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Disturbios en Francia: el cine que lo vio venir en cuatro violentas películas de la 'banlieue' en llamas

Fotograma de 'Atenea'
Netflix

La muerte de Nahel M. en un control de policía ha incendiado Francia. Arde París, la República está en peligro, olor a neumático quemado. Quizás no sea tan extraño cuando El odio (Matthieu Kassovitz, 1995) se estrenó en Cannes apenas diez días después de la llegada al poder de Jacques Chirac. 

Desde entonces sólo han desfilado otros tres presidentes –Sarkozy, Hollande, Macron–, el aroma es a estancamiento. Peor lo ponemos si, cada vez que se va a votar desde 2002, hay un LePen al que frenar con el Mal Menor de turno. Y hasta aquí el análisis político.

'El odio' (1995): "Hasta aquí, todo va bien"

Fotograma de 'La haine'
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Filmada en la cité Noé (Yvelines), la película de Mathieu Kassovitz fundó el cine de la banlieue incendiada, aunque en su caso los tumultos quedan fuera de campo, y sólo aparecen en imágenes de archivo, al son del Burnin & Lootin, de Bob Marley (temazo), en los memorables créditos iniciales. 

Protagonizada por, entre otros, un joven y nervioso Vincent Cassel, la acción arrancaba justamente al día siguiente de una noche de revuelta provocada por una agresión policial que terminó con un joven de origen magrebí en el hospital. Kassovitz, también autor del guion, se inspiró del caso de Makomé M'Bowolé, fallecido en 1993 cuando un inspector de policía trataba de intimidarlo con un arma supuestamente descargada. Siguieron tres días de revueltas y de saqueos. 

La película, por su lado, acabó siendo un éxito de crítica y de público, en parte porque el hip-hop francés ya pegaba muy fuerte. Para la historia queda ese Sound of da police, de KRS-One, que DJ Cut Killer le regala al barrio pinchándolo desde su ventana. También salió a la venta un doble LP homenaje al que se apuntaron todas las estrellas del rap del momento, como Mc Solaar, que rapeaba aquello de “comme dans un film de John Woo...”.

'Ma 6-T va crack-er' (1997): La versión auténtica

Virginie Ledoyen en 'Ma 6-T va crack-er'
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Si a Kassovitz también le cayeron acusaciones de apropiacionismo, porque venía de una familia de cine, no se podía decir lo mismo de Jean-François Richet que rodó esta película en la cité Mieux, donde se crió. 

En 1997, Ma 6-T va crack-er, que se abría con Virginie Ledoyen posando con la ametralladora del título, confirmó que el cine de banlieue chamuscada había llegado para quedarse. De nuevo, los protas eran tres chavales, aunque la mirada de Richet era más socialista, más de cámara al hombro y de realismo casi documental, con actores no profesionales. 

La larga escena final era un montaje paralelo que combinaba una velada hip-hop, un tiroteo entre bandas y la muerte de uno de los tres protagonistas, abatido por un policía por quemar un coche. Lo que sigue es una orgía de destrozar automóviles, un anticipo de los tumultos de 2005, desatados a raíz de la muerte de Zihed y Bouna, los adolescentes que murieron electrocutados cuando huían de la policía.

'Los miserables' (2019): Día de entrenamiento

Fotograma de 'Los miserables'
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Si Richet se fue luego a Detroit para rodar una película como Asalto al distrito 13 (2005), Ladj Ly parecía inspirarse del clásico de Antoine Fuqua, aunque en realidad se basó en otro caso de violencia policial que él mismo filmó con su cámara en Montfermeil, la banlieue en la que creció y en la que rodó este primer largo, presentado en Cannes 2019. 

Damien Bonnard es el policía novato, recién transferido al barrio, y Alexis Manenti, el corrupto veterano que, en teoría, lo tiene todo controlado. El final recuerda al de Stress, el clip de Justice dirigido por su amigo Romain Gavras. Ambos pertenecen al colectivo Kourtrajmé.

Ly ha sido acusado de haber metido la mano en la caja de la asociación, entre otras muchas acusaciones, desde filmar a los mentados policías a secuestrar y pegar a un hombre en el marco de un ajuste de cuentas familiar. En su día, Macron alabó la película y dijo que estudiaría el origen del descontento que la motivó. Está quedando como el eterno repetidor.

'Atenea': La periferia de Netflix

Kassovitz decía que Z (1969), la obra maestra de Costa-Gavras, había sido una influencia determinante (aunque de manera no muy discernible) para El odio. Pero he aquí que, casi tres décadas después, en 2022, el terrible hijo de Gavras, Romain, lo petó en Netflix Francia con otra película de banlieue al rojo vivo, pero vestida de tragedia griega. 

Como en toda tragedia hay hermanos mal avenidos, uno porque está muerto, otro porque lleva uniforme, otro porque es traficante, y otro más porque lidera una revuelta que parece una versión expandida de Stress, el videoclip, pero con menos nervio(s). 

No es de extrañar que el cóctel molotov de tópicos sobre los “barrios populares” hiciera arder las redes, pero es lo que hay: una Francia que quema automóviles y unos sindicatos policiales que dan más miedo que nadie, además de dos o tres partidos de extrema derecha para escoger el que más rabia te dé. La cosa está muy mal.

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