguna canción interesante tampoco se le da mucha primacía. Es lo que ocurre con este single melodioso del polifacético Ken Dodd, que suena mientras Estella prepara su último golpe textil contra la Baronesa y le lleva una pieza estrella para su colección verdaderamente envenenada. Puede que sus notas se pierdan entre los demás hitazos, pero gracias por tenerlo en cuenta.

Car Wash, Rose Royce. Hay que reconocer que un poquito más de soul parece la música perfecta para el secuestro de tres dálmatas que están recibiendo un baño de espuma. Bien por Jasper y Horace, que además de llevar el plan a cabo tienen el mejor ritmazo para acompañar sus atolondradas acciones.

5 obviedades de la banda sonora de 'Cruella'

Puede que no sean malas canciones en absoluto, y algunas son auténticas obras magnas, pero estamos hartos de oírlas omnipresentes en variopintos productos de cultura pop sin una pizca de chispa en su utilización. ¿De verdad no podían haberse reemplazado por algún tema menos ultrasobado?

Sympathy for the Devil, The Rolling Stones. Al empezar fuimos magnánimos con She's a Rainbow, pero acabar la película con esto ya es demasiado. Llega enlazada a The Wizard, de Black Sabbath, para remarcar de tal manera el propósito de Cruella –hacernos sentir simpatía por una villana– que deja con el peor regusto posible. Dejad de usar esta canción para acompañar a gente mala-pero-carismática, por favor. Quien quiera escucharla en el cine tiene la película que Godard le consagró entera.

One Way or Another, Blondie. Probablemente te preguntarás cuántas veces has escuchado este temazo de Blondie en un montaje marchoso como el de los enfrentamientos fashionistas entre Cruella y la Baronesa. La cifra final a buen seguro supera el número de patas de 101 dálmatas y, aunque el grupo de Debbie Harry mola tanto que lo aguanta todo sin acusar desgaste para incitarnos a mover los pies, pedimos un respiro de tanta sobreutilización. ¡Basta ya!

These Boots Are Made for Walkin', Nancy Sinatra. Cuando Estella se emborracha para vandalizar el escaparate de la tienda Liberty donde trabaja, de fondo empieza a escucharse una de las canciones más reconocibles de la historia. Hasta el punto de que el propio personaje la empieza a tararear diegéticamente. No nos extraña que la conozca: lleva más de 50 años sonando en series y películas de todo tipo. Y la mejor sigue siendo La chaqueta metálica.

Time of the Season, The Zombies. Dos peticiones importantes relacionadas con esta (gran) canción y la escena en la que suena: el plano secuencia en travelling que nos introduce en todos los rincones de la tienda Liberty el primer día de trabajo de Estella. Lo primero, se hace necesario deja de usarla como marcador temporal de finales de los sesenta/principios de los setenta. Lo segundo, y esto afecta especialmente a un cineasta tan scorsesiano como Gillespie: dejad de repetir el plano secuencia de Uno de los nuestros, haced el favor, que ya ha visto todo el mundo el original.

Smile, Judy Garland. No vamos a negar que ese intento de asesinato con las llamas del incendio creciendo al son de la voz de Judy Garland en contraste irónico con lo que sucede pudiera tener su gracia sobre el papel, Gillespie, y además es una referencia cinéfila muy bonita, pero hay un grave problema con esta elección: no han pasado ni dos años desde que Joker hizo lo mismo con la misma intención de contraste irónico de significados. Desde luego, no es el mejor modelo en el que fijarse para nada.

Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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