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Las 15 películas de acción imprescindibles de la década de los 90

Imágenes de 'Terminator 2', 'Jungla de cristal: La venganza' y 'Matrix'.
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Los nostálgicos pueden venirse arriba recordando el apogeo del cine indie y el ascenso a la fama de Quentin Tarantino, pero no nos engañemos: para muchos espectadores que los vivieron en primera persona, los 90 fueron la década por excelencia del cine de acción. 

Con iconos de la talla de Schwarzenegger y Stallone en pleno apogeo, directores consagrados (Michael Mann) y en alza (esto... Michael Bay) dedicándose al género y unos estudios dispuestos a soltar presupuestos a lo grande en búsqueda del siguiente taquillazo, el Hollywood de hace tres décadas resultó más que pródigo en explosiones y tiroteos. Y lo que no era Hollywood, también. 

Para demostrarlo, hemos reunido 15 películas que, para nosotros, exponen las mayores virtudes de los actioners de esa época. Desde las últimas grandes películas de nuestros musculosos de cabecera hasta ese fin de década (y de siglo) en el que lo virtual resultó ser lo más. 

'Desafío total' (Paul Verhoeven, 1990)

El encuentro fortuito de Schwarzenegger y Verhoeven en un restaurante italiano (ahí la llevas, Lautréamont) hizo que esta adaptación de Philip K. Dick escrita por Dan O’Bannon y Ronald Shusset (Alien) fuese tan infiel al relato original como leal a las constantes del escritor. 

Humor absurdo, sátira anticapitalista y dudas metafísicas son el aliño de escenas con el sanguinario subido, así como de una ambientación que dejó iconos como esa mutante en la que estás pensando. Para colmo, el holandés se fue del rodaje con el número de Sharon Stone en la agenda: la siguiente parada de su viaje sería Instinto básico.

'Terminator 2' (James Cameron, 1991)

Mientras su amigo y rival Stallone se hundía con Oscar, ¡quita las manos!, Schwarzenegger ascendía definitivamente al Olimpo de los tantarantanes mediante la secuela de aquel filme de serie B que había rodado siete años antes.

Y no solo él: con un presupuesto astronómico (102 millones de dólares frente a los seis del original) y una recaudación a juego, James Cameron superaba los ahogos de 'Abyss' demostrando las posibilidades del CGI y firmando momentazos como la persecución en la autopista (durante cuyo rodaje, justo es decirlo, él también se jugó el tipo) o ese juego del gato y el ratón en un alto horno. Normal que el mundo entero exclamase “‘¡Sayonara, baby!”.

'Le llaman Bodhi' (Kathryn Bigelow, 1991)

Parafraseando a Julio Médem, podemos afirmar que a Bigelow le pone ver a dos chicos juntos, sobre todo si estos viven una relación amor-odio tan candente como la de ese Keanu Reeves (en su primer trabajo de acción) y ese Patrick Swayze (recién descabalgado del huracán Dirty Dancing) a quienes solo les falta ponerse a cantar Como una ola. 

Autora ya de títulos tan interesantes como Los viajeros de la noche y Acero azul, la cineasta ofreció un cóctel de anatomías sudorosas, deportes de riesgo (Swayze, muy aficionado al asunto, acabó el rodaje con cuatro costillas rotas) y virguerías técnicas (si otros echaban el resto en las persecuciones de coches, Bigelow lo hizo en una carrera a pie por callejones de Los Ángeles) con fotografía de un Donald Peterman cuyos trabajos más notables hasta la fecha habían sido Flashdance y 1, 2, 3... Splash. 

El filme, analizado hasta la extenuación durante las décadas posteriores y víctima en 2015 de un remake vergonzoso, es un trabajo imperecedero precisamente por la habilidad para ser uno con su momento.

'Arma letal 3' (Richard Donner, 1991)

Tras dos entregas en 1987 y 1989, Murtaugh (Danny Glover) no era el único que se estaba haciendo viejo para aguantar a Riggs (Mel Gibson) y sus arrebatos. Aun así, a la saga de buddy movies por excelencia no le fue mal en un capítulo que traía de vuelta a Joe Pesci como alivio cómico. 

con sus gags, sus canciones de Eric Clapton en la BSO (asistido por Sting y Elton John, para aumentar el factor rancio) y esa recaudación que se codeó con Batman vuelve en los rankings, Arma Letal 3 era la peli de acción que le gustaba a tu padre.

'Demolition Man' (Marco Brambilla, 1993)

Mucho antes de que la palabra “woke” se convirtiese en comodín para reaccionarios, Stallone logró el título más divertido de sus olvidables 90 con esta sátira sobre un tema entonces de moda: la corrección política. 

A diferencia de las pataletas de hoy, la película contaba con buenos secundarios (un Wesley Snipes desatadísimo, el gran Nigel Hawthorne y esa Sandra Bullock a la que todo el mundo adoraba odiar), guiños a Un mundo feliz y gags tan finos, a la par que escatológicos, como el de las legendarias tres conchas.

'El profesional' (Luc Besson, 1993)

¿Incómoda? ¿Sórdida? Pues claro que sí, y de eso se trataba: más allá de lo repulsivo que pueda resultarnos hoy su autor, por entonces heraldo del cine francés más comercial, la historia del hitman Léon (Jean Reno) y su aprendiz Matilda se sigue viviendo como una pesadilla neoyorquina con Gary Oldman en funciones de ogro, sangre a borbotones y un uso excepcional del suspense, que además propulsó la carrera de Natalie Portman como una de las actrices clave de esta década, y de las siguientes.

'Peligro inminente' (Philip Noyce, 1994)

Imposible hablar de la acción noventera sin mencionar al escritor Tom Clancy y su personaje estrella: ese Jack Ryan al que podías ver un día con los rasgos de Alec Baldwin (La caza del Octubre Rojo) y al otro con los de Harrison Ford, su rostro más estable en pantalla grande. 

Tras haberse enfrentado al IRA en Juego de patriotas (1992), este probo mando intermedio de la CIA le plantó aquí cara a los cárteles colombianos, entrando desde entonces en un impás del que salió, ya en 2002 y con el jeto de Ben Affleck, para Peligro inminente.

'Heat' (Michael Mann, 1995)

Entre tanto chistecito, tanta explosión y tanto desafío a las leyes de la física (y a las de la lógica), Michael Mann dio el puñetazo en la mesa reclamando seriedad con un thriller de atracos que fue promocionado hasta la nausea como una oportunidad para ver juntos a Pacino y De Niro, pero cuyo lugar en la historia se debe a escenas tan apabullantes como el mítico tiroteo y a ese aura de tragedia criminal a lo Jean-Pierre Melville. No en vano es una de las películas favoritas de Mia Hansen-Løve.

'Jungla de cristal: La venganza' (John McTiernan, 1995)

Tras una bosta sin paliativos (Los últimos días del Edén, 1992) y la incomprendida, pero deliciosa, El último gran héroe (1993) McTiernan volvió a la saga que él mismo había puesto en marcha para hundir a John McClane (Bruce Willis) en su peor pesadilla: resolver problemas de lógica en medio de un cósmico resacón. 

Menos mal que, frente a los enigmas de Simon (Jeremy Irons, compitiendo por el título ‘Míster Camiseta de Tirantes 1995’), el poli dipsómano contó como buddy con un Samuel L. Jackson ya ascendido a icono por su trabajo en Pulp Fiction. A los críticos, el resultado no les hizo tilín, pero el grueso del público sabía que Fort Knox es para los turistas.

'El día de la bestia' (Álex de la Iglesia, 1995)

¿Qué pasa si juntas la acción de Hollywood con los tebeos de Bruguera y el tándem Berlanga-Azcona en una batidora a ritmo de metal satánico? Que te sale el segundo largo del bilbaíno tras Acción Mutante. 

Retrato de un Madrid donde ni las ratas pueden vivir, esta cacería mochales en pos del Anticristo nos ofreció una interpretación estelar de Álex Angulo y escenas de culto instantáneo como la escalada del hotel Capitol y el clímax en las Torres KIO, amén de a esa Terele Pávez que lo mismo te despellejaba un conejo que te cosía a perdigonazos.

'Dos policías rebeldes' (Michael Bay, 1995)

La Roca (1996) resultó más divertida, en parte gracias a Nicolas Cage y Sean Connery, mientras que Armageddon (1988) fue más... en fin, lo que fuera aquello. Pero el debut largo de Bay fue un aviso de lo que aquel mercenario del videoclip y el spot iba a hacer con el género durante los años posteriores. 

Respaldado por el legendario tándem de productores Bruckheimer-Simpson (Top Gun) y con Will Smith dando el primer paso hacia el estrellato en pantalla grande, Dos policías rebeldes fue uno de los exponentes finales de la buddy movie como garantía de taquillazo.

'Misión: Imposible' (Brian De Palma, 1996)

Hace 28 años, cualquiera hubiese dicho que este revival en pantalla grande de la mítica serie de espionaje iba a desembocar en una saga, o que momentazos como la carrera sobre el tren y la incursión en el centro de datos de la CIA (con esa pérfida gotita de sudor) iban a quedarse en nada comparados con stunts por venir. 

En honor a ese Tom Cruise todavía ajeno al bótox, dejemos claro que fue él quien insistió en tener como director a un De Palma empeñado, para variar, en batir récords de suspense y audacia creativa.

'Cara a cara' (John Woo, 1997)

En su tercer largo estadounidense, el autor de Hard Boiled y El asesino se marcó un ‘más difícil todavía’ del histrionismo: no solo tuvo como protagonistas a John Travolta (de nuevo a sus órdenes tras Broken Arrow, 1996) y Nicolas Cage, sino que les hizo intercambiar rostros e identidades a lo largo de un guion cuya sinopsis es una invitación al dolor de cabeza. Mejor dejarse de explicaciones y disfrutar de sus cámaras lentas, sus tiroteos y esos caretos que pone ‘Nic’ cuando le toca ser el malo malísimo.

'Blade' (Stephen Norrington, 1998)

En su momento, un actioner de presupuesto mediano con premisa sobrenatural, un Wesley Snipes de pocas palabras empuñando la katana y un argumento que debió inspirar más de una partida de Vampiro: La mascarada. Ahora, una premonición, porque hablamos de la primera cinta protagonizada por un personaje Marvel que triunfó en taquilla: cuatro años más tarde llegaron Sam Raimi y Tobey Maguire con Spider-Man... y todos sabemos lo que pasó después.

'Matrix' (Hermanas Wachowski, 1999)

¿Otra vez Matrix? Pues sí, pero qué le vamos a hacer si, tras haber devorado los 80 y los 90, el productor Joel Silver (Commando, Depredador, Jungla de cristal, etcétera) supo convencer a Warner de que el futuro de la acción estaba en las gafas de sol, los mundos virtuales, el tiempo bala y Keanu Reeves. Aclamada en su momento como una revelación cósmica, la cinta de las Wachowski fue un punto de giro a partir del cual el género cambiaría para siempre

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Redactor 'Cinemanía'

Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Sus textos se publican en la revista Cinemanía desde 2005. Ha sido miembro fundador de Canino, web dedicada a la cultura popular, y redactor en el diario ADN, además de colaborador en medios como Mondo Sonoro, Neo2 y On Madrid-El País.

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