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[IFFR 2021] Mads Mikkelsen se deja barba de venganza en 'Riders of Justice'

Mads Mikkelsen en 'Riders of Justice'
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A Anders Thomas Jensen le gusta escribir guiones pensando en papeles interesantes que ofrecer a sus actores de cabecera. De ahí que Riders of Justice, su quinto largometraje, se pueda ver prácticamente como una reunión de viejos amigos dándose juego entre ellos. 

Por supuesto, al frente está Mads Mikkelsen, el más fiel colaborador de Jensen, quien ha participado en todas sus anteriores películas como director e interpretado un buen puñado de los guiones (Te quiero para siempre, Después de la boda, The Salvation) que consagraron a su amigo como uno de los cineastas más notables de Dinamarca.

De un vistazo superficial, Riders of Justice se podría enmarcar en la actual fiebre del thriller europeo, muy arraigada en la industria danesa, pero pronto salen a la luz las particularidades propias de la mezcla de géneros que tiene lugar habitualmente en el cine de Jensen para llevar el proyecto por derroteros más complejos que las descargas de adrenalina. 

Solo hace falta fijarse en la explícita caracterización de Nikolaj Lie Kaas, otro actor recurrente del director, en el rol de un analista de datos tímido y discapacitado. Un personaje a años luz de la imagen implacable y atormentada por la que es conocido el actor que interpreta al detective Carl Morck en las películas de la saga Los casos del Departamento Q.

El camino de los personajes de Kaas y Mikkelsen, un oficial militar destinado a Oriente Medio, se cruzan por una terrible desgracia: un aparatoso accidente de tren en el que muere la mujer del segundo, a quien el primero había cedido su asiento justo antes de la fatalidad. Cuando Mikkelsen vuelve a casa para hacerse cargo de su hija adolescente, surgen las dudas. ¿De verdad fue un accidente? ¿Y si hubiera sido un acto premeditado para quitar de en medio al testigo clave en un juicio contra una banda criminal, que casualmente también iba en ese tren?

Riders of Justice tiene mucho de desmitificación de la masculinidad rígida e impenetrable. La sospecha de que el accidente ferroviario fue causado activa una campaña de venganza furiosa que Mikkelsen aborda en modo héroe de acción letal e imparable a lo John Wick. Sin embargo, está rodeado por un fascinante grupo de desubicados sociales, hackers e informáticos, que adquieren el peso principal de la misión. Roland Moller y Nicolas Bro se unen a Kaas para formar este variopinto trío que recuerda a los Lone Gunmen a los que recurría Mulder cuando las cosas se ponían feas en Expediente X.

Jensen se toma las cosas con calma durante un metraje generoso. Lleva la narración por todas las bifurcaciones posibles entre las escenas de acción violenta, rodadas con brío y contundencia, los altibajos en la deteriorada relación que tiene enquistada el personaje de Mikkelsen con su hija debido a su opacidad emocional y el compadreo creciente entre el grupo de extraños aliados, sin dejar nunca de lado el humor negro y extravagante que tan bien emplea como contrapunto el director de De pollos y hombres (2015).

Más allá del cuestionamiento de la incomodidad moral que generan los códigos de los thrillers de venganzas, Riders of Justice abre camino al diseminar la carga de su brújula ética entre un tipo de personajes a los que normalmente no se retrata en medio de estos tormentos. Al fin y al cabo, todos ellos son hombres que han confiado su perseverancia a la existencia de un orden oculto en medio del caos de la realidad. Terminarán aprendiendo que esa es también una simplificación demasiado maniquea de aquello que nos supera.

Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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