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De Lola Flores a Audrey Hepburn y Elvis: cuando los anuncios resucitan a estrellas de cine muertas

Lola Flores y Audrey Hepburn

La marca de cervezas Cruzcampo ha lanzado una ambiciosa campaña de publicidad bajo el lema "Con mucho acento" que cuenta con la participación estelar de Lola Flores proclamando un poderoso discurso en defensa de la diversidad, la identidad propia y el valor de las raíces. 

Eso sí, la bailaora, cantante y actriz de Jerez de la Frontera nunca pronunció las palabras que escuchas salir de su boca. Lola Flores falleció en 1995 y el spot de Cruzcampo no emplea ningún metraje existente de ella, sino que se ha recreado su imagen mediante algoritmos de inteligencia artificial que permiten modificar un rostro hasta el punto de hacerlo pasar por otro a un observador humano; son los conocidos como deepfakes.

La propia compañía ha compartido un vídeo donde muestra el proceso mediante el que se ha alimentado a la inteligencia artificial con más de 5.000 imágenes de Lola Flores. Después, ese aprendizaje morfológico se aplica sobre la toma de la actriz que ha grabado el vídeo y se somete a un minucioso proceso de postproducción. 

En este caso, el anuncio ha contado con la colaboración y asesoramiento de Lolita y Rosario Flores, hijas de Lola Flores, para asegurarse no solo de conseguir el parecido más perfecto posible, sino también de respetar una presencia acorde con los que sus familiares consideran los deseos de la artista fallecida.

Esta última es una cuestión que no tarda en aflorar cada vez que se recupera la imagen de una personalidad pública con el fin de vender un producto comercial. Si ya de por sí casos como la resurrección digital de Peter Cushing en Rogue One: Una historia de Star Wars plantean un dilema ético no poco espinoso, el asunto adquiere especial gravedad cuando se trata de emplear la imagen de una celebridad para vender artículos. No utilizando material de archivo, sino creando metraje nuevo que podría pasar por auténtico.

Publicidad desde el más allá

La costumbre de sacar de sus tumbas a estrellas de Hollywood para anunciar productos ya cuenta con cierta tradición en EE UU, solo limitada por posibles regulaciones legales sobre los derechos de imagen y nunca por los escrúpulos de los publicistas. Aunque al principio no contaban con el nivel de perfección tecnológica actual, cuya verosimilitud plantea nuevos desafíos sobre el alcance ético de los deepfakes.

El siguiente recorrido nos permite ver una evolución que ha pasado de integraciones poco conseguidas y valles inquietantes capaces de generar pesadillas hasta conseguir las virguerías de hoy en día. Simplemente compara a la Lola Flores de Cruzcampo con la Audrey Hepburn de los chocolates Galaxy de hace siete años.

Este anuncio de 2014, para el que los hijos de Audrey Hepburn dieron su consentimiento basándose en que a su madre le gustaba mucho el chocolate, ya empleo CGI para poner el rostro de la protagonista de Desayuno con diamantes sobre dos actrices, cuyas capturas de movimiento faciales se combinaron en una sola.

Galería de los horrores

Lo anterior no tiene nada que ver con el aspecto a ojos actuales de lo conseguido en 1991 por uno de los spots pioneros en esta tendencia necrófila. La inserción de metraje (coloreado) de Humphrey Bogart, Louis Armstrong y James Cagney en un anuncio de Coca-Cola Light con Elton John.

Algo te decía que Coca-Cola tenía que haber sido pionera en gastar muchísimo dinero para traer de vuelta a muertos que vendieran su producto, y estabas en lo cierto. Dado el éxito de la campaña anterior, poco después hizo lo mismo con Cary Grant, Groucho Marx y Gene Kelly junto a Paula Abdul; esta última viva, claro.

Una versión más artesanal de los deepfakes actuales la puedes encontrar en este spot de la cerveza Coors con el jeto de John Wayne insertado de la forma más armónica posible con las proporciones que se pudo en 1997. No fue mucha.

Ese mismo año, la marca de aspiradoras Dirt Devil se las ingenió para incrustar su producto en uno de los bailes más populares de Fred Astaire, procedente de la película Bodas reales (Stanley Donen, 1951). La viuda del actor dio su consentimiento.

Ya en la década pasada, en 2011, Dior planteó la reunión imposible entre su embajadora del momento, Charlize Theron, con nada menos que Grace Kelly, Marlene Dietrich y Marilyn Monroe. Como en otras ocasiones, aquí se empleó con esmero (y spray de colores) metraje preexistente.

Por último, llegamos a 2020. El año pasado Fiat presentó la campaña brasileña del Fiat Strada con Elvis Presley conduciendo el vehículo y cantando Blue Suede Shoes. A pesar de la fecha, y que se empleó un doble de cuerpo, el resultado está más cerca de los dibus de ¿Quién engañó a Roger Rabbit? que de despertar dudas sobre el auténtico paradero de Elvis.

Así mirado, cabe plantearse la siguiente pregunta. ¿Prefieres que en estas circunstancias el truco se note de manera tan evidente o un trabajo prácticamente indistinguible como el de la campaña de Cruzcampo con Lola Flores?

Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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