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El final de 'Mentiras pasajeras': obsesión por la perfección y las expectativas con un elenco en estado de gracia

Elena Anaya, María León y Susi Sánchez en 'Mentiras pasajeras'
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Después de ocho episodios, Mentiras pasajeras llega a su fin. La serie de SkyShowtime producida por Pedro y Agustín Almodóvar cuenta la historia de Lucía (Elena Anaya), quien es despedida de su empresa acusada de espionaje industrial y emprende una aventura por demostrar su inocencia y mantenerse a flote económicamente mintiendo a todo el que le rodea, incluyendo a su marido Basilio (Hugo Silva).

Ocho capítulos en los que la ficción demuestra ser una gran comedia por su elocuencia, desparpajo y cúmulo de situaciones absurdas bien ejecutadas, potenciadas por el magnífico elenco en el que se apoya. Sin embargo, se queda algo escasa respecto a profundidad y contenido en su objetivo de explorar el mundo de la superficialidad y la imagen.

¿Te ha gustado Mentiras pasajeras? ¿Cuál es tu personaje favorito? ¿Has percibido algún toque de estética almodovariana? Te contamos lo que nos ha parecido a nosotros, a partir de ahora con SPOILERS.

La consecuencia de las mentiras

La vida de Lucía da un vuelco cuando se queda sin trabajo a mitad de camino de un ascenso. El culpable, aparentemente, su excompañero Santi (Quim Gutiérrez), a quien la protagonista quiere espiar para demostrar su inocencia. La encargada de hacerlo será su amiga Maite (Pilar Castro), una mujer que se ve desbordada por el deseo que siente por quien debería ser el enemigo.

En Mentiras pasajeras todos los personajes mienten: Lucía miente a su marido Basilio, Basilio miente a su vez a Lucía, Maite miente a la protagonista y a Santi y, por supuesto, Santi también sabe más de lo que dice. La serie se introduce en un entramado de mentiras que la conducen a un final explosivo y delirante con imágenes como la de Lucía y Maite llegando a las manos entre rejas o la redada policial en el club de striptease donde Lucía está inyectando botox.

Hugo Silva y Elena Anaya en 'Mentiras pasajeras'
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Finalmente, y después de tantos engaños, llega el momento final de la verdad, en el que sus personajes muestran su mayor vulnerabilidad y se deshacen del disfraz que les ha acompañado durante todos los capítulos. Un cierre bonito para Basilio y Elena, que se sinceran y deciden no casarse, o para Maite y Santi, que finalmente comenzarán una relación, aunque es verdad que estas transiciones ocurren apresuradamente antes del cierre de la serie.

Un elenco impecable

La elección de casting de los directores Félix Sabroso y Marta Font (junto a la directora de casting Rosa Binod) para Mentiras pasajeras no habría podido ser mejor. A los brillantes protagonistas Elena Anaya y Hugo Silva, a quienes es una delicia ver trabajar en comedia, se unen los ya mencionados Pilar Castro (en uno de los papeles de su carrera) y Quim Gutiérrez y también María Botto, Julián López o María León, conformando un elenco de estrellas que dejan muy alto el listón artístico de la producción.

Quim Gutiérrez y Pilar Castro en 'Mentiras pasajeras'
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Mención aparte merecen Susi Sánchez, una vez más divertidísima, acertada y brillantemente afilada en la comedia, que nos regala grandes momentos con su hijo Basilio o su nieto Olivo (Jorge Motos) y Estefanía de los Santos, quien se hace con toda la segunda parte de la temporada interpretando a Laura, la mordaz y resolutiva abogada de Lucía.

Al elenco principal se unen fantásticos personajes secundarios como los interpretados por Raquel Ventosa, Jelen García o Candela Solé, quienes contribuyen a mantener la elevada calidad actoral presente en cada plano de la ficción y a dar testimonio de esa perfección de la imagen que nos exige la sociedad cada vez desde una edad más temprana.

Superficialidad vs. profundidad

Además de ser una comedia entretenida y con un buen ritmo, Mentiras pasajeras también es una reflexión sobre la obsesión por las apariencias o la imagen física y social que proyectamos. Sus protagonistas se engañan hasta el límite, mintiéndose incluso a sí mismos, en un afán por mantener una felicidad artificial que esconde un terrible miedo a la soledad o al fracaso.

Hugo Silva en 'Mentiras pasajeras'
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Ya desde su maravillosa intro (una obra de arte en sí misma que recuerda a La piel que habito) la serie aborda el mundo del botox y de cómo el inyectarse esta toxina se ha convertido en una práctica estética que realizan personas cada vez más jóvenes para mantener un rostro terso y sin arrugas, directamente relacionado con la idea de belleza. La ficción nos muestra a diferentes chicas prácticamente obligadas a someterse a los tratamientos ilegales que ofrece Lucía, ya que piensan que sin esa eterna juventud aparente sus vidas no tienen ningún tipo de sentido.

De esta manera, Mentiras pasajeras ofrece una crítica a los cánones físicos de la sociedad actual y al hecho de que éxito, dinero y perfección no son sinónimos de felicidad sino, normalmente, todo lo contrario. Una crítica que no profundiza demasiado y se queda en lo superficial en su intento por ofrecer una comedia ligera, otorgando un mayor énfasis a la forma que al contenido. Pese a ello, los protagonistas terminan aprendiendo que ser ellos mismos con las personas a las que aman es el mayor acierto y que no hay que tener miedo a mostrar los propios errores.

En cualquier caso, la primera serie producida por El Deseo, Mentiras pasajeras, ya se encuentra al completo en la plataforma SkyShowtime para todo el que quiera disfrutar de una comedia original, ingeniosa y divertidísima que critica el mundo de la imagen y las apariencias con toques almodovarianos y un elenco muy conocido en estado de gracia. Disfrútenla.

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