Muere Umberto Lenzi, uno de los directores fetiche de Tarantino

La máscara del criminal (1966), El sabor del odio (1968), Orgasmo (1969), Así de dulce, así de maravillosa (1969), Un lugar ideal para matar (1971), Siete orquídeas manchadas de rojo (1972) Spasmo (1974)... No cabe duda. Con títulos así en su filmografía, no cuesta constatar que Umberto Lenzi fue un director italiano de género de esos que, durante las décadas de los 60, 70 y 80, llenaron las pantallas de sangre, sexo y cuchillos. El cineasta ha muerto a los 86 años dejando una vasta filmografía basta –a la enumeración de títulos anterior nos remitimos– y una ilustre comunidad de fans, como Quentin Tarantino.

Ya fuera bajo el manto estiloso del giallo, tirando más hacia la explotación descarada, el fantástico subido de tono o directamente la viscosidad pura y dura –La invasión de los zombis atómicos (1980), ¡Comidos vivos! (1980) y Caníbal feroz (1981), un menú antropófago para estómagos entrenados–, Umberto Lenzi enfocaba todo de frente. Hasta le hizo una tercera entrega a Demons con Demonios negros (1991), una de sus últimas películas.