‘La desconocida’, broche perverso del Festival de Málaga que supone la consagración definitiva de Manolo Solo
Un parque con columpios. Un día soleado. Niños jugando. La estampa alegre e inocente del primer plano de La desconocida no puede ser menos representativa de lo que nos espera. Una canción de Julio Iglesias tarareada por un Manolo Solo a punto de desplegar la mejor interpretación de su carrera tuerce el tono y el estado anímico del filme más perverso de la sección oficial de Málaga.
La desconocida es un thriller plagado de giros de guion así que conviene que cuente lo menos posible de la trama para los recién llegados y los que no conociesen la obra de Paco Bezerra que adapta, Grooming, flamente Premio Nacional de Literatura Dramática en 2009.
Aventurémonos con la sinopsis oficial, que a mi gusto ya revela más de lo que debería. Carolina conoce a Leo en un chat. Este, un hombre de mediana edad, se hace pasar por un chico de 16 años para quedar con ella.
Cuando el filme arranca los protagonistas hablan sobre Hitchcock sentados en un banco en un parque. Tardaremos un rato en conocer los motivos aparentes que los han llevado hasta allí y bastante más en descubrir los reales. Pero las interpretaciones de Laia Manzanares y Manolo Solo y la opresiva planificación de Maqueda nos advierten de que hay algo turbio detrás.
El director de Dear Werner encierra su puesta en escena en una localización abierta, con el sonido bucólico de unos pajaritos de fondo. Un plano cenital de difícil deglución y un flashback a una pantalla de ordenador nos adentran en el sórdido universo del online grooming, práctica por la que un adulto manipula a un menor para involucrarle en una actividad sexual.
Pero, como buen thriller que va por delante del espectador, nada en esta extorsión es como parece y los límites entre víctima y verdugo son más que sinuosos. De estos giros inesperados se sirve Maqueda para componer una radiografía de las filias sexuales que hará las delicias de las mentes más retorcidas.
Un dispositivo de guion que además de entretener al espectador permite que sus dos intérpretes principales se explayen en registros muy diferentes. El trabajo de Laia Manzanares es notable y el de Manolo Solo vuelve a confirmar el inmenso talento del intérprete que ya logró arrebatarnos con aquella interpretación tan breve pero intensa en Tarde para la ira.
En La desconocida pasa de provocar la repulsión más profunda a despertar auténtica lástima. Su encarnación de este depredador sexual dará que hablar y no debería irse de Málaga sin premio.
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