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Todas las vidas de Faye Dunaway, la estrella que fue el rostro del Nuevo Hollywood

Faye Dunaway tras ganar el Oscar por 'Network, un mundo implacable'
© Terry O'Neill

Apenas unas horas después de que Faye Dunaway subiera al escenario del Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles la noche del 28 de marzo de 1977 para recoger su Oscar a la Mejor actriz por Network. Un mundo implacable, la actriz volvió a hacer historia. 

El fotógrafo Terry O'Neill, que al poco tiempo se convertiría en su segundo marido, la esperaba en la piscina del Hotel Beverly Hills. Eran las seis y media de la mañana y lo tenía todo a punto para fotografiarla todavía maquillada, con su estatuilla, y en ese "ese estado de shock que sienten los ganadores de un Oscar, cuando se acuestan emocionados y, de la noche a la mañana, se dan cuenta de que acaban de convertirse en una estrella".

El resultado de esa sesión, una icónica fotografía que capta a la perfección el día después de tocar el cielo, entre la atención y la soledad. No en vano es la imagen que inaugura Faye, el documental dirigido por Laurent Bouzereau para HBO Max sobre la vida de la mítica actriz del Nuevo Hollywood. 

Ella, temperamental, decidida y de una belleza arrebatadora, puso rostro a las historias que transformaron el Hollywood de la década de los 70 -Bonnie y Clyde, Confesiones de una modelo, El caso de Thomas Crown, Chinatown, Network, un mundo implacable- y representó, con ello, un modelo de feminidad firme y enigmático, de una gelidez intelectual y una fotogenia única.

Una infancia de base en base

A Faye Dunaway se la ha tildado de hermética, complicada y, por momentos, arrogante, y el documental de HBO Max, presentado en el reciente Festival de Cannes, pasa por encima de no pocos detalles de su vida personal y profesional aunque permite imaginar que la actriz no siempre lo tuvo fácil.

Otra imagen icónica de la actriz, para Newsweek de 1968
JERRY SCHATZBERG / HBO Max

Nacida el 14 de enero de 1941 en Bascom, un pueblo en la frontera de Florida con Alabama, Dunaway cuenta en el documental de HBO Max que ella siente que es dos personas: Dorothy Faye, la niña criada en Bascom, y Faye Dunaway, el personaje que creó cuando comenzó a trabajar en el teatro y en el cine. 

Aunque recuerda una infancia feliz, los padres de Dunaway no podían ser más diferentes: su madre era exigente –“Mi madre tenía una ambición para mí: que fuese la mejor”, cuenta– y su padre era alcohólico. Su profesión como militar les hizo viajar de base en base por Estados Unidos y  también por Alemania. El máximo que se quedaban en cada uno de esos lugares, dos años. Cuando pasaba ese tiempo, tocaba volver a hacer las maletas. Al poco, los padres se divorciaron.

La interpretación fue su válvula de escape y enseguida demostró un talento especial, hasta el punto de que en 1964 entró en el grupo teatral del Lincoln Center, Nueva York, coordinado por Elia Kazan

Su primer papel protagonista le llegaría a las órdenes de otro gran director, Otto Preminger, aunque en La noche deseada (1967) no acabara interpretando el rol que en un principio deseaba, que se lo acabó llevando Jane Fonda.

La actriz de Barbarella, de hecho, era una de las principales candidatas para interpretar a la forajida Bonnie Parker en Bonnie y Clyde (1969). Warren Beatty había pensado en ella, aunque también le gustaban Natalie Wood y Leslie Caron. Fue gracias a la insistencia del director Arthur Penn que Dunaway se quedó el papel. Y la película hizo historia, no solo en el cine, sino también en el mundo de la moda.

Dunaway, una Bonnie Parker de infarto en una escena de 'Bonnie y Clyde'.
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Icono generacional

Pese a que Bonnie y Clyde tardó ¡cinco meses! en convertirse en el fenómeno que acabó siendo, la película supuso un punto de inflexión en Dunaway. A partir de esa película y de El caso de Thomas Crown, junto al icónico Steve McQueen, la actriz encarnaría como pocas de su generación el espíritu del Nuevo Hollywood, con un pie en la contracultura y otro en las portadas de las principales revistas del mundo.

Dunaway supo, así las cosas, construir una imagen de libertad, elegancia y misterio, y siempre le prestó mucha atención a la moda. El fotógrafo Jerry Schatzberg la fotografió en varias ocasiones y, en 2011, el Festival de Cannes recuperó una de las imágenes de las varias sesiones que le hizo a la actriz para ilustrar el cartel de su 64ª edición. Schatzberg también la dirigió en Confesiones de una modelo (1970), sobre el lado oscuro de ese mundo.

Cartel de la 64ª edición de Cannes, protagonizado por Faye Dunaway.
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Otros dos películas marcaron la trayectoria de la actriz: Chinatown, de Roman Polanski, y Network, un mundo implacable, de Sidney Lumet, por la que fue reconocida, como ya se ha señalado, con su primer y único Oscar como Mejor actriz protagonista.

Dunaway no se llevaba bien con Polanski, como reconoce la actriz en el documental de Bouzereau. En este se cuentan las tiranteces entre el director y la actriz, y se recuerda ese momento en que Polanski le arrancó un cabello rebelde que molestaba en el plano. 

La historia, entonces, acabó como el rosario de la aurora, con ambos reclamando el despido del otro, pero en el documental Dunaway le quita peso. Por supuesto, la leyenda urbana sobre el vaso de orina que supuestamente la lanzó la actriz al cineasta ni se menciona.

Su imagen de mujer distante y calculadora quedaría rematada por el estupendo papel que hizo en Network, un mundo implacable, una productora de televisión que se mueve en un mundo de hombres y capaz de cualquier cosa con tal de que suba el share

En una entrevista televisiva de entonces, una periodista criticaba que parecía que su personaje de esa cinta hubiera hecho retroceder los avances feministas, y Dunaway, como se recuerda en el documental, le recriminó su visión estrecha de la feminidad, recordando que las mujeres "no tienen que ser buenas siempre.”.

Faye Dunaway en una escena de 'Network. Un mundo implacable'.
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Confesiones sobre su salud mental

Dunaway tuvo un apasionado romance de dos años con Marcello Mastroianni tras rodar juntos Amantes (1968), de Vittorio De Sica, y estuvo casada con Peter Wolf, cantante de J. Geils Band, pero con el fotógrafo Terry O’Neill logró la estabilidad. Con él adoptó un hijo, Liam, al haberse detenido "el reloj biológico", como confiesa con una tristeza profunda la actriz en la película. 

Una de las revelaciones del documental de Bouzereau tiene que ver, de hecho, con los problemas de salud mental que sufrió la actriz durante diferentes períodos de su vida, además de su alcoholismo.  

Por una parte, Dunaway reflexiona sobre la inestabilidad de su niñez, que, de alguna manera, la condicionó a "no querer demasiado a nadie” durante mucho tiempo. La enfermedad del alcoholismo de su padre también la marcó, como recuerda. 

Si los éxitos hacían tambalear su estabilidad mental, los fracasos todavía pesaban más. La recepción de Queridísima mamá (1981), un venenoso biopic de su admirada Joan Crawford basado en la autobiografía de su hija adoptiva Christina Crawford, fue mala ya que en vez de verse como un dramón sobre una estrella y su hija se convirtió en una comedia involuntaria. Y de culto.

Pese a que la cinta funcionó bien en taquilla, afectó a su carrera. Durante los 80 la actriz protagonizó muchas producciones televisivas hasta que Barbet Schroeder la fichó para El borracho, adaptación del relato de Charles Bukowski junto a Mickey Rourke, y en la que volcó su experiencia con la bebida. Es uno de sus mejores papeles.

Trabajó junto a Johnny Depp en El sueño de Arizona (1993), de Emir Kusturica, y en Don Juan de Marco (1994), de Jeremy Leven, donde también participaba su admirado Marlon Brando. También se dejó caer por España para colaborar en En brazos de la mujer madura (1997), de Manuel Lombardero y protagonizada por Juan Diego Botto; mientras que James Gray la fichó para su magnífica segunda película, La otra cara del crimen (2000).

Desde entonces, ha ido alternando cine, televisión y teatro. Uno de sus últimos grandes proyectos fue llevar al cine la obra sobre María Callas que protagonizó sobre 2010 en el teatro, que no se acabó materializando porque se quedó sin dinero y nunca la pudo terminar. 

También desde entonces las polémicas sobre sus gestos airados y hasta violentos por cualquier cuestión que la ofenda, desde el vestuario hasta temas de guion, han ido in crescendo. En el documental la actriz reconoce esos episodios, sin mencionarlos de manera específica uno a uno, y los achaca a sus problemas de salud mental. 

Ahora, a sus 83 años, vive en Nueva York y sigue en activo. No hay duda de que su fama de mujer imposible, como dijo de ella la no menos mítica Bette Davis, le ha pasado factura y el documental de Bouzereau tal vez pueda ayudar a mejorar su imagen. No consigue ser tan icónico como las fotos de Terry O'Neill de la mañana después de que Dunaway lograra el Oscar, pero es que un retrato así es algo realmente extraordinario.

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